Si las reflexiones que hemos compartido han servido para que un hogar se haya visto reforzado ó protegido, me sentiré satisfecho y agradecido a Dios.
Como broche y conclusión creo que será interesante leer esta carta, de autor desconocido, que cualquier niño podría haber escrito a todos los padres del mundo. Me parece interesante incluirla en este cierre porque resume lo que hemos dicho hasta ahora, e introduce diversos temas que abordaremos, si Dios lo permite, en próximas semanas.
A muchos les resultará poco creíble que un niño llegue a redactar esta misiva, pero de lo que podemos estar seguros es que refleja el sentir de muchos hijos, aunque la mayoría no sepan expresarlo.
Y ruego se me permita decir en el cierre de esta serie (por si las reflexiones que he expresado en semanas anteriores han hecho que alguien conciba la paternidad como algo próximo al martirio) que un servidor está convencido de que la crianza de los hijos puede ser la tarea más gratificante en la vida de un adulto. Nada nos da más alegría y orgullo que un niño feliz, productivo y cariñoso. Y al colocar en balanza las alegrías y los desvelos, decididamente y sin el mejor género de dudas, ganan (no sé si en cantidad, pero sí en consistencia) las primeras.
Gracias a Dios por nuestros hijos… Y gracias, también a Dios, por ser nuestro Padre.
Carta de un hijo a todos los padres del mundo
Queridos papá y mamá:
Hoy, por fin, me decido a expresaros determinados deseos que tengo en mi corazón desde hace mucho tiempo. Sé que haríais cualquier cosa para que yo fuera feliz; desde que yo tengo uso de razón os he visto demostrarlo.
La Navidad está cerca y muy pronto me pediréis que haga una lista con lo que quiero recibir la noche de reyes; bueno, en esta ocasión me he adelantado y ya la tengo redactada. Estos son los regalos que deseo en esta Navidad:
· - No me deis todo lo que pido. A veces solo pido para ver cuanto puedo sacar...
- No me gritéis. Os respeto menos cuando lo hacéis… además, me enseñáis a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.
- No me deis siempre órdenes. Si en vez de darme órdenes, me pidierais las cosas, yo las haría más rápido y con más alegría.
- Cumplid las promesas que me hacéis, sean buenas o malas. Si me prometéis un premio, dádmelo, pero también si es un castigo.
- No me comparéis con nadie, especialmente con mis hermanos. Si me hacéis parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir, y si me hacéis parecer peor que los demás, seré yo quien sufra.
- No cambieis de opinión con tanta facilidad sobre lo que debo hacer, decidid y luego mantened esa decisión.
- Dejad que me valga por mi mismo con más frecuencia. Si lo hacéis todo por mí, yo nunca podré aprender.
- No digáis mentiras delante de mí, y por favor, no me pidáis que las diga por vosotros, aunque sea para sacaros de un apuro. Eso me hace sentir muy mal y me lleva a perder la fe en lo que decís.
- Cuando estéis equivocados en algo, admitidlo. Eso hará que crezca la opinión que yo tengo de vosotros y me enseñará a admitir mis equivocaciones también.
- Tratadme con la misma amabilidad con que tratáis a vuestros amigos. Porque seamos familia no significa que no podamos ser amigos también.
- No me digáis que haga una cosa que vosotros no hacéis. Me resulta muy fácil aprender y hacer las cosas que vosotros hacéis, aunque no me lo digáis. Pero me es muy difícil hacer lo que decís y no hacéis.
- Enseñadme a amar y conocer a Dios. De nada me vale que n la iglesia me enseñen a hacerlo, si yo veo que vosotros ni conocéis ni amáis a Dios.
- Cuando os cuente un problema no me digáis: "No tengo tiempo para tonterías" o "eso no tiene importancia". Tratad de comprenderme y ayudarme.
Si papá y mamá, yo sé que me queréis, y que estáis dispuestos a todo para que yo sea feliz, por eso os pido una última cosa: Ya que me queréis, decídmelo. A mi me gusta oírlo decir, aunque vosotros no lo creáis necesario, decídmelo, por favor.
Yo también os quiero, e intentaré que lo escuchéis más a menudo. Gracias por ser unos buenos padres. Os quiere, vuestro hijo.
Autor desconocido
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