3ª Regla.- Preocúpate de corregir a tu hijo, pero no te esfuerces por cubrir sus necesidades (II, necesidades emocionales)
Recientemente alguien depositó este mensaje en mi correo electrónico:
“Hola José Luis. Te escribo este mensaje porque estamos preocupados por mi hermano.
Ayer, en la noche, nos sentíamos inquietos y estuvimos orando por él. Tengo la seguridad de que mi hermano tiene un gran problema emocional… aparte de su problema de identidad sexual, tiene también algo relacionado con la violencia, no sólo hacia sí mismo, siento también para con mis padres; todo debido al odio que tiene acumulado dentro de él.
Hoy mi hermano nos ha enviado este mensaje al móvil: “No puedo, esto es demasiado; encima mamá se enfada. El oto día intenté acabar con todo tomándome mazo de gelocatiles. El curro, papá y mamá con su constante enfado… y que son incapaces de abrazarte. No puedo más. Y ahora pierdo las llaves y la cartera. Me quiero morir. ¿Por qué? Si yo oro, y leo la Biblia y no peco… no entiendo nada. Muchas veces he pensado en suicidarme, y lo he intentado haciéndome cortes en la muñeca. Quiero hacerlo porque no valgo para nada.”
José Luis, mis padres nos quieren, pero nunca han demostrado su cariño, y esto nos ha afectado a los dos, pero a mi hermano de una forma más profunda.
Te escribo esto porque necesitamos tus oraciones y también consejo para tratar este asunto.”
El área emocional de nuestros hijos se desatiende con muchísima frecuencia y estoy convencido de que ese descuido no es fruto de la negligencia, sino del desconocimiento.
Uno de los aspectos que más favorece el aprendizaje en un niño es el sentirse querido y aceptado por sus padres.
“La afectividad es el motor o el freno de la inteligencia.” (Piaget)
Hay tres necesidades cruciales en el alma de toda persona. He dado en llamarlo “Las Tres A´s” (Las reflexiones que siguen. Surgieron mientras escuchaba una magistral exposición sobre las necesidades emocionales, impartida por mi amigo el pastor Xoan Castro.).
ACEPTACIÓN
La dos cargas más intolerables que un hijo puede llevar son, por este orden:
1º Saber que no es aceptado por sus padres.
2º Sospecharlo.
“Ojalá no hubieras nacido” “Fuiste un accidente” “Nos arruinaste la vida”. Tales expresiones son puñales que provocan una herida mortal en el alma de un niño. Hay padres que nunca les han dicho eso a sus hijos, pero, me atrevo a opinar, que si no les dijeron lo contrario y si no se lo han demostrado, están en deuda con sus hijos.
No se trata sólo de que nuestros hijos entiendan que llegaron a este mundo porque les deseábamos, sino que además deben saber que les seguimos aceptando. Es decir, que no sólo aceptamos su nacimiento, sino que les aceptamos de por vida.
AFIRMACIÓN
La afirmación consiste en que nuestro hijo se siente amado aún cuando ha hecho las cosas mal… aún cuando se ha equivocado. “Te has equivocado, pero te amo igual que antes” Nuestros hijos fallarán muchas veces, pero ellos necesitan saber que sus errores pueden ser enmendados. De ese modo asumirán que les amamos, no por lo que hacen, sino por lo que son.
“Tarado, inútil, eres un desastre.” O lo que es peor: un silencio total ante la equivocación de nuestro hijo, es un desgarrón atroz en el alma de la persona. No insistiremos nunca lo suficiente en la necesidad de afirmar a nuestro hijo cuando éste se ha equivocado y reconoce su equivocación.
Por otro lado, la afirmación también es necesaria ante los aciertos del hijo. El elogio consigue en positivo lo que a veces no se alcanza en negativo con el castigo, pues estimula y desarrolla algo esencial como es la autoestima. Algunos padres, ante los aciertos y victorias de sus hijos utilizan el regalo material; sin desestimar esa opción por completo, yo opino que el elogio debe ser mucho más numeroso y frecuente que el regalo material, de hecho –y esto es una opinión muy personal- creo que los premios materiales, más que educar, adiestran. Pero el elogio es un reforzador de primer orden.
Nasafield pronunció una sentencia terminante:
“De seguro -dijo-
que cada minuto algo digno y generoso muere por falta de elogio.” No colaboremos en la aniquilación de las actitudes positivas de nuestros hijos.
La afirmación debe aplicarse especialmente cuando estamos ayudando a nuestro hijo a superar determinadas actitudes negativas. Si se le acusa continuamente de tener un determinado defecto, acabará por pensar que es algo tan arraigado en él que es inútil luchar por corregirlo. En vez de agobiarle diciendo que es un perezoso y un inconstante, dígale que está seguro de que conseguirá sacar esas buenas calificaciones porque va a estudiar mucho. En vez de decirle que nunca ha tenido voluntad y que jamás termina lo que empieza, dígale que ésa es una buena ocasión para que demuestre que en realidad si puede, y en vez de insistir en que es una criatura sin corazón, o un egoísta, apueste por sus buenos sentimientos, y no le defraudará.
El chico da mucha importancia a lo que opinan de él y es muy sensible a los estímulos. Hay que saber apoyarse en esos sentimientos propios de la edad para ayudarles en su mejora personal.
AMOR
Es la tercera gran necesidad en el área emocional. En mi opinión el amor no es un sustantivo que define una cosa, sino un verbo que define una acción. Es decir: El amor genera actos. No me sirve que me digan “te amo”, necesito sentirme amado, por la forma en que me tratan, por el tiempo que me dedican, por la atención que me prestan.
Uno de los grandes errores es que pretendemos que nuestros hijos se sientan amados por lo que les damos. Un empresario del sector de los juguetes le decía a un colega:
“La industria del juguete jamás entrará en crisis; porque los padres, al no pasar tiempo con sus hijos se descargarán las conciencias comprándoles regalos”
Debo asentir la aseveración de quien dijo:
Nunca los niños tuvieron tantos juguetes, y nunca se han mostrado tan aburridos e indiferentes hacia esos juguetes.
Uno de los tesoros más grandes que podemos transmitir a nuestro hijos es tiempo compartido con ellos. El tiempo compartido con padres afectuosos es un valor impresionante que ayuda a los jóvenes a desarrollarse emocional y socialmente.
Soy consciente de que el ritmo vertiginoso en el que vivimos es un experto ladrón de tiempo, peo siempre podemos hacer un hueco para lo importante. Deberíamos aprovechar los momentos en que “nuestro adolescente” está en casa, durante la hora de la cena ó mirando un partido de fútbol, para seguir edificando la relación.
“Educar es estimar”, decía Alexander Galí. El amor hace que las técnicas no conviertan la relación en algo frío, rígido e inflexible y, por lo tanto, superficial y sin valor a largo plazo.
Pero el amor supone, también, tomar decisiones que a veces son dolorosas a corto plazo, para los padres y para los hijos, pero que después son valoradas de tal manera que dejan un buen sabor de boca y un gran beneficio en los hijos y en los padres.
Hemos visto las tres grandes áreas –
Física, espiritual y emocional- en las que toda persona necesita ser atendida. Y hemos observado que una de las más descuidadas es la emocional. En el próximo artículo intentaremos dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las consecuencias de “desnutrir” el alma de un niño?
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