Graham padre fue el confidente religioso de Richard Nixon (con él compartió observaciones antisemitas y no le temblaba la voz ante la idea de usar bombas atómicas en Vietnam, todo ello recogido en cintas de la Casa Blanca ahora en el Archivo Nacional). También es el artífice de que el presidente George W. Bush conociera la "verdad del Señor" (el actual mandatario aseguró durante su última campaña presidencial: "América triunfará ante la adversidad porque es la voluntad de Dios").
El presidente estadounidense es, desde 1985, un cristiano renacido. Ahora, esa fe gobierna también su política. Nada en esa transformación habría sido posible sin la inspiración del predicador que ha promovido una incansable tarea misionera por los cinco continentes. "Estados Unidos ha sido bendecido gracias a nuestra fe en Jesús. El mundo entero tiene puestos los ojos en nuestro país y espera que los guiemos por el camino de la moral", aseguró Bush en vísperas de los comicios de 2004.
Billy Graham es el consejero espiritual de Bush. Franklin Graham es el capellán del Pentágono. "El día en que me haga cargo de la Asociación Evangelista Billy Graham será el día más triste de mi vida porque significará que mi padre se ha retirado", declaró en 1985 William Franklin Graham III. Ese día ha llegado. El controvertido Franklin Graham, de 53 años, impartió doctrina el pasado fin de semana sobre un gigantesco altar situado en la herida de EE UU: la ciudad de Nueva Orleans. Cerca de 17.000 personas le recibieron con una larga ovación dentro del estadio de la ciudad. Otras 1.500 miraban absortas su mensaje en una pantalla colocada en el triste Superdome, que albergó a los evacuados por el Katrina.
En octubre, Franklin aseguraba que la pecadora Nueva Orleans tenía la oportunidad de "vivir un renacimiento espiritual". Aunque matizó que nunca dijo que el huracán fuese un castigo de Dios. Lo que dijo fue: "En Nueva Orleans hay adoración satánica. Hay perversiones sexuales. Dios va a usar esta tormenta para traer un renacimiento".
El único camino es el del señor, asegura Franklin. Y considera el islam "una religión mala y perversa". "No atacamos al islam, sino que el islam nos ha atacado. El dios del islam no es el mismo Dios. No es el hijo del Dios de la fe cristiana o judeocristiana. Es un dios diferente", declaró Graham hijo tras el 11-S. Nunca se retractó. El pasado miércoles insistía en una entrevista en la cadena ABC. "¿Quieren adoctrinarme? Sé lo que es el islam", declaró. "Si la gente piensa que el islam es tan fantástico, que se vayan a vivir bajo los talibanes", expuso.
"Nunca dar marcha atrás". Después de "Jesús salva", ésa es la segunda frase más pronunciada por Franklin Graham. "Yo no condeno a nadie", asegura en una entrevista con USA Today. "Dios se encargará de eso". Hereda de su padre sus penetrantes ojos verdes, su mandíbula cuadrada, su ancha sonrisa y su metro ochenta de hombre recto. Practica el gusto de Johnny Cash por el negro: vaqueros, cazadora de cuero, incluso su coche. No lleva en sus genes el don de la diplomacia.
Su padre es el hombre al que la encuestadora Gallup incluye regularmente entre las 10 figuras más admiradas en el mundo. Él tuvo un pasado de bebida y juventud loca que abandonó para servir al Señor y que relata en Rebelde con una causa (1995). Pero la confesión con la que ambos Graham comulgan, los Bautistas Sureños, es la misma. Aunque tiene una historia oscura. Fue fundada por segregacionistas para excluir a los negros de sus iglesias. Los críticos de la familia Graham señalan que sus integrantes no han querido hacer público a cuánto asciende su fortuna. Franklin dice que está aprendiendo a retractarse de algunas cosas que dice o hace. Sólo hay una cosa que nunca abandona: la palabra de Dios, su evangelio, su Biblia.
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