Elena Gil y Timoteo Glasscock tienen las maletas hechas para trasladarse a Salamanca donde fijarán su residencia como responsables de una iglesia evangélica allí. Veintitrés años al frente de la de Marín sintiéndose muy queridos como se demostró en los actos para su desoedida en la centenaria capilla (realizados el pasado mes de noviembre), son muchos años para sendas vidas y conocedores del sentimiento mutuo de ellos y de los miembros de su iglesia.
Pregunta.- ¿Cómo llega usted a España?
Respuesta.- Hace 33 años cuando iba a iniciar mis estudios de Derecho, decidí que en realidad quería hacer algo más activo en el campo cristiano y me animó un inglés que trabajaba aquí en una editorial y vino a mi iglesia de mi pueblo Southend-On-Sea, muy cercano a Londres. Trabajé como profesor en una escuela privada y luego sentí la necesidad de salir de Inglaterra recalando en Madrid donde trabajé en la edición de libros de estudio bíblico.
P.- ¿Y cómo de Madrid a Marín?
R.- Pues... me encontré con una gallega. Conocí a Elena y al poco nos casamos pero seguimos en Madrid seis años. Por aquel entonces ya ayudaba a pastorear una iglesia evangélica allí. Y, claro, veníamos a Marín en vacaciones de verano y me fui involucrando en los campamentos de jóvenes en Ons y en cierto momento, los ancianos de la iglesia de Marín y el pastor Isaac Campelo nos escribieron tanteando la posibilidad de que viniésemos para Marín para ayudar al Pastor que ya tenía 80 años. En principio no lo teníamos muy claro pero llegamos a la conclusión de que era lo mejor, lo que Dios quería para nuestras vidas. Ocurrió que el Pastor encamó enseguida y me encontré con la necesidad de tomar las riendas de la Iglesia mucho antes de lo que esperaba.
P.- ¿Qué encontró en Marín en aquel momento?
R.- Pues una iglesia muy distinta a la actual. Hemos evolucionado mucho en estos 25 años. Creo que en aquel momento la Iglesia Evangélica tenía un cierto complejo de gueto y estaba muy ensimismada. Por otro lado, aún estaban llegando las primeras generaciones de jóvenes estudiantes que ya no trabajaban en el mar exclusivamente como sus padres. Era, eso si, una iglesia con mucho potencial pero por las circunstancias no había podido desarrollarlo. Ahí es donde yo veo que hay una evolución porque hay más gente joven involucrada y, poco a poco, nos estamos abriendo hacia el pueblo, hacia la sociedad. Hoy tenemos nuestra propia ONG; la asociación cultural...y creo que éso es muy positivo.
P.- ¿Qué dio Timoteo a la Iglesia de Marín y qué recibió de ella?
R.- No estoy muy seguro de haber dado nada. Usted sabe que nosotros ponemos mucho énfasis en la enseñanza de la Bíblica porque entendemos que ésta es nuestra fuente de autoridad a distinción del mundo católico que tiene otras perspectivas. Y quisiera pensar que algo he podido contribuir en este sentido de enseñanza de la Biblia porque me encuentro muy a gusto enseñándola y exponiendo sus pasajes. Ver cómo eso va configurando a las personas en una visión positiva de la vida entendiéndola como servicio a Dios y a los demás. Y, a la segunda parte de su pregunta diría que la Iglesia me ha dado muchísimo cariño... Yo estaba muy verde cuando llegué aquí y cometí muchas equivocaciones y la gente fue muy paciente conmigo. Creo que la de Marín es una iglesia fácil en el sentido de que se deja guiar y carece de conflictos internos. El cariño, el apoyo y la confianza recibidos han sido algo muy enriquecedor.
P.- ¿Ve usted mucha rivalidad entre los católicos y los protestantes?
R.- Yo diría que mucha no pero todavía hay ciertos resquemores en determinados grupos de ambas partes especialmente en la gente mayor. La historia está aún reciente pero creo que las nuevas generaciones verán la cosa de otro modo.
P.- ¿Dónde va?
R.- Me hago cargo de una iglesia en Salamanca algo más pequeña donde espero desarrollar algo semejante a lo hecho en Marín. Nos gustaría también involucrarnos con los estudiantes del entorno. Seguir con la labor de pastoreo, de buscar, formar y capacitar a la gente, es nuestra mayor esperanza.
P.- ¿Qué sensación le deja marcharse de Marín?
R.- Con mucha; muchísima pena, pero yo quiero escapar del patrón de llegar a ser el patriarca de la Iglesia con 90 años sin que se pueda hacer nada sin contar con Don Timoteo que será entonces muy conservador y no dejará que se mueva un dedo sin su permiso. Entiendo que la Iglesia es ahora fuerte, bien liderada por el pastor y el grupo de ancianos y con jóvenes muy entregados al trabajo. Creo que es el momento de salir y que no me tengan que echar un día por anacrónico. Pero no vamos a perder los lazos con Marín porque queda la familia y nuestro piso y vendremos de vez en cuando.
P.- ¿Recuerda a alguien en especial en esta etapa que ha terminado?
R.- Yo me he encontrado muy a gusto en la Iglesia y en el pueblo y no es cosa de hacer distinciones pero si tuviese que nombrar a alguien sería Julio Torres con quien he disfrutado mucho en nuestra labor conjunta de pastoreo y otras personas como Moncho Lagos que es un amigo muy especial. Y, ya que estamos mencionando lo que uno recuerda, quisiera pararme en un momento de los primeros tiempos de estancia aquí cuando con motivo del V Centenario del nacimiento de Martín Lutero se organizó un acto en la Biblioteca en el que fuimos invitados el Padre Eguren y yo a decir algo en una mesa redonda. Aquel día salí muy contento de aquella reunión y sentí una buena sintonía con el sacerdote católico. Lamentablemente al poco tiempo se fue para Santiago y murió pronto por lo que no tuve muchos contactos con él. Fue una lástima porque me hubiese gustado mantener una relación más estrecha.
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