La Biblia está por todos lados en la cultura popular. La encontramos en un montón de canciones populares. Muchas hablan de la religión y de Dios en un sentido bastante general.
Hace un tiempo hice un video analizando canciones en inglés inspiradas en la Biblia, desde Michel Jackson y Coldplay hasta U2 y los Beatles. Lo puedes ver AQUÍ. Desde entonces, el canal se llenó de comentarios pidiendo la versión en español.
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La Biblia está por todos lados en la cultura popular. La encontramos en refranes, anécdotas y por supuesto, en un montón de canciones populares. Muchas hablan de la religión y de Dios en un sentido bastante general.
Como “Solo le pido a Dios” de León Gieco, o “A Dios le pido” de Juanes. Pero aquí vamos a ir más profundo; vamos a concentrarnos en canciones que mencionan la Biblia, pero de una forma más estratégica y elaborada.
Este Top 10 tiene de todo: diferentes estilos, épocas y rincones de Iberoamérica… para todos los gustos. Así que, sin más preámbulos …
Puesto 10: “Salomé” de Chayanne
En 1999, esta canción no paraba de sonar en la radio. Y quizás te sorprenda saber que es un eco directo de una de las escenas más impactantes de los Evangelios: la decapitación de Juan el Bautista.
Chayanne habla del baile irresistible de una mujer que lo vuelve loco y lo desespera. Y aunque la Biblia no tiene mucho que ver con el resto de la canción, el nombre de esa femme fatale es una alusión bíblica evidente.
El Evangelio de Marcos nos cuenta la historia del rey Herodes Antipas, que se había casado con Herodías, la esposa de su hermano. Como Juan el Bautista denunciaba públicamente la inmoralidad de ese matrimonio, Herodías buscó venganza y la encontró justamente en el cumpleaños del rey Herodes.
Ese día, su hija, Salomé, bailó para el rey, y su danza le gustó tanto que le hizo una promesa bajo juramento: «Te daré cualquier cosa que me pidas, ¡hasta la mitad de mi reino!» (Mc 6:23).
Era la oportunidad que Herodías estaba esperando; sin titubear, le pidió a Herodes: «¡Quiero ahora mismo la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja!» (Mc 6:25).
Y hay un dato de color sobre esta historia. Los Evangelios no mencionan el nombre “Salomé”, solo hablan de «la hija de Herodías». Conocemos su nombre no por la Biblia, sino por el testimonio del historiador judío Flavio Josefo.
Puesto 9: “Milonga del moro judío” de Jorge Drexler
«Yo soy un moro judío que vive con los cristianos…». Así condensa el cantautor uruguayo el conflicto histórico entre las tres grandes religiones monoteístas —el judaísmo, el cristianismo y el islam—. Es una historia de más de mil años, llena de alianzas, sospechas y conflictos.
La tolerancia de la que habla la canción no representa para Drexler una utopía, sino que la vivió en su propia casa; su madre fue una uruguaya de tradición cristiana, y su padre fue un judío alemán que logró escapar del Holocausto en 1939.
La primera estrofa nos ubica en Tierra Santa: «Por cada muro un lamento en Jerusalén, la dorada, y mil vidas malgastadas por cada mandamiento», y remata con la frase: «No hay una piedra en el mundo que valga lo que una vida».
El “muro” que se menciona es el Muro de los Lamentos, un vestigio que aún sigue en pie del segundo templo, el santuario judío que fue reconstruido después del exilio en Babilonia y destruido por los romanos en el año 70.
Jerusalén ha sido un lugar histórico de conflicto entre judíos, cristianos y musulmanes, y aunque el quinto de los Diez Mandamientos diga explícitamente «no matarás» (Ex 20:13), los muertos de las guerras de religión se han contado tristemente por miles.
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Una frase como «un hombre no es más que un hombre y si hay Dios, así lo quiso» recuerda el relato de la creación del libro de Génesis. Y la frase «no hay pueblo que no se haya creído el pueblo elegido» resuena con ecos del Éxodo y los profetas del Antiguo Testamento.
Drexler se siente incómodo con las fronteras religiosas y por eso el estribillo repite: «No sé qué dios es el mío ni cuáles son mis hermanos». Es una situación similar a la que encontramos en el Evangelio de Lucas: «¿Quién es mi prójimo?» (Lc 10:29), le preguntaron a Jesús.
Y él respondió con la parábola del buen samaritano. Nuestro prójimo es el que está próximo, y su sufrimiento no puede dejarnos indiferentes, incluso si eso nos resulta incómodo a nivel social, étnico o religioso.
Puesto 8: “S91” de Karol G
Cuando se estrenó “S91”, muchos se preguntaron qué significaba ese código extraño en un tema de reguetón. Y la respuesta sorprendió a más de uno: es una referencia directa al Salmo 91, uno de los textos más conocidos de la Biblia.
Karol G confesó que, cuando era pequeña, su madre le enseñó a rezar ese salmo y le dijo que lo repitiera todas las mañanas para pedir protección ante el peligro.
Y la canción termina justamente con una cita explícita de los versículos 5, 6 y 7: «No tengan miedo a los peligros nocturnos ni a las plagas que llegan con la oscuridad; pues mil caerán a tu derecha y diez mil a tu izquierda, pero a ti, nada te pasará».
Lo llamativo del asunto es el contexto de la cita. La cantante colombiana usa el salmo casi como un amuleto de protección después de hablar de los que envidian su éxito y presumir de que podría vivir como cuatro vidas sin trabajar gracias a sus regalías.
Esa autoafirmación es típica del género urbano: la idea de que todos «quieren ser como yo» y que al resto «les duele que la esté rompiendo».
El uso del Salmo 91 en esta canción revela una paradoja interesante. Karol G canta desde la fuerza, el éxito y el poderío de estar en la cima, al mismo tiempo en que ruega protección.
Se muestra invencible —«como Gokú con las siete esferas»—, pero reconoce que hay seguridades que ni la fama ni el dinero pueden garantizar. En esa tensión entre poder y vulnerabilidad parece que la fe de la cantante encuentra su lugar.
Puesto 7: “Segundo plan” de Él mató a un policía motorizado
Con Almen y muchos amigos nos preguntamos desde hace tiempo si Santiago Motorizado, el cantante y compositor de la banda indie argentina, no habrá tenido una o varias experiencias en una iglesia evangélica.
Muchas de sus canciones tienen imágenes, palabras y una atmósfera que remiten a ese contexto. Como “El pastor me dio su mano”, que dice: «Se muy bien que soy medio traumado. Ahora el pastor me dio su mano. Es culpa de la carne, yo quiero ser libre. Cierro mis ojos para verte a vos, mi Señor».
De todas la discografía de Él Mató, me quedo con esta canción de su último disco, que habla de un altar, de adoración y de la necesidad de que suceda algo nuevo, un “segundo plan”.
El estribillo es una oración desesperada y sin tapujos; Santiago pide guía y ayuda: «Quiero saber a dónde ir. Quiero saber a quién seguir. Todo lo que me importa no existe más. Quiero saber por quién morir».
Dos escenas de los Evangelios vienen a la cabeza con este estribillo. Primero, las palabras de Jesús, que le dijo a sus discípulos: «Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz y seguirme» (Mt 16:24).
Y segundo, la ocasión en que la multitud abandonó a Jesús y Pedro lanzó la misma pregunta existencial: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes las palabras que dan vida eterna» (Jn 6:68).
El momento más místico de la canción llega casi al final: «Necesito regalarte todo. Ver que algo se revela siempre al final. Un escudo de metal te protege a vos. Tu reflejo que emerge gigante. Voy a adorar».
El lenguaje es absolutamente religioso. De fondo suenan pasajes como el Salmo 3: «Tú, Señor, eres un escudo que me rodea; eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto» (Sal 3:3); o Romanos 12: «Les ruego que entreguen su cuerpo a Dios como un sacrificio vivo y santo» (Ro 12:1); e incluso guiños las dos cartas a los Corintios y al Evangelio de Juan.
Puesto 6: “Cálice”, de Chico Buarque y Gilberto Gil
(Ya sé que es en portugués, pero es una canción brillante y no quise perder la oportunidad de mencionarla).
La canción dice: «Padre, aparta de mí este cáliz». Es una referencia a la escena bíblica de Jesús en el huerto de Getsemaní, donde pidió ser librado de la cruz y el sufrimiento: «Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí.
Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía» (Lc 22:42). Y toda la letra reconstruye a través de imágenes y metáforas ese momento de angustia y espera.
Pero la canción tiene un segundo nivel de lectura. Chico Buarque y Gilberto Gil hacen algo muy inteligente: usan un lenguaje tomado de la Biblia para esconder una denuncia a la censura de la dictadura militar brasileña de los años 70. ¿Y cómo lograron semejante hazaña?
A través de un juego con palabras homófonas, es decir: palabras que se pronuncian de la misma manera, pero tienen un significado diferente.
En portugués, la palabra “cálice” significa “cáliz”, pero suena exactamente igual a “cállate”. Por eso, cada vez que la canción menciona el cáliz que recuerda la pasión de Cristo, al mismo tiempo pareciera que la censura del régimen brasileño vuelve a repetir: “cállate”.
El resto de la letra habla veladamente de la realidad política brasileña mientras utiliza expresiones que se conectan directamente con la historia de la pasión de Cristo.
Habla del poder brutal de un sistema lleno de mentiras, de beber una bebida amarga y de un grito inhumano que parece no ser escuchado.
Hacia el final de la canción, el coro empieza a repetir “Cálice”, cada vez con más volumen y más frecuencia. La censura que al principio era sutil y poética, se vuelve al final rígida, mecánica y total.
Puesto 5: “Verbo carne” de Gustavo Cerati
Bocanada es uno de los discos más hermosos del rock argentino, y esconde en su interior una perla sinfónica con ecos religiosos. “Verbo carne” es, desde el mismo título, una referencia directa al Evangelio de Juan, que afirma que «el Verbo se hizo carne» (Jn 1:14).
En otras palabras: Cristo, la Palabra divina, tomó forma humana en Jesús de Nazaret. Cerati toma esta idea y la convierte en una metáfora para hablar de la fragilidad humana, las dudas existenciales y la búsqueda de sentido.
La canción menciona que «el diablo frecuenta soledades», una afirmación que recuerda a Jesús, que estuvo solo por 40 días en el desierto, donde fue tentado por el diablo.
Cerati dice también: «Sé que estoy falto de fe, ¿podrás salvarme también?». Es un claro eco de un famoso pedido de ayuda que se encuentra en el Evangelio de Marcos: «¡Creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad!» (Mc 9:24).
Una de las frases más enigmáticas de la canción es la que dice: «Pequeño Cristo 3D. ¿Podrás salvarme esta vez?». Cerati comentó, al respecto de esa frase, lo siguiente: «Tengo ahí pegada una estampita de Jesús en 3D, ese que se mueve así; de pronto es el manto sagrado, de pronto es la cara de Jesús, y estaba mirando eso y lo relacionaba con la idea católica de la culpa».
La canción cierra con una mención a «la inútil perfección de buscar el silencio», una manera de comunicar la impotencia de Cerati ante un Dios que parece ausente.
Y ante ese cielo vacío, no queda más que la desesperación: «Y cuento verdades como mentiras. La culpa es de nadie, solo mía».
Puesto 4: “Amor sin límite” de José Luis Perales
Toda esta canción es una paráfrasis al lenguaje cotidiano de uno de los pasajes más conocidos de la Biblia: el capítulo 13 de la primera carta que el apóstol Pablo envió a los corintios.
La canción empieza con la frase: «Ya podría yo tocar el sol y vaciar el mar… Y si me falta el amor, ya ves, yo no soy nada», una evidente reescritura de los primeros tres versículos de 1 Corintios 13: «Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso; pero si no amara a los demás, no habría logrado nada» (1 Co 13:3).
Y a partir de ahí, empieza a describir el amor verdadero con imágenes y palabras tomadas de la Biblia. Dice Perales: «Es la espera sin límites, es la entrega sin límites y es la disculpa sin límites.
No es egoísta, ni se irrita. Cree todo sin límites, aguanta todo sin límites y es generoso sin límites». Y más adelante dice también que es humilde, comprensivo, justo, tierno y verdadero.
El apóstol Pablo, hace casi 2000 años, lo decía así: «El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia» (1 Co 13:4-7).
“Amor sin límites” es un claro ejemplo de la influencia que la espiritualidad cristiana sigue teniendo en la cultura actual. Incluso si vivís en una sociedad poscristiana o no te considerás una persona creyente, tus ideas sobre el amor verdadero, la misericordia, el progreso, la libertad o la igualdad siguen teniendo un aroma a cristianismo.
Puesto 3: “Jesús, verbo no sustantivo” de Ricardo Arjona
Una de las canciones más icónicas de Arjona es una denuncia contra la hipocresía religiosa. «A Jesús le gusta que actuemos, no que hablemos», afirma la canción, y quizás la frase más potente sea: «¿Qué haces hermano leyendo la Biblia todo el día?
Lo que ahí está escrito se resume en amor, vamos, ve y practícalo».
Tanto los profetas del Antiguo Testamento como Jesús denunciaron esa fe que no transforma la vida. En palabras de Santiago: «La fe por sí sola no es suficiente. A menos que produzca buenas acciones, está muerta y es inútil» (St 2:17).
La idea de que Jesús es verbo y no sustantivo está inspirada en el primer versículo del Evangelio de Juan: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios» (Jn 1:1).
La canción propone que Jesús es acción, movimiento, y no una cosa muerta o una mera idea intelectual; aunque eso no es exactamente lo que dice el Evangelio, como idea poética funciona.
El resto de la canción tiene muchos guiños a los Evangelios. En una estrofa dice: «Jesús es más que persignarse, hincarse y hacer de esto alarde. Él sabe que quizá por dentro la conciencia les arde».
Estas líneas recuerdan los reproches de Jesús contra los maestros de la ley religiosa: «Todo lo que hacen es para aparentar. […] Les encanta sentarse a la mesa principal en los banquetes y ocupar los asientos de honor en las sinagogas.
Les encanta recibir saludos respetuosos cuando caminan por las plazas y que los llamen “Maestro”» (Mt 23:5-7).
En otra parte, Arjona habla de personas que ven pecado en todo y se inventan sus propias reglas para meter miedo.
Esto también recuerda las palabras de Jesús contra los fariseos: «Aplastan a la gente bajo el peso de exigencias religiosas insoportables y jamás mueven un dedo para aligerar la carga» (Mt 23:4); «ustedes pasan por alto la ley de Dios y la reemplazan con su propia tradición» (Mc 7:8).
La parte más conmovedora de la canción es la frase: «Jesús pensó: “Me haré invisible para que todos mis hermanos dejen de estar hablando tanto de mí y se tiendan la mano”».
El eco de Mateo 25 es clarísimo: «Cuando hicieron alguna de estas cosas al más insignificante de estos, mis hermanos, ¡me lo hicieron a mí!”» (Mt 25:40).
Puesto 2: “Libros sapienciales” de Vox Dei
En 1971, en plena dictadura militar argentina, una banda de rock progresivo del Gran Buenos Aires sacó un disco conceptual que llegaría a convertirse en una de las joyas más preciadas del rock argentino: La Biblia.
Vox Dei creó un álbum tan ambicioso como insólito. Sin ser muy creyentes, le pusieron guitarras eléctricas a las Sagradas Escrituras, en un contexto de dictadura, con el beneplácito de la iglesia católica y tuvieron éxito tanto de crítica como de ventas. Y por si faltara algo más, la mente maestra detrás de este disco tenía 20 años cuando lo grabó.
Podría detenerme en cualquiera de las 8 canciones del disco; pero voy a enfocarme en “Libros sapienciales”, que recupera la poesía y sabiduría de libros como Eclesiastés, Proverbios y Job.
La primera frase dice: «De sol a sol labrando tierra tendrás tu pan. Todos los ríos van al mar pero éste nunca se llenará». Es una cita bastante directa del libro de Eclesiastés: «¿Qué obtiene la gente con trabajar tanto bajo el sol? […] El sol sale y se pone, y se apresura a dar toda la vuelta para volver a salir. […] Los ríos desembocan en el mar, pero el mar nunca se llena» (Ec 1:3, 5, 7).
Es una forma poética de hablar del interminable ciclo de la vida, una visión bastante fatalista sobre la existencia humana.
La canción continúa diciendo: «Todo tiene un tiempo bajo el sol porque habrá siempre tiempo de plantar y de cosechar, tiempo de hablar, también de callar, hay tiempo para guerra y tiempo de paz».
Es una cita casi literal de Eclesiastés 3, uno de los pasajes más famosos de la Biblia, que recuerda que cada cosa tiene su momento oportuno en la vida.
Y termina con una afirmación melancólica, pero esperanzada: «¿Cuánto hay a mi alrededor? Más de lo que mis ojos pueden mirar y llegar a ver. Estas son razones que dicen que solo sé que sé querer, y que tengo Dios y tengo fe, y que doy amor y puedo ser».
Es un tono que recuerda la conclusión de Eclesiastés, pero también la enseñanza de Proverbios y Job: que la mejor forma de hallar la sabiduría es aceptar nuestra finitud, reconciliarnos con nuestro lugar en el mundo y vivir delante de Dios de manera honesta y generosa.
Puesto 1: “Octavo Día”, de Shakira
Antes de “La loba”, “La tortura” y “Pa’ tipos como tú”, existió ¿Dónde están los ladrones?, el disco más rockero de la artista latina más influyente de todos los tiempo: Shakira Isabel Mebarak Ripoll.
Y una de las canciones más interesantes de ese disco de 1998 es “Octavo día”, que presenta la historia de la creación, pero desde una perspectiva diferente y con una profunda crítica social.
Según Génesis 1–2, Dios creó todas las cosas en seis días y las hizo todas muy buenas. Y después de semejante tarea, finalmente reposó: «Cuando llegó el séptimo día, Dios ya había terminado su obra de creación, y descansó de toda su labor. Dios bendijo el séptimo día y lo declaró santo, porque ese fue el día en que descansó de toda su obra de creación» (Gn 2:2, 3).
Shakira se imagina una conclusión alternativa a esa historia: «El octavo día, Dios, después de tanto trabajar […] dijo: “Todo está muy bien, es hora de descansar”. […] Quién se iba a imaginar que el mismo Dios, al regresar, iba a encontrarlo todo en un desorden infernal».
En otras palabras, cuando Dios volvió de su reposo encontró a la humanidad haciendo un desastre con su creación.
Toda la canción recuerda a los profetas del Antiguo Testamento, que denunciaban la injusticia del pueblo de Israel y, en especial, el hecho de haberse olvidado de Dios.
El profeta Isaías, por ejemplo, escribió: «¡Qué nación tan pecadora, pueblo cargado con el peso de su culpa! Está lleno de gente malvada, hijos corruptos que han rechazado al Señor.
Han despreciado al Santo de Israel y le han dado la espalda» (Is 1:4). De igual manera, Shakira dice que Dios está solo en las calles, como un desempleado, «esperando paciente por alguien con quien al menos tranquilo pueda conversar».
Nietzsche escribió una cita muy famosa al respecto: «¡Dios ha muerto! Y nosotros lo hemos matado». La frase no significa que Dios murió literalmente, sino que la idea de Dios, de un creador y de algo trascendente ha sido eliminada de nuestras sociedades actuales.
Shakira sugiere que hemos reemplazado a Dios con nuestros propios dioses falsos: «Si a falta de ocupación o de excesiva soledad, Dios no resistiera más y se marchara a otro lugar, sería nuestra perdición, no habría otro remedio más que adorar a Michael Jackson, a Bill Clinton o a Tarzán». En otras palabras, y como dijo hermosamente Novalis: «Donde no hay dioses, reinan los fantasmas».
Algunos algunas personas interpretaron esta canción como una burla a la religión, en realidad es una advertencia bastante clara. Shakira parece decir que olvidarse de Dios no solo es un problema espiritual, sino que nos termina llevando a una catástrofe ética, social y planetaria. Quizás hemos sacado a Dios de la escena, ¿pero a quién o qué hemos puesto en su lugar?
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