¿Veleta o brújula?

“Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2ª Timoteo 4:3-4).

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Desgraciadamente, con tanta oferta y demanda en el mercado de las religiones y las sectas, parecemos una veleta que gira de aquí para allá según los impulsos de unos y otros. Tantos afirman tener la verdad y, con el relativismo reinante en nuestra sociedad postmoderna, resulta prácticamente imposible estar seguros de la realidad ya que hay personas que “seducen a las almas inconstantes” (2ª Pedro 2:14c).

Dichos “falsos maestros” según 2ª Pedro 2:1 pueden confundirnos.

“El que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1:6b).

¿Cómo protegernos pues?

“si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).

Y en vez de dar vueltas como una veleta, fija tus ojos en el norte. La brújula se llama la Palabra de Dios, a saber, la Biblia:

“Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2ª Timoteo 4:2).

Puede que te tachen de cerrad@, de tener pocas miras, de ser intransigente o de no estar a la moda. Pero prefiero eso a seguir dando vueltas hasta marearme sin dar con el destino que todos ofrecen pero no entregan:

“Evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. Y su palabra carcomerá como gangrena” (2ª Timoteo 2:16-17).

Que quede claro:

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6) porque “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

Eso es lo que afirma Dios en Su Palabra. Prefiero escuchar eso a lo que digan los humanos porque como leemos en 2ª Timoteo 3:15-17:

“Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.

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Resumiendo, lo que salva no es ni las religiones ni las sectas, sino una persona, el Dios encarnado Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. Esa es la afirmación que vemos en la Palabra de Dios.

¿Usarás la Brújula o prefieres seguir dando vueltas?

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