Se trata de ver cómo eso de las famosas “mordidas”, que se muestran tan del folclore patrio, son efectivamente síntoma de la naturaleza de esa patria.
(Cuando un ordenador se desordena, puede una conversación quedar muda. Eso pasó la semana anterior. Aquí estamos de nuevo.)
Se trata de ver cómo eso de las famosas “mordidas”, que se muestran tan del folclore patrio, son efectivamente síntoma de la naturaleza de esa patria.
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No es para bromas, pues el asunto alcanza nada menos que la categoría de argumento jurídico. (Tal se explicó en articulo semanal de opinión en un diario de Valencia.) Efectivamente, no se sabe bien en qué curso o asignatura se da, pero, por lo que vemos, existe un 5% de mordida con valor de prueba. Y esto “prueba” mucho de España.
Si ha aparecido un 1%, no vale. Una mordida tiene que ser del 5%. Esa fracción forma parte de la unidad de España.
Que ya dijo uno que una noble y brillante dictadura debe ser la del sable, no la de una navaja proletaria mugrienta. Aquí, sin meternos en vericuetos, lo que se argumenta es que la mordida brillante, incluso “decente” y de prestigio tiene que ser del 5. No se pueden perder los valores de la patria.
Es que la historia de España es la de mordidas y mordiscos. No puedo evitar recordar cada vez que estas cosas salen, cómo evitaban (y esto no es broma, que lo dijeron los presentes y viajeros que lo vieron) en el entorno de Jerusalén que se llevaran “mordidas” de la vera cruz.
Fue necesario colocar a un diácono a la vera de la vera cruz para que los peregrinos se limitaran a besarla sin tocarla, pues se daba el caso de tantos antes que con el beso hincaban el diente y se llevaban una astilla. (Peor de todos modos lo tenían los que se llevaron recuerdos a mordiscos de la columna de Simeón. Que no es broma.)
Una mordida para arreglarte un poco la vida futura. Pues una reliquia así seguro que te abría puertas en el laberinto de las penitencias. Los modernos dan mordidas para arreglarse un poco la vida aquí. El viejo papado de las reliquias tiene en el nuevo papa un ejemplo: lleva colgada una reliquia de algo. Los valores que nunca se pierdan.
Tampoco puedo olvidarme de otra mordida, también del papado (si es que estamos rodeados), pero esta más que mordida fue un tragantón.
Fíjate como seria que engulló a todo el Imperio Occidental. Esta mordida no fue religiosa, sino política, de dineros y poderes terrenos. La excusa fue religiosa, ciertamente, pero la finalidad era de lo más “terrena”. La llaman falsa donación de Constantino.
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El documento era falso ciertamente, pero que con esa falsificación el papado se apoderó de los bienes del Imperio Occidental, pues eso no es falso. (Y con ello, luego, hasta la Mar Océana.) Esa no fue del 5 sino del 100%.
Una nación construida con esos valores, qué puede valer. Lo único, su gente, que ha sido comprada y vendida. Con cada mordida se llevan un poco de la carne y la sangre de los aplastados. (Aunque, a veces, no hay manera de levantarlos, pues parece que les gusta, esperando la ocasión de morder algo ellos mismos.)
Con esos documentos falsos (parece que las mordidas incluyen en la actualidad parte de esa modalidad) se repartieron las tierras “reconquistadas”. La santa cruzada, con mordidas terrenas y del más allá. Con esos valores se hicieron con la propiedad de las tierras y gentes.
Escuché a un guía de gran brío patrio que nos guiaba por los jardines de Aranjuez (cerca de Madrid, pera los que no sepan), confesar que aquello simplemente era el lugar donde el monarca, Felipe II, negociaba con sus propiedades, es decir, con toda España y allende.
Parece que aquello era una gran cosa. Esas negociaciones duraban poco más de una semana. Allí acudían los que compraban y vendían astillas de la vera España. Eso sí que era un monarca.
Luego vinieron los Borbones, y ya no fue igual. Se reunían en el mismo real sitio, para sus mordidas con la carne y sangre del pueblo, pero, además se divertían con grandes celebraciones. Dos o tres meses duraban sus festejos. Tanto, que se tuvo que levantar una ciudad de servicios para servirles. (Eso decía el guía. Esa España era la que el visitante veía. Esa era la cultura de los valores que había que recordar y mostrar a la juventud… No pude despedirme y pedirle que eso lo dijera, al menos, con un poco de pena.)
Cuando en la Europa de la Reforma las ciudades están siendo la base de las libertades religiosas y civiles, en España se levantan para servidumbre de los dueños de la tierra.
¡En una tal patria, qué menos que una mordida del 5%!
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