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El cuidado de la Creación

Él no ha tirado la toalla con Su obra maestra y nos invita a colaborar con Él como guardianes de la creación para traer el cielo a la tierra. Un artículo de Paula Casamayor Segarra.

IMAGINA 09 DE MARZO DE 2025 08:40 h
Foto: [link]Guillaume de Germain[/link], Unsplash CC0.

Cada vez vemos más presente en los medios de comunicación y las conversaciones a pie de calle la amenaza de un colapso medioambiental del que lleva décadas avisando la comunidad científica, ya que cada año parece que lo tenemos más cerca. Repasemos algunos datos de las Naciones Unidas 1 al respecto:





  • Se estima que 1 millón de los 8 millones de especies de fauna y flora del mundo está en peligro de extinción.




  • Estamos utilizando recursos naturales en un equivalente a 1,6 Tierras para mantener nuestro estilo de vida actual y los ecosistemas no pueden soportar el ritmo acelerado de nuestro consumo.




  • Desde los años 80, cada década ha sido más cálida que la anterior, y los últimos nueve años han sido los más cálidos de los que se tiene constancia.




  • Al año llegan cerca de 8 millones de toneladas de plástico al mar.




  • 7 millones de personas al año mueren por la contaminación del aire.




  • Ha aumentado el nivel del mar en 20cm a escala mundial desde 1900.




  • Los años 2021 y 2022 han sido marcados por una pérdida masiva de glaciares de montaña, superando en un 20% la década anterior. Se ha registrado una pérdida casi irreversible de 200,000 glaciares en Europa, África, Oceanía, Asia y América. Al menos la mitad de estos glaciares podrían desaparecer para el año 2100.




  • Cada año se talan 15 billones de árboles.




  • 33% de la muerte de niños de menos de 5 años se deben a causas ambientales.




  • Nuestro sistema alimentario mundial es el principal responsable de la pérdida de biodiversidad, y tan solo la agricultura por sí sola supone una amenaza identificada para 24.000 de las 28.000 especies en riesgo de extinción.





Estas evidencias del impacto de la actividad humana en los ecosistemas y equilibrios planetarios son abrumadoras… Tanto, que algunos científicos proponen un nombre a esta nueva época geológica que está provocando la humanidad: el Antropoceno.



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Sin embargo, hay fuertes intereses que han gastado decenas de millones de euros en desinformar sobre el tema del cambio climático, pero la evidencia científica es aplastante y de ninguna manera apoya tales argumentos.



Ningún análisis de otro tema científico ha sido tan exhaustivamente investigado y revisado, especialmente gracias al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) creado por las Naciones Unidas.



Todo esto encaja perfectamente en el relato bíblico de Génesis 2, donde vemos que Dios crea al ser humano en un bonito equilibrio: del polvo (parte del resto de la creación) pero a Su imagen (diferenciados de la creación). Con un propósito: custodiar y cuidar el jardín de Dios, ser sus representantes.



Sólo el ser humano ha sido dotado de autoridad sobre el resto de la creación como para tener tal impacto sobre ella. Una autoridad, en el caso expuesto previamente (el nuestro), ejercida de manera profundamente egoísta y corrupta, reflejo del pecado que habita en nosotros.



El colapso medioambiental y la crisis climática tienen una raíz espiritual: empiezan en cada corazón humano enfermo y contaminado. Cuando dimos la espalda a Dios, el Creador, se la dimos al resto de Su obra, a nuestros hermanos y a nosotros mismos.



El movimiento ecologista empezó en la segunda mitad del siglo XX como respuesta al desmantelamiento y explotación humanas de los recursos naturales y la vida en todas sus formas.



Lo conforman personas que llevan décadas luchando por la protección del medio ambiente y, podríamos decir, que están apasionados por la Creación de Dios (aunque muchos no reconozcan a la naturaleza como tal), han reconocido su valor, y les duele ser testimonios de la pérdida de vida a su alrededor. Otro dato interesante del ecologismo es que busca la “justicia climática”, es decir, igualdad de acceso a los servicios del ecosistema y demanda de responsabilidades ante la degradación medioambiental.



Ya que, lamentablemente, son los países que menos han contribuido al cambio climático por su situación de pobreza, los que más van a sufrir sus consecuencias. Podríamos decir entonces, que la justicia climática y la social están fuertemente vinculadas; cuando estoy destruyendo la naturaleza, estoy también agrediendo la dignidad y los derechos de las personas que la habitan y dependen de ella para subsistir.



Así que cuando hablamos de cuidar del medioambiente, estamos hablando de justicia en todas sus formas.



Con este escenario delante de nuestros ojos nos preguntamos: ¿qué puede aportar el cristianismo al ecologismo en este momento crítico en la historia de la humanidad?



Como comentábamos previamente, la Biblia da un diagnóstico profundo y claro al estado de nuestro planeta: la caída y el pecado, la ruptura del diseño original de Dios.



Los ecologistas podrán abordar esta crisis eco-social desde el materialismo, la educación, la política… pero si no reconocemos que hay un problema espiritual de base, la raíz seguirá podrida y el árbol seguirá cayéndose.



Por otro lado, si nos enfocamos en las evidencias y la lenta e insuficiente respuesta social y política desde un punto de vista meramente materialista, fácilmente caeremos en la desesperación y el derrotismo, porque el futuro se avecina muy oscuro.



Si ponemos nuestras expectativas meramente en los esfuerzos humanos, que son los que en realidad han causado todo este desastre ambiental, pronto nos daremos de bruces con la amarga realidad: no es suficiente, vamos a fallar.



Por mucho que yo como individuo o familia haga, no va a frenar el brutal tsunami del colapso ecosistémico que se avecina.



Sin embargo, en Colosenses 1:19-20 encontramos que Dios está reconciliando todas las cosas con Él a través de Jesús. En la cruz y la resurrección, Jesús venció a la muerte y el pecado, ofreciendo su victoria y esperanza tanto a nosotros como al resto de orden creado.



Él no ha tirado la toalla con Su obra maestra y nos invita a colaborar con Él como guardianes de la creación para traer el cielo a la tierra: restaurando, cuidando, amando, y haciendo florecer la vida a nuestro alrededor.



Siendo buenos y sabios mayordomos o administradores de lo que Dios nos ha confiado, siendo socios de Dios. Jesús está comprometido con Su creación y está interesado en sanarla y liberarla del poder del pecado en ella, ¿está dispuesta Su iglesia a aceptar Su invitación y seguirle?



Dios está interesado en Su creación, la ama y tiene una historia mejor para ella. Él está al control y la sostiene, el pecado no ganará la batalla. El cristianismo puede ofrecer esperanza y descanso al movimiento ecologista y la ansiedad climática de muchos jóvenes de hoy en día.



En Jesús, además, aprendemos que cada semilla de eternidad plantada en consonancia con Su voluntad cuenta y será usada para traer Su Reino.



Todo lo que hayamos amado en nuestra vida aquí, tendrá efectos de eternidad y estará tejiendo el cielo a la tierra: el servicio a nuestros hermanos, el trabajo con excelencia, la misericordia hacia los más necesitados, la alabanza a nuestro Dios, el acompañamiento a los enfermos, la protección de la naturaleza que nos rodea (de la que formamos parte y dependemos para vivir), el frenado de las dinámicas enfermizas del consumismo y generación abismal de residuos que están matando el hogar que Dios nos dio, etc.



Cada gramo de amor cuenta, y aunque tengamos unos pocos panes y pescados, Dios ya se encargará de multiplicarlos.



Finalmente, la cosmovisión cristiana aporta justicia al colapso de los ecosistemas. Ya que, tarde o temprano, vamos a tener que rendir cuentas al Creador Todopoderoso y Soberano de qué hemos hecho con la vida (propia y ajena) que se nos ha confiado.



Va a haber consecuencias por toda la maldad cometida en contra de la creación de Dios y, en última instancia, contra Su Creador. ¿Hemos sido jardineros o destructores de la creación?



Tuviese pocos o muchos talentos, ¿cómo los he usado? ¿Me he atrevido a sumarme y colaborar con Dios en su obra redentora o me he escondido en la apatía y el derrotismo excusándome en que “de poco servirán mis esfuerzos”? ¿He contribuido a exacerbar la separación entre pobres y ricos con mi estilo de vida insostenible e injusto hacia las naciones pobres o he amado a mis vecinos cuidando de su hábitat?



Como cristianos, tengamos la teología que tengamos a nivel escatológico, no podemos dejar de preguntarnos cómo se siente Dios respecto el estado en el que estamos dejando Su creación.



Debemos abrir los ojos a esta gran omisión de la iglesia del siglo XXI, este punto ciego, a través del cual el pecado está campando a sus anchas entre los seguidores de Cristo.



No estamos siendo los representantes de Dios en esta área, ser discípulos de Cristo pasa por amar toda forma de vida a nuestro alrededor y hacerla florecer como parte de nuestra alabanza al Creador. Despierta iglesia, ¡despierta!



El Espíritu está soplando y Cristo llamando a tu puerta para que escuches su llamado y te unas a su misión de reconciliar todas las cosas con Él. Vivamos desde la esperanza de la manera más justa, humilde, genuina y sostenible posible sabiendo que en cada decisión podemos elegir representar a Dios, honrarle y glorificarlo.



Aquellos que creemos en Dios como Creador y Sustentador del mundo, tenemos una poderosa motivación para cuidar del planeta de Dios, y actuar en nombre de los pobres, que son los que más sufren por la degradación ambiental.



Si esto toca tu corazón y se alinea con tu razón de vivir, si crees que has sido creado para servir a Dios y a la obra de Sus manos, ¿cómo pasar a la acción?



Aunque la problemática es muy compleja y global, hay hábitos que podemos cambiar en nuestros estilos de vida familiares y eclesiales para alinearnos con el llamado a ser mayordomos de la creación, clasificados en cuatro ejes:





  • Transición energética: podemos contratar electricidad de origen renovable o ponernos placas fotovoltaicas en la cubierta de casa, comprobar que nuestras casas y coches sean lo más energéticamente eficientes posibles, usar el transporte público, priorizar los desplazamientos en bicicleta o a pie siempre que sea posible o compartir el coche con más frecuencia.




  • Economía circular: todo lo que tenga que ver con reducir las compras masivas que hacemos y los residuos que generamos, reutilizar, evitar los plásticos, comprar productos de segunda mano, éticos, sostenibles, y de proximidad… alivia la explotación de recursos naturales y acumulación en los vertederos. Reciclar también, pero como última opción.




  • Alimentación: los productos cárnicos y lácticos son los más contaminantes. Por lo que reducir su consumo pasando a dietas más mediterráneas con una base fuerte de frutas, verduras, legumbres y cereales, traerá grandes beneficios tanto al planeta como a nosotros.




  • Reforestación: evitar alimentos o productos que favorezcan la deforestación, además de participar en iniciativas físicas o virtuales que contribuyan a la plantación de árboles, puede ser de gran ayuda para recuperar nuestros pulmones planetarios.





Algunos expertos 3 aseguran que estos son los cuatro ejes fundamentales que abordar en la transición ecológica. También podemos informarnos más sobre estos asuntos y apoyar a líderes en el gobierno o la industria que están defendiendo u organizando las soluciones necesarias.



Por último, quisiera recomendar algo de bibliografía al respecto del cuidado de la creación:





  • David Bookless. Sabios con el Planeta. Publicaciones Andamio 2019.




  • Miguel J.Wickham y Terence-Pablo Wickham Ferrier. Ecología y Cambio Climático. Publicaciones Andamio 2012.




  • Ruth Valerio. Una Vida Justa y Sencilla: la Fe y la Comunidad en una Era de Consumismo. Publicaciones Andamio, serie Ágora 2018.




  • David Gobbett. El medioambiente. Andamio 2024. (Próximamente)




  • Ruth Padilla Deborst, C.René Padilla y Zac Niringiye. Semillas de Nueva Creación. Kairós 2010.




  • R. J. (Sam) Berry y Laura Yoder. John Stott on Creation Care. IVP 2021.





 



Paula Casamayor Segarra es licenciada en Ingeniería Energética y con una maestría en Tecnologías Energéticas para el Desarrollo Sostenible. Trabajó para la FAO, después se incorporó a la ONG peruana «EcoSwell», en proyectos de energías renovables y acciones medioambientales. Trabajó en Tragsatec en materia de movilidad eficiente y sostenible. Y actualmente trabaja como asesora energética en Imedes. Forma parte de la Mesa de Trabajo sobre el Cuidado de la Creación del Movimiento de Lausana España.



 



Notas



1.  https://www.unep.org/es



2. Génesis 1:26-27, 2:7 y 2:15



3.  https://news.mongabay.com/2024/02/planetary-boundary-pioneer-johan-rockstrom-awarded-2024-tyler-prize/



4. N.d.E. Este artículo forma parte de la serie Imagina. Puedes ver más sobre este proyecto aquí.


 

 


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