Lo que está ocurriendo en California nos recuerda que el paraíso terrenal no existe. El dinero no nos blinda ante los problemas.
El reciente incendio de Hughes (4000 hectáreas), a 75 km al norte de Los Ángeles nos recuerdan a los terribles incendios incontrolados de hace unas semanas, que azotaron los suburbios más adinerados de la enorme aglomeración de la ciudad de Los Ángeles (LA). La ciudad, fundada por 14 familias de origen nativo, africano y europeo en 1781, ahora tiene una población parecida a las de Madrid y Barcelona, aunque con una extensión mucho mayor. Las múltiples causas de estos incendios que en el país más avanzado del mundo no se pudieron prevenir ni controlar, están aun inconclusas, aunque podemos atrevernos a resumirlas.
[photo_footer]La costa de Los Palisades, el día después.[/photo_footer]
La similitud de los factores climáticos y medioambientales, claves en el origen y propagación de los incendios, a las de la península ibérica nos deben avisar de lo que puede pasar este lado del atlántico también, además de las otras regiones mediterráneas en ambos hemisferios.
Los incendios principales fueron en el norte de la ciudad, en Eaton, cerca de Pasadena, pero especialmente en el suroeste, la zona montañosa de Pacific Palisades, Santa Monica y Malibu. Junto con algunos focos más, habían quemado, hasta el 18 de enero, más de 16000 hectáreas (160 km2, que es casi tres veces la isla de Manhattan), destrozando miles de casas, colegios y comercios, y obligando a la evacuación, de más de 150.000 ciudadanos.
Para comparar, la ciudad de Barcelona tiene 101 kilómetros cuadrados. Los muertos, principalmente personas mayores, ascendieron a 28, aunque decenas de personas siguen desaparecidas.
[photo_footer]Los barrios calcinados por el fuego.[/photo_footer]
Al ver las noticias no pude evitar de pensar en el libro de Juan Milton, escritor puritano inglés, ‘El Paraiso Perdido’, escrito después de escaparse de la última Gran Plaga bubónica de Londres de 1765-1966 a un pueblo de la campiña inglesa. El año siguiente una gran parte del centro de Londres se quemó (1966), purificando la ciudad de las condiciones insalubres y permitiendo la reconstrucción del centro en condiciones mejores.
La costa de California es, en la mentalidad de los habitantes de los Estados Unidos, el paraíso. Los mismos factores ambientales que causaron los incendios son lo que atrajeron a tantas personas a poblar esta región anteriormente casi despoblada. Cientos de miles de emigrantes, principalmente europeos, huyendo de la rigidez religiosa, las guerras continuas y la pobreza del viejo continente, cruzaron el Atlántico y emprendieron el viaje al oeste, viéndolo como la tierra prometida: oro, tierras vírgenes, y clima templado y mediterráneo. Con el tiempo la zona de Los Ángeles, originalmente por la administración española (de allí los nombres de la poblaciones costeras, San Francisco, Los Ángeles, San Diego, etc) y llamada el ‘sunshine state’ (estado del sol), albergó la industria cinematográfica, especialmente en Hollywood, barrio de LA, y en las últimas décadas, las nuevas industrias de software y tecnología.
No hay una sola causa, pero en seguida los políticos empezaron a echar la culpa al otro bando. Críticas de que los montes estaban abandonados, de que la administración del estado de California y la ciudad de LA, controlado por los demócratas, salieron enseguida.
Las mismas razones por las que el sur del Estado de California se consideraba el paraíso, su clima, tiene que ver con una de las causas principales. El clima mediterráneo se caracteriza por inviernos húmedos y veranos secos y calurosos, al bajar del norte los frentes en el otoño, y alejándose el resto del año, igual que en todas las zonas mediterráneas del mundo, principalmente en el lado occidental de los continentes en estas latitudes, tanto en el hemisferio norte como en el sur (aunque diferentes estaciones). California y la zona Mediterránea en el hemisferio norte, y parte de la costa de Chile, sud-áfrica sur-occidental (Ciudad del Cabo), y Perth y Adelaide en Australia, en el hemisferio sur. En todas estas regiones las lluvias no son muy predecibles y las sequías ocurren con frecuencia. Además, cuando en ciertas condiciones atmosféricas de anticiclón ocurren, los vientos secos del interior se dirigen a la costa, a veces en California con mucha velocidad. En este ambiente de sequía más un periodo de lluvias que creó maleza, seguido por 8 meses de sequía, los famosos vientos de Santa Ana, de hasta 160 km por hora, crearon una situación de riesgo extremo, con unas ráfagas de viento muy seco que eliminan la humedad del ambiente, favoreciendo la progresión del fuego a la vez que complicando el vuelo de los aparatos aéreos de extinción.
Vientos parecidos proveniente del interior, aunque menos fuertes de momento, también existen en España.
La zona de Los Ángeles es propensa a incendios. El gran incendio de 2017 en la Bahía de California y el incendio de Paradise con 85 muertos en 2018 son eventos recientes. La previsión es de más de 250 mil millones de dólares de daños, incluyendo museos emblemáticos y obras de arte.
Muchas de estas condiciones ambientales se han visto agravadas por las consecuencias del calentamiento global inusual reciente, en una zona de especial riesgo para este tipo de desastres naturales. Las sequías largas son más frecuentes, las lluvias torrenciales, y los vientos de Santa Ana más fuertes. Esta realidad, advertida continuamente por el mundo científico, es un factor importante, y al negar que el cambio climático sea una causa importante, se devalúan los planes de prevención y preparación, incluyendo mapas de riesgo y programas de evacuación, tan necesitados de recursos adicionales.
Añadido a esto, la zona de Los Palidases, Santa Monica y Malibu es montañosa, y muchas casas habían sido construidas, - y mayormente de madera (lo normal en EEUU), en los mismos montes o al borde de ellos. La otra zona al norte de LA, Eaton, también es parecida.
Otras causas son la falta de mantenimiento de las bocas de incendios, algunos sin agua, los recortes municipales en los presupuestos para los parques de bomberos, con la reducción de los equipos de bomberos, muchos de ellos voluntarios, y la falta de previsión y decisiones tardías, contrastado con la celeridad y prevención en que se actuó en el último gran incendio den 2011. Un factor importante ha sido el permitir construcciones durante las últimas décadas, y de materiales inflamables, madera, en muchas zonas de riesgo de incendio. Son contadas pero importantes las casas que se salvaron, por su construcción especial contra incendios.
Otros efectos han sido el humo y los gases nocivos de los incendios, y la oleada de robos y pillaje, típico en los eventos de este tipo.
¿Cuándo nos daremos cuenta que estos vientos de Santa Ana ya no son locales o algo ‘normal’, sino algo de un alto riesgo, alimentados, en velocidad ye intensidad, por el calentamiento global? Recientes incendios en Hawai, Carolina del Norte, Grecia, Sudan, y los bosques boreales de Canadá y Siberia son ejemplos a nivel mundial, algunos mucho más extensos, pero con menos impacto mediático. En España las mismas condiciones climáticas y medioambientales existen, y la previsión de incendios crece.
El calentamiento reciente de la atmósfera del planeta es causado principalmente por la quema de combustibles fósiles, así que la negación del cambio climático y el permiso para taladrar el subsuelo para todo el petróleo y gas que queda, anunciado por el nuevo Presidente de los EEUU, no predice un buen futuro.
Esta continuada y progresiva subida de la temperatura de la atmósfera, principal característica del cambio climático acelerado en las últimas décadas, está convirtiendo lo ‘ocasional’ en ‘normal’. Otras anomalías meteorológicas recientes, como las nieves en Miami y el golfo de Méjico, también pueden atribuirse al calentamiento global.
Los humanos tenemos mala memoria. Pasa en las zonas tectónica de volcanes y terremotos también. Aun en el auge de los incendios en LA, la noticia principal era el dictamen del corte Supremo de los EEUU contra TikTok. Desde hace años ciudadanos californianos han estado emigrando a ciudades llamadas ‘refugio’ del Este, como Duluth en el lago Erie. En 2018 1,2 millones de americanos dejaron su hogar por razones de clima, como inundaciones, huracanes e incendios, además de otros menores como tornados, y especialmente terremotos en California, la principal preocupación de los californianos hasta ahora. En 2020 fueron 1,7 millones de emigrantes de California.
La emigración por el clima es uno de las mayores causas actuales de la emigración a nivel mundial. A la pobreza, las guerras y los conflictos, ahora se multiplican los factores climáticos, como el calor (extremos como en la India, con 50 grados a las 9 de la mañana a veces en algunos pueblos del centro); las sequías, las inundaciones y la subida del nivel del mar en las llanuras de zonas costeras. Ciudadanos de Madrid pensando más en vacaciones de verano en el norte de la península, son ejemplos más cercanos de lo que está pasando en todo el mundo.
Lo que está ocurriendo en California nos recuerda que el paraíso terrenal no existe. El dinero no nos blinda ante los problemas. ‘Poned vuestra mira en las cosas de arriba’, dijo el apóstol Pablo a los Colosenses, haciendo eco de la enseñanza de Jesús:
‘No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón’ (Mateo 6: 19-21).
John Milton luego escribió ‘El Paraiso recuperado’, describiendo la esperanza cristiana basada en la muerte de Cristo en la Cruz por sus criaturas, nosotros.
Y la Biblia también nos dice de que el fuego es purificador, que al final de este mundo, cuando venga otra vez Cristo, el fuego probará lo que hemos construido, si es duradero o no.
13 ‘la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego’. (1 Corintios 3:13-15).
Edifiquemos nuestras vidas sobre lo que permanece.
Algunas referencias:
El País (video) https://elpais.com/us/2025-01-18/el-infierno-en-el-que-ardio-los-angeles-cronica-de-dias-de-fuego-cenizas-y-caos.html
BBC (video) https://www.bbc.co.uk/news/resources/idt-7391e1a7-968a-4cf3-aa2a-d79c0ff994c3
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