¡Enhorabuena!

“Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2ª Timoteo 1:9-10).

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El plan de redención data de la eternidad pasada pero en buena hora llegó el único que podía llevarlo a cabo. Leemos: “Ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo”. Esa es la hora buena.

Puesto que el Salvador ya hizo su parte, ahora nosotros podemos acceder a la salvación siguiendo los pasos que este versículo enumera:

“Salvación”: Es decir, el perdón de nuestros pecados.

“Santidad”: Es decir, conducta apartada del pecado demostrando que la salvación del pecado ha tenido lugar.

“Fe”: Es decir, no por méritos propios, no por buenas obras, sino por confiar en el único y suficiente Salvador.

“Gracia”: Es decir, por el favor inmerecido de Dios, quien decide mostrar misericordia a los pecadores arrepentidos que confían en Él.

“Vida eterna”: Es decir, no una duración interminable de vida (incluso los moradores del lago de fuego vivirán eternamente), sino una calidad de vida en el Reino de los Cielos en presencia del Dios que nos salvó.

“Evangelio”: Es decir, las Buenas Nuevas, el mensaje que explica que Cristo vino a este Mundo, murió en la cruz por nuestros pecados, resucitó de entre los muertos, ascendió de nuevo al Cielo, y ahora te dice lo que también dijo en su día:

“Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14b-15).