Las medallas en mi solapa

–¿Por qué debiera dejarte entrar en el cielo?

–Ah, bueno, veamos, eche un vistazo a las medallas en mi solapa…

Esta es por haber ayudado a una anciana con las bolsas de la compra.

Esta es por ayudarle a una persona ciega a cruzar la calle.

Esta es por el trabajo voluntario que hice para una organización caritativa.

Esta es por…

–Un minuto, ¿quién le ha dado esas medallas?

–Me las puse en mi solapa.

–¿Por qué hizo eso?

–Bueno, todas esas buenas obras deben haber valido para algo, ¿no?

–Me temo que no. Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él.

–¿No?

–No.

–No lo sabia…

–Debiera habido saberlo ya que Romanos 3:20 le avisaba de ello. Nadie está a cuentas con Dios por guardar la ley o por hacer buenas obras: Romanos 3:20a, Hechos 13:39b, Gálatas 2:16a, Isaías 64:6b, Miqueas 6:6-7…

–¿Romanos qué?

–Un libro de la Biblia.

–Ah, pues tengo una Biblia, eso vale.

–El tener una Biblia no quiere decir nada. ¿Obedeces la Palabra de Dios?

–Bueno…

–¿La leíste?

–Sí, de vez en cuando…

–Pues vayamos al punto y dejemos esas medallas de lado. Hiciste algunas cosas buenas, pero ¿qué hay de las cosas malas? Lo bueno que hiciste está bien, pero qué hay de lo siguiente:

Tú did {…}.

También {…}.

Además, {…} repetidamente.

Por si eso fuera poco, también {…}.

Ah, sí. Y antes de que se me olvide, también {…}.

Y {…}.

¿Qué hay de cuando {…}?

–Vale, vale. Ya basta. ¿Qué tengo que hacer para entrar?

–Ese es el problema. Nadie tiene derecho a entrar como lo advirtió Romanos 3:23.

Debiera haber leído y actuado conforme a Romanos 3:21-26:

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”.

Demasiado tarde para ese individuo. Pero, ¿qué hay de ti?