Para ser superestrella hay que...

Si estás leyendo el presente escrito pensando en que te voy a dar los 7 pasos para convertirte en una superestrella, lamento desilusionarte. No hay 7 pasos sino uno solo y lo vemos en Daniel 12:3, donde leemos: “Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”.

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Eso sí que es ser una superestrella donde las haya.

¿Brillas tú de esa manera? Si no, y aunque no te hayas topado con una superestrella hasta la fecha, no por eso no brilla el Evangelio en tu vida. Dios ha dejado testigos por todas partes para que no puedas escapar del Evangelio:

“si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones” (Hechos 14:17). Eso es la revelación universal de Dios. Mira lo que dice Salmo 139:7-12:

“¿A dónde me iré de tu Espíritu?

¿Y a dónde huiré de tu presencia?

Si subiere a los cielos, allí estás tú;

Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.

Si tomare las alas del alba

Y habitare en el extremo del mar,

Aun allí me guiará tu mano,

Y me asirá tu diestra.

Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán;

Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.

Aun las tinieblas no encubren de ti,

Y la noche resplandece como el día;

Lo mismo te son las tinieblas que la luz”.

Si te parece demasiado poético, te lo digo de manera que no quepa duda:

“porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19-20).

No tienes excusa porque sea que has oído el Evangelio porque se te ha acercado una superestrella o sea por la revelación universal de Dios, tienes que tomar una decisión. Y no la puedes evitar porque como lo dice Salmo 19:1-3:

“Los cielos cuentan la gloria de Dios,

Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.

Un día emite palabra a otro día,

Y una noche a otra noche declara sabiduría.

No hay lenguaje, ni palabras,

Ni es oída su voz.

Por toda la tierra salió su voz,

Y hasta el extremo del mundo sus palabras”.

Y aún así, si la revelación universal no te convence, te dejo la revelación de Dios que nos ha dado en Su Palabra, la Biblia:

“que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. {...} Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2ª Corintios 5:19 y 21).

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Te toca a ti: ¿Quieres la justicia o la misericordia de Dios? Pues ya sabes…