¿Estaban equivocados los cristianos de la Iglesia primitiva acerca de la segunda venida de Cristo?

Veamos algunas de las menciones más llamativas del apóstol Pablo, respecto al sentimiento escatológico que él mismo tenia acerca del inminente retorno del Señor Jesús en su misma generación: “Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”. (1ª Tesalonicenses 4: 15-17). También observamos la misma alusión del apóstol en 1ª Corintios 15: 51-52. “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.  Y en la despedida a los corintios también les declara  “El Señor viene”, Maranata, que se convertiría en un saludo habitual entre los creyentes de la época, invocando de esta manera el inminente retorno de Cristo.

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También observamos algo parecido en la carta a los Filipenses, Pablo declara emocionadamente desde la cárcel lo que ya era de dominio público en las comunidades cristianas de la época: “El Señor está cerca” Filipenses 4:5b. Esta sensación entre algunos creyentes de Tesalónica sobre el inminente regreso del Señor Jesús a por los suyos había generado la ociosidad y el abandono laboral por parte de algunos a los que el mismo apóstol Pablo reprende severamente. (2ª Tesalonicenses 3:6-14)

El apóstol Pedro, también realiza un llamamiento a los cristianos de la dispersión acerca de lo que él también entendía sobre el inminente retorno de Cristo en su misma generación, “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración” 1ª Pedro 4:7. Santiago el hermano carnal del Señor Jesús, en su epístola a las doce tribus de la dispersión también manifiesta su sentimiento escatológico: “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca”  Santiago 5:8.  A este grupo también hay que añadir al apóstol Juan con la siguiente declaración escatológica “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo” 1ªJuan 2:18.

El mismo apóstol Pedro unos quince años después de las cartas de Pablo a los tesalonicenses sale al paso en su segunda carta centrando la cuestión de la segunda venida del Señor y del fin del mundo, calmando los ánimos de quienes incluso se estaban cuestionando y hasta burlando del mensaje escatológico de Pablo, reivindicando también a su compañero de milicia de una manera noble y sincera. Concluyendo con un mensaje magistral además de extraordinariamente revelador sobre el fin de todas las cosas. (2ª Pedro 3: 1-18)

Es indudable que Pablo estaba recibiendo una enorme revelación acerca de los últimos tiempos y de la aparición del anticristo encarnado en lo que él definía como “el hombre de pecado” (2ª Tesalonicenses 2: 1-12) y de un sinfín de cuestiones escatológicas que conectan perfectamente con las profecías del profeta Daniel y del Apocalipsis de Juan (escrito cincuenta años después).

Veamos algunas causas más que probables del por qué todas las iglesias de la época estaban imbuidas de la sensación sobre el inminente regreso de Cristo en su misma generación.

1) El ambiente de avivamiento del que gozaban las iglesias del principio generaba una atmosfera enormemente ilusionante.

2) Muchos de ellos habían visto y oído al propio Jesús de cerca y estaban expectantes acerca del reino eterno del Mesías prometido, que para ellos era el mismo Señor Jesús. La discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor, también revelaba la sensación de la inminencia de Cristo para establecer su Reino eterno.

3) Otro elemento a considerar para comprender esta bendita sensación es el factor humano, nuestros sentimientos mezclados con la Palabra de Dios. Pero tal como dice el apóstol Juan en su primera carta (1ª Juan 3:2-3) acerca de la esperanza de su venida, es tremendamente revelador y cierto, porque ello conlleva un efecto santificador en nuestras vidas.

4) Otra razón de peso, sin duda la más importante, es que ellos no tenían ni la información completa ni la visión del cuadro completo respecto al cierre del canon bíblico, tal y como nosotros hoy en día podemos gozar de la revelación plenaria de las Escrituras, después de tantos avatares históricos. Esta en definitiva, es a mí entender la razón más determinante y concluyente sobre la cuestión que estamos abordando sucintamente. Por la pura Gracia de Dios, nuestra comprensión bíblica y profética hoy es muchísimo más clara y profunda que en aquellos primeros tiempos iniciales de la Iglesia, contando por supuesto con la inestimable iluminación del Espíritu Santo que nos guía a toda la verdad de ayer, de hoy y de mañana.

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Si me permiten la licencia en clave de humor irónico para concluir esta reflexión; hoy en día podríamos reunir a los profetas Zacarías y Daniel entre otros, a los apóstoles Pablo, Juan y Pedro y podríamos ofrecerles una clase magistral acerca del perfecto encaje profético sobre los tiempos finales y estoy seguro que saltarían de gozo. Ahora sí que es más cierto que nunca antes, todo lo relacionado sobre la cercanía del regreso de Cristo a no mucho tardar. ¡Aleluya, a Dios y solo a nuestro Dios sea toda la gloria!