La Reforma continúa: no apagues el espíritu reformador

Este año hemos conmemorado 506 años del inicio de la Reforma Protestante, una revolución religiosa que no solamente impactó la Europa del siglo XVI, sino todo el mundo. Hay una infinidad de valores que los grandes reformadores y protestantes de nuestra historia nos dejaron como legado y hoy me gustaría resaltar algunos de ellos que aún pueden servirnos de inspiración para seguir impactando nuestra sociedad.

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El primer valor que me gustaría resaltar es la valentía y la osadía de los primeros reformadores y sobre todo, la de aquellos protestantes que dedicaron su vida a proclamar la verdad de las Sagradas Escrituras. Casiodoro de Reina, con grandes esfuerzos, llegó a ser el promotor de la primera traducción completa de la Biblia al castellano, la Biblia del Oso. Producción que se convirtió en una joya de la literatura española del siglo XVI. Huyó primeramente de la Inquisición y posteriormente de los espías de Felipe II por Europa. Vivió una vida de peligros y de momentos de extrema pobreza en una España de intolerancia religiosa y de falta de libertades. Sin embargo, fue un referente para muchas personas y finalmente cumplió su objetivo: que los españoles tuvieran las Escrituras en su propio idioma, el castellano.

Cipriano de Valera, fue uno de los doce monjes que huyó junto con Casiodoro de Reina del Monasterio San Isidoro del Campo. Fue revisor y editor de la Biblia del Oso. Para el Santo Oficio, Valera fue considerado un hereje y su nombre fue añadido a los índices de libros prohibidos españoles. Vivió hasta su muerte en el exilio, siendo profesor en las universidades de Cambridge y Oxford. Gracias a Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, hoy tenemos en nuestras manos, la versión Reina-Valera.

No solamente hubo hombres de fe y de valentía, sino grandes mujeres que dieron su vida por Cristo como fue el caso de Leonor de Cisneros, esposa del licenciado Antonio Herrezuelo. Ambos fueron procesados en los autos de fe de Valladolid y condenados a la hoguera por herejes. Los primeros protestantes españoles tuvieron que enfrentar un escenario intolerante en el que, a pesar de ello, fueron capaces de proclamar la verdad. No me gustaría olvidarme de Harriet Tubman, mujer que luchó por abolir la esclavitud en los Estados Unidos. Fue una de las precursoras más relevantes de este movimiento social, llegando a liberar cerca de 300 esclavos a través del ferrocarril subterráneo.

Otro ejemplo brillante, un protestante italiano poco conocido, pero que sufrió el azote de la Inquisición fue el discípulo de Juan Valdés llamado Pietro Carnesecchi. En 1567 fue decapitado y quemado en Roma en el año 1567 por sus ideas reformistas y su defensa de la justificación por la fe.

Finalmente, Manuel Matamoros, considerado un mártir de la Segunda Reforma en España y el iniciador del protestantismo contemporáneo, es otro ejemplo de valentía y de osadía. Fue encarcelado durante tres años por compartir su fe en medio de un escenario de intolerancia religiosa y de marginación hacia los protestantes. Vivió en el exilio y una de sus grandes contribuciones fue la edición del Nuevo Testamento de 1865, publicado en una imprenta clandestina y distribuido en secreto.

En segundo lugar, la ética protestante supuso un notable desarrollo y crecimiento en la economía en los países que abrazaron la Reforma. Max Weber, uno de los sociólogos clásicos, muestra este hecho en su obra llamada Ética Protestante y espíritu capitalista. Sostenía que la ética protestante promovía valores como la disciplina, la responsabilidad individual, el ahorro y la diligencia, el sentido de deber y el trabajo arduo en los seguidores del calvinismo que a su vez, influyó en la acumulación de riqueza y el surgimiento del capitalismo. Todo esto supuso que la prosperidad económica era vista como una señal de la bendición de Dios.

En tercer lugar, la Reforma supuso un proyecto educacional y social sorprendente. Los reformadores consideraban fundamental que todas las personas pudieran leer y escribir por ellas mismas, pudiendo así interpretar la Biblia. Para ello, debía combatirse los altos niveles de analfabetismo presentes en Europa. Los protestantes construyeron escuelas para que todo el mundo tuviera acceso a una educación de calidad. Ejemplo de ello es el colegio Porvenir, en Madrid, fundado en 1897 por Federico Fliedner, quien implantó una iniciativa pedagógica moderna e innovadora en la España del siglo XX en la primaba el razonamiento en lugar del método memorístico. Por último, Lutero vio fundamental que los padres fueran los primeros educadores de sus hijos. Estos debían ser los máximos responsables de la educación y quienes enseñaran los valores bíblicos a sus hijos para ser buenos ciudadanos.

Considero que estos tres valores deberían ser cruciales en nuestra sociedad. Como cristianos protestantes debemos preservar el legado que nos han dejado todos nuestros predecesores predicando a Cristo en todo el mundo, asumiendo los retos y desafíos que puedan plantearse. Nuestros jóvenes deben ser valientes en las escuelas y universidades, demostrando que nuestra fe es una fe razonada y no un cuento de hadas.

A través de nuestra ética protestante debemos revolucionar nuestra cultura y nuestra sociedad, entre los vecinos, los amigos, los familiares, en nuestros puestos de trabajo, etc. Los individuos de la sociedad tienen que observar que nosotros actuamos y nos movemos diferente a la corriente de este mundo. Tenemos que alcanzar esferas, como la política, a las que todavía no hemos llegado para lograr ser luz allí. Un gran error de los evangélicos es separar lo secular de lo sagrado y esta es una barrera que tenemos que superar no sólo en la política, sino en todas las áreas de nuestra vida. En definitiva, a través de nuestro testimonio podemos impactar muchas vidas y con la ayuda sin duda alguna del Espíritu Santo. Debemos educar a nuestros hijos desde una óptica bíblica y teológica, asumiendo la responsabilidad de encaminarlos en los caminos del Señor.

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Las repercusiones de la Reforma deben seguir brillando más que nunca, tenemos un gran legado que nos lo dejaron tantos protestantes que dieron su vida por Cristo, tenemos que tomar el revelo y que las nuevas generaciones no apaguen en fuego y el espíritu reformador. En conclusión: ¡LA REFORMA CONTINÚA!