Farah y Janan anhelaban regresar a su hogar, pero todo quedó destruido tras el paso de ISIS.
Ahí estás. De vuelta en la aldea en la que viviste casi toda tu vida. Estás de pie, en frente de tu casa, que ha sido totalmente destruida y saqueada. Ves tu salón, el sitio donde tenías tu negocio, quemado. Todo se ha ido. Pasas alrededor de tu iglesia y el edificio está destruido, quemado. Farah y su marido Janan tuvieron que aunar esfuerzos en una situación así en 2017 y confiar en que Dios haría posible que sus vidas se encaminen de nuevo.
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Mientras conduzco hacia su aldea en la llanura de Nínive a 21 kilómetros al este de Mosul, me siento impresionado. Desde mi última visita, hace seis años, este lugar ha sufrido una metamorfosis. «Destrucción» y «desolación» son las palabras que describen mejor cómo se veía el lugar en 2017. En 2023, palabras como «vivo» y «restaurado» se ajustan más a la realidad. Cuánto ha trabajado la gente para devolver este lugar a la vida. Han vuelto a abrir tiendas, restaurantes y escuelas. En cada lugar hay gente en la calle y hay coches, motos y bicicletas en esta aldea que existe, como mínimo, desde el siglo XII.
Es cierto que algunas casas siguen abandonadas desde que el Estado Islámico (ISIS) las quemó, justo antes de que el lugar fuese liberado. Pero muchas casas volvieron a ser hogares para familias que decidieron volver al lugar y quedarse en Irak. Durante décadas, el número de cristianos en Irak ha descendido dramáticamente, de un estimado millón y medio en 2003 a menos de 250 000 ahora. La persecución, ataques terroristas por parte de islamistas radicales, la guerra, el auge del ISIS, así como el número creciente de desplazamientos llevó a un éxodo de cristianos iraquíes a Europa, los Estados Unidos de América, Australia y otros muchos países.
Los pilares de piedra marrón-amarillento que sostienen la puerta frente al salón de Farah están llenos de agujeros de balas. Es otro recuerdo silencioso más de la historia reciente. En octubre de 2016, el ejército iraquí y sus aliados consiguieron recuperar la aldea después de que el ISIS la hubieran ocupado durante dos años. El denominado Estado Islámico fue expulsado con fuerza de este lugar en la llanura de Nínive, a menos de 20 kilómetros de Mosul. Sin embargo, el ISIS luchó antes de su derrota, dejando rastros de destrucción en la aldea. Las casas fueron saqueadas e incendiadas. Algunas casas fueron totalmente destrozadas y casi todas sufrieron daños.
Cómo ha cambiado la situación respecto a 2016, después de la liberación. Miles de hogares fueron restaurados en la llanura de Nínive, de las cuales 2229 se restauraron gracias a tu ayuda por medio de nuestros colaboradores locales en Irak. La vida volvió, las escuelas se abrieron de nuevo, los negocios regresaron y cerca de la mitad de la población volvió a sus hogares. Personas como Farah, casada con Janan y madre de un niño de 11 años llamado Gaith y una hija de 7 llamada María.
Hablando por teléfono, esta mujer joven de pelo largo castaño y vestida de manera moderna, muestra cómo encontró su hogar y su salón de peluquería, manicura y maquillaje. Uno apenas puede imaginar que el salón en el que nos sentamos es el mismo de las imágenes de su móvil. Vive en casa de la familia de su marido con su esposo y sus hijos (es muy común que una persona viva con sus padres o la familia de su marido después de casarse). El sofá azul está puesto en forma de L frente a dos paredes, lo que permite que al menos ocho personas puedan sentarse. La habitación es sobria, pero está decorada con belleza, con cruces y otras decoraciones religiosas.
En 2017, Farah ve por primera vez lo que el ISIS había hecho a su hogar y su salón. Todavía tiene en el teléfono las imágenes de lo que vio aquel día hace seis años. Qué escena tan deprimente. Todo lo que había en el salón y en la casa había desaparecido.
Ya sabemos lo que sucedió en la historia reciente. Después de años de ataques terroristas en el país por parte de diferentes grupos extremistas, el conocido como Estado Islámico se convirtió en un fuerte movimiento con planes ambiciosos. Progresivamente, empezaron a controlar más y más partes de Irak (y Siria), lo que culminó con la conquista de Mosul (la segunda ciudad más importante de Iraq) el 10 de junio de 2014. Aunque muchos tenían miedo, el ISIS no se dirigió directamente a la llanura de Nínive, al este de Mosul. Primero fueron al sur, convirtiendo la llanura de Nínive en un lugar terrorífico.
Sin embargo, el 6 de agosto de 2014 se dirigieron hacia la llanura de Nínive y su pueblo, así como otros en la Llanura, fueron conquistados por los extremistas del Estado Islámico (DAESH en árabe, o ISIS). Ese día, casi todos los habitantes de la región huyeron, principalmente hacia Erbil, la capital de la región autónoma kurda (de Kurdistán, en el norte de Irak). Fue un desplazamiento masivo de casi 70 000 cristianos.
Farah, así como su marido y su hijo estaban entre ellos. Fue una gran primera crisis en la vida de esta madre que, en ese momento, tenía 25 años. «Pensábamos que volveríamos en dos días». Recuerda que el día en que huyeron con su coche solo llevaban la ropa que tenían puesta y lo necesario para su hijo pequeño. «Tardamos varios años y, cuando regresamos, la destrucción era enorme».
Recuerda muy bien el día en que se desplazaron en agosto de 2014. Ese día se podían oír desde temprano disparos y explosiones. «Por supuesto, teníamos miedo de dejar nuestra aldea y, al mismo tiempo, de quedarnos en esta zona. Por supuesto que teníamos mucho miedo».
Sin embargo, Farah y su familia no huyeron inmediatamente. «Almorzamos juntos en casa». Más y más personas decían que nadie debía quedarse en la zona. Ese día, las Peshmerga (los luchadores kurdos que protegían la aldea), decidieron retirarse hacia Erbil, viendo cómo el poderoso ejército del ISIS avanzaba hacia la llanura de Nínive. «Decidimos marcharnos. Había muchos disparos y bombardeos. Tenía mucho miedo cuando nos fuimos. Tenía sentimientos encontrados. Debíamos marcharnos, pero no sabíamos a dónde. Las carreteras y el punto de control estaban llenos de coches. Tenía miedo y estaba especialmente preocupada por lo que le ocurriría a mi hijo Gaith y a su futuro. Todavía era joven; solo tenía dos años y medio. No teníamos nada. Solamente me llevé conmigo algunas cosas necesarias para mi hijo».
Farah tiene unos ojos marrones muy expresivos y unas uñas con una bonita manicura. Es una mujer que se toma tiempo para pensar las respuestas. Sorprendentemente, cuando habla sobre los años pasados, lo hace con poca emoción, pero qué día fue para ellos y otras decenas de miles de cristianos.
Al llegar a Erbil, evidentemente tenían la prioridad de encontrar un lugar en el que quedarse. Fueron con el cuñado de Farah, que había alquilado una casa en Erbil con otros hombres que trabajan ahí. Todos ellos recibieron a la familia en la casa y estuvieron viviendo con unas 75 personas en total. «Era una situación difícil. Algunos dormimos en sus coches porque no había espacio para todos».
Dos meses después cambiaron de lugar. «Alquilamos otra casa mi familia, la familia de mi marido y tres cuñados casados con sus familias. Compartimos el alquiler y los gastos cotidianos para tener una especie de independencia. Hemos atravesado momentos difíciles aquí. El trabajo era escaso y los salarios eran muy bajos. Los dos tuvimos que trabajar para pagar el alquiler y vivir». Durante el tiempo en Erbil, casi perdió la esperanza de volver algún día a la llanura de Nínive.
La campaña militar contra el ISIS fue exitosa. Después de que la aldea se liberó de explosivos a principios de 2017, se le permitió a la gente volver a su aldea. «En cuanto pudimos volver, había un gran deseo por volver a nuestra patria. Teníamos ahí nuestros recuerdos, pero chocaban con ese lugar destrozado y quemado. Por un lado, estaba la emoción y, por el otro, el dolor en el corazón cuando comparábamos la aldea que conocíamos con aquella en que se había convertido».
«Cuando llegué a casa, estaba extremadamente asquerosa, perdonad que lo diga así. Cada rincón estaba sucio, todo estaba sucio. El ISIS puso dibujos y slogans en las paredes». Al mirar las paredes ahora, están totalmente pintadas y no hay rastro de lo que escribieron estos extremistas. Allí donde el ISIS intentó quitar todo rastro de cristianismo, se pusieron de nuevo las cruces, los versículos bíblicos, los cuadros y las representaciones.
«Encontramos nuestra casa saqueada y no quedaba casi nada. Todo había sido destrozado y ya no tenía ninguna utilidad. Además de estar todo asqueroso, estaba lleno de destrozos. Las ventanas estaban rotas e incluso las paredes estaban demolidas».
Sin embargo, querían volver a vivir ahí. «El amor y la nostalgia por esta aldea nos llevó a regresar aquí. Este es nuestro hogar. Fuimos criados y crecimos aquí. A pesar de estar destruido, seguía siendo bello ante nuestros ojos. Volvimos para demostrar que estaremos aquí, volveremos a reconstruir y seguiremos adelante, si Dios quiere».
Habla con determinación. Después de seis semanas de reparar y volver a pintar la casa, la familia regresó. La restauración de las casas en la llanura de Nínive fue posible gracias al gran apoyo de personas como tú. Diferentes ONG como la nuestra invirtieron en esta enorme operación para ayudar a aquellos que querían volver, que querían regresar a sus hogares. Invertimos por medio de nuestro socio colaborador en la restauración de 2229 casas repartidas en aldeas y ciudades en esta región al este de Mosul.
Sin embargo, ella también quería y necesitaba reparar su salón. Solicitó un microcrédito con nuestro socio colaborador y se lo concedieron. Durante varios años, la organización ha invertido en pequeños negocios con un préstamo de hasta 5000 euros. Los préstamos han demostrado ser muy exitosos. Todos los beneficiarios que recibieron un préstamo desde 2020 en adelante están devolviendo el dinero fielmente. Ahora mismo tenemos 204 microcréditos activos de los 300 préstamos concedidos. Cuando el beneficiario paga fielmente, se le descuenta al final el 20 %.
La vida no es fácil para la gente en Irak. Farah y Janan deben trabajar duro para llegar a final de mes. «Mi marido tiene dos empleos. Por la mañana, empieza a trabajar de 7:00 a 14:00. Después, vuelve a casa a cambiarse de ropa y va a trabajar a un restaurante desde las 15:00 hasta casi medianoche». Estoy perplejo. ¡Este hombre trabaja 16 horas al día! Farah también necesita trabajar para poder pagar todo y tener una vida familiar normal. La crisis económica ha golpeado muy duro a Irak.
«Cuando abrí el salón de belleza antes de la irrupción del ISIS, era una afición. Me gusta trabajar en el salón, mi familia me ofreció su apoyo, estuvieron a mi lado en los momentos difíciles que pasé. El trabajo era al mismo tiempo una fuente de ingresos y una ayuda para mi familia». Con el microcrédito, Farah restauró el salón y compró los materiales necesarios. Desde que abrió el salón, sus ingresos y el número de clientes han aumentado.
«El salón se terminó justo antes de las vacaciones, antes de Navidad, sobre el 20 de diciembre de 2017. La primera cliente que tuve vino a arreglarse el pelo y hacerse mechas. Era una cliente que tenía antes de desplazarme. Al principio, cuando volví a abrir el salón, me sentí bien y con miedo al mismo tiempo. Empecé otra vez de cero. Abrí el salón sin saber si funcionaría o no, pero, gracias a Dios, llegué al momento en el que tenía que traer gente para que me ayudase».
Está muy agradecida con los que donaron para hacer posible el microcrédito. «Decir “gracias” se queda muy corto. Nos habéis ayudado, habéis estado junto a nosotros y vuestro apoyo ha sido alentador. Esto me ha permitido volver a abrir mi negocio y a mantenerme de pie de nuevo. De hecho, dar las gracias no es suficiente. Sin vuestra ayuda, estoy segura de que habría sido muy difícil volver y habría resultado imposible reconstruir mi salón y volver a mi negocio».
Había pocos clientes al principio porque pocas familias habían vuelto a su aldea, pero el número de clientes ha aumentado. Igualmente, intentó ampliar sus servicios en el salón. Ahora cuenta con servicios de peluquería, manicura y maquillaje en el salón. Por eso se ha incrementado el número de clientes. Con todo eso, no solo ha crecido el número de clientes, sino que ahora tiene dos empleados que trabajan para ella en el salón. Uno de ellos es una estudiante, que se está pagando los estudios universitarios con lo que gana en el salón. «Lo que me animó a contratarla es que tiene ambición. Le gusta este tipo de trabajo y siente pasión por trabajar en un salón».
Como se ha dicho, Farah es una de las 300 personas que ha recibido un microcrédito para empezar o mejorar su negocio. Nuestro socio colaborador recibe muchas solicitudes para préstamos así. Farah anima a otras personas en Irak. «Me gustaría aconsejar a cualquier hombre o mujer joven a que, si tienen una mente emprendedora, deben establecerse y tener el objetivo de conseguir un ingreso personal independiente». Cuando hay dinero disponible y la propuesta de proyecto es evaluada y aprobada, se conceden los préstamos.
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Farah sueña con que «la llanura de Nínive prospere de nuevo, que todas las casas en ruinas sean reconstruidas y la gente esté unida para que los cristianos y otros puedan vivir en paz, seguridad y estabilidad». No es la sensación que tiene ahora mismo. «Nuestra situación [como cristianos en Iraq] hasta ahora es la de vivir con miedo porque desde el desastre que tuvo lugar en la Iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en 2010 [el 31 de octubre de 2010 esta iglesia en Bagdad sufrió un ataque por parte de seis terroristas del Estado Islámico de Irak y 48 cristianos fueron asesinados] cuando se atacó a los cristianos, seguido por el desplazamiento [los cristianos huyeron de Bagdad para vivir en la llanura de Nínive o en Erbil]. Todo este sufrimiento y desplazamiento hace que, a nosotros, como cristianos, nos de miedo vivir en Irak. A pesar de todo, permanecemos aquí. Solo necesitamos seguridad, nada más. No me gusta la idea de irme de Irak».
«Irak es mi país y quiero quedarme. Nací aquí y moriré aquí. Mi amor por Irak no me dejará renunciar. A pesar de la seriedad de las circunstancias mi amor no morirá». Farah sueña con que su salón se convierta en un centro de belleza más grande. Ha encontrado fortaleza en su fe y sus oraciones. «Mi fe me ha ayudado a afrontar muchas circunstancias difíciles. Siempre oraba. Me gustaría pedirle a la gente que ore para que la seguridad y la estabilidad vuelvan a Irak. Ese es el sueño de cada iraquí y cada cristiano que vive en Iraq». Unámonos a ella en oración y permanezcamos con todos los que sueñan con empezar un negocio en Irak. Tú puedes hacer que su sueño se haga realidad.
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