Al tiempo en que Estados Unidos se involucró en la Primera Guerra Mundial, un personaje adquirió relevancia nacional, el predicador Billy Sunday.
El camino para que John Wayne se transformara en ícono de la masculinidad para la mayoría de los evangélicos blancos estadounidenses fue construyéndose lenta pero firmemente. En Jesus and John Wayne. How White Evangelicals Corrupted a Faith and Fractured a Nation (Liveright Publishing Corporation, 2021), Kristin Kobes Du Mez da seguimiento al proceso histórico teológico que puso en el centro del evangelicalismo mayoritario norteamericano la defensa de Estados Unidos como nación cristiana.
En términos generales el cristianismo evangélico había sostenido la necesidad de convertirse a Jesús (“nacer de nuevo” era la expresión más usada) como condición para ser considerado(a) integrante del pueblo de Dios. Ante tal perspectiva tenía poco espacio la noción de que una nación pudiese ser considerada cristiana, ya que se privilegiaban las decisiones personales de unirse voluntariamente a una comunidad de creyentes, al tiempo que no se veía con simpatía que un país, en este caso los Estados Unidos, pudiese tenerse como nación cristiana debido a la heterogeneidad de creencias e identidades existentes en ella.
El expansionismo norteamericano del siglo XIX se sustentó en la doctrina del Destino Manifiesto, la que sostenía el derecho de los Estados Unidos a crecer territorialmente a costa de las antiguas colonias españolas en América Latina. James Monroe, quien ejerció la presidencia norteamericana de 1817 a 1825, dio forma, con una máxima (“América para los [norte]americanos”), acuñada en diciembre de 1823, a un conjunto de intereses políticos y económicos que respaldaban ganar terreno frente a la incapacidad de países europeos en retener sus posesiones en el Nuevo Mundo
El revivalismo decimonónico norteamericano ponía énfasis en la conversión y, como consecuencia, en la regeneración ética de las personas. En su seno fueron impulsados los alcances misioneros financiados con recursos propios y expectativas sobre llevar el que definían como cristianismo bíblico a las nuevas repúblicas latinoamericanas que se habían liberado del yugo colonial español y portugués.
Hacia las primeras décadas del siglo XX, observa Kristin Kobes Du Mez, el panorama fue tornándose diferente en cuanto los patrones de masculinidad deseados en el protestantismo/evangélico, ya que la “cultura de dominio y honor [masculino] que parecía estar en conflicto con el impulso igualitario del cristianismo evangélico”, fue adquiriendo otras pautas como la de hombría cristiana santificante de la agresión para mantener el orden, al igual que “cumplir su rol de protectora”, incluso por medio de la violencia.
Al tiempo en que Estados Unidos se involucró en la Primera Guerra Mundial, un personaje adquirió relevancia nacional, el predicador Billy Sunday. Con determinación arengaba a los asistentes a sus campañas evangelísticas al aire libre y/o a templos para que no permanecieron pasivos, porque “en estos días hay patriotas o traidores a tu país y a la causa de Jesucristo”. La autora agrega que así Billy se distinguió por ser “un evangelista en favor de la guerra, Sunday fue conocido por ondear desde el púlpito la bandera americana”. El nacionalismo norteamericano cristiano estaba anidándose en las mentes y corazones de un sector antes más bien reacio a reconocer que el cristianismo tuviese algo que ver con la exaltación nacionalista.
John Reed, periodista y activista político de izquierda, que en 1914 publicó el libro México insurgente, relatando sus experiencias en la Revolución mexicana, y en 1919 su obra más conocida, Diez días que estremecieron al mundo, acerca de la Revolución de octubre en Rusia, le siguió los pasos a Billy Sunday. En 1915, en la Metropolitan Magazine, publicó un reportaje sobre el predicador itinerante y cómo lograba mantener cautivado a su auditorio: “Billy Sunday, con el sudor escurriendo en cara rojiza, la pierna izquierda temblando estirada hacia atrás, ambos brazos extendidos, inclinándose sobre la multitud como un clavadista, gritó roncamente: ¡Miren! Estar parado aquí predicando ocho o nueve semanas dejaría a un obispo ordeñado. Si no me lo creen, traten. Y 20 mil personas, llevadas al nivel de la histeria gracias a abominables descripciones, chistes, cuentos graciosos y el pavoroso grito de ¡O-o-o-o-oh, ven Jesús!, rompieron la tensión con una enorme carcajada (John Reed, Detrás de Billy Sunday, Fondo de Cultura Económica, México, 2020, p. 7). Antes que Billy hubo una larga tradición de predicadores revivalistas, pero él dio un giro y le adicionó la teatralidad del showman. Es, por derecho propio, un personaje precursor de los telepredicadores y heredero(a)s que en las mega iglesias incorporaron formas de comunicación que van del entretenimiento al éxtasis inducido desde el escenario.
La primera y segunda guerra mundiales inflamaron los sentimientos nacionalistas en Estados Unidos y la idea de que el país debía estar en el frente contra los hacedores de maldad. Era necesario combatir a los enemigos externos pero, con la misma decisión, a los internos que buscaban disolver la peculiar identidad nacional.
En 1914 una publicación del Instituto Bíblico de los Ángeles, uno de los centros formativos del cristianismo evangélico más activo en la evangelización, expresaba que solamente podría considerarse cristiana a una nación que “ha aceptado a Cristo como su Señor y Salvador” en todos los aspectos del gobierno, en sus principios políticos, comerciales y relaciones internacionales, pero, concluía que “una nación así no existe en la tierra, nunca ha existido y nunca existirá hasta que nuestro Señor regrese otra vez”. Al cambio de perspectiva contribuyeron las dos guerras mundiales, a las que entró Estados Unidos para, desde el punto de vista de sus élites políticas y militares, proteger a los buenos de los males que les acechaban bélica e ideológicamente.
En plena Segunda Guerra Mundial es conformada la Asociación Nacional de Evangélicos(ANE) por un grupo de “líderes fundamentalistas”, acota Kristin Kobes Du Mez. Los llamados a hacer sentir la voz e influir en la vida del país denotaban deseos de protagonismo y poner en la agenda pública preocupaciones particulares del evangelicalismo. Comenzaron las primeras incursiones en asuntos públicos y búsqueda de políticos que hicieran suyas la causa de enfrentar el extravío moral en el que se encontraba, de acuerdo a la ANE, la nación estadounidense.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o