Puedes dejarte llevar por la sobreactividad y descuidar el tiempo devocional en familia. ¡Cuidado! Todo tiene su tiempo y para todo hay tiempo.
En este presente capítulo de esta serie sobre plantación de iglesias en pueblos del interior de España en un entorno rural vamos a exponer la importancia de medir el tiempo. Ser sabios con el tiempo será maravilloso para la efectividad en tu ministerio. Cuando hablo de efectividad no pretendo caer en un término triunfalista, sino que a pesar de lo bueno y de lo malo tengas la paz y la convicción de que Dios está contigo sosteniéndote, amándote y guiándote.
Al primero que escuché decir esta frase: «Habrá días buenos, habrá días malos, pero en todos ellos está Dios», fue a un gran amigo, hermano y colega de ministerio, un pastor presbiteriano de Brasil que partió muy joven con el Señor. Esa frase resonó en mi corazón y se acuñó en él. Me hace ver el tiempo de otra manera, tratar de vivir sabiendo que en todo tiempo está el Señor. El mismo Señor Jesucristo lo dijo que Él estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Y todos los días son los días buenos y los días malos. Pero por eso, debemos ser sabios a la hora de administrar el tiempo.
Cuando eres plantador en un pueblo pequeño, en una obra pionera, tratas de buscar estar mucho tiempo con la gente, y puedes caer en el error de descuidar tu tiempo de oración, devocional, lectura de la Palabra y meditación. Puedes dejarte llevar por la sobreactividad y descuidar el tiempo devocional en familia. ¡Cuidado! Todo tiene su tiempo y para todo hay tiempo.
En la obra tendrás tiempos donde verás muy fuerte la mano de Dios, tendrás tiempos en que te sentirás muy motivado, tiempos buenos como se les llama. Pero cuidado, no te dejes llevar por la euforia y busca al Señor siempre, no pienses que la clave del «éxito» y todas las bendiciones están en ti. No descuides la comunión en casa, esto es muy importante. A veces podemos dejar llevarnos por lo que vemos fuera, que queremos estar siempre rodeados de la gente, haciendo relaciones, teniendo buenas conversaciones, pero en eso olvidamos y descuidamos nuestro tiempo personal a solas con Dios y el tiempo con nuestra familia. Hay una tendencia que cuando la cosa va bien tendemos a olvidarnos de las cosas importantes e internas y queremos comernos el mundo. Pero cuidado, en los tiempos de bien con los de afuera tendrás también que no descuidar tu intimidad con Dios y tu tiempo en familia.
Habrá tiempos malos, donde te sentirás desmotivado, donde ni siquiera querrás salir a la calle, donde te sentirás bien encerrado en la fortaleza de tu oficina y tu escudo será decir: «No puedo, tengo mucho trabajo en la oficina». Y quizás en este tiempo estés más cuidadoso de tu tiempo de oración y devocional, y también pasarás más tiempo con tu familia, orarás más posiblemente, aunque esto no debería ser así, hay siempre que orar. Pero debes entender que con esa actitud estás siendo negligente a tu llamado, pues estarás perdiendo un tiempo valioso sin ir a los de afuera. Sí, en estos difíciles momentos también debes salir, pues quizás estando con los de afuera, Dios te use, y tu pasión vuelva a resurgir, en esos días malos también está Dios.
Un arma importante para medir los tiempos, como ya he dicho en otros capítulos, es tener una agenda. Claro, incluso cuando hacemos una agenda debemos ser flexibles, pues la última palabra la tiene el Señor. Pero en esa agenda no deben faltar algunas cosas:
Como dijimos en el capítulo anterior. El tiempo es de Dios, Él nos lo dio para administrarlo sabiamente y siempre para su gloria. Y todo lo que hagamos sea para su gloria como dice el apóstol Pablo (1 Cor 10:31; Col 3:23-24), pero a veces confundimos los términos y como siervos pensamos que hacerlo todo para su gloria o para el Señor, es estar a «pico y pala» todo el día. Como podemos leer en Eclesiastés, todo tiene su tiempo (Ecle 3), y tiempo tenemos para ser sabios administradores de él y medirlo correctamente para no morir en el intento. Sé fiel al Señor en tiempo de trabajo, sé fiel al Señor en tiempo de descanso, sé fiel al Señor en tiempo con tu familia, sé fiel al Señor en tiempo con tu esposa, sé fiel al Señor en tiempo con tus hijos. Sé fiel al Señor porque en todos los días, en todos los tiempos, sean buenos, sean malos, Él está presente.
En el próximo capítulo hablaremos del tiempo y el trabajo, pero centrándonos a largo plazo. Como ser fiel a Dios en la plantación de iglesias y no caer en el colapso.
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