Mi primer amanecer

Eres mi primer amanecer, quien ve mis lagañas, mi carita de almohada, mi bostezo de mañana y me ama; la primera luz que me aborda, ilumina mis oscuridades y no siente miedo de mí. Solo tú soportas mis quejas, achaques y pataletas, mi media vuelta en la cama, el no querer despertar. Alimentas mis virtudes, das alas a mis locuras, me haces volar por encima de las sombras y das libertad a mi creatividad.

Mi primer amanecer, quien vio mis primeras lágrimas y las sorbió, quien me sostuvo en sus brazos en mi mayor debilidad, quien me regala sonrisas a bajo coste. Mi primer refugio, el abrazo que abarcó mis soledades profundas y amortiguó el golpe de la vida. Eres el primer rayito de sol, la primera caricia cálida, quien me convence de que todo va a salir bien, aunque todo va francamente mal. Eres la primera esperanza en el horizonte, la primera promesa cumplida, la seguridad de un nuevo y espléndido día.

Mi primer amanecer, la primera ola enredada en mis tobillos, mi primer regalo, mi primer suspiro, mi unicornio dorado, mi petricor, el primer olor. Eres quien se queda siempre conmigo.

Dios mío, tú fuiste quien me formó en el vientre de mi madre. Tú fuiste quien formó cada parte de mi cuerpo.

Soy una creación maravillosa, y por eso te doy gracias. Todo lo que haces es maravilloso, ¡de eso estoy bien seguro! (Sal 139:13-14, TLA)

Dedicado a todas las madres que han sido el primer amanecer de sus hijas e hijos.

Mati Sanchiz Rodríguez