La necesidad de ser amados siempre ha estado inscrita en nosotros.
Por Benji Gálvez
El tiempo pasa inexorable y cada vez valoro más a aquellos que han conseguido hacerse profesionales de su humanidad con aplomo, sabiduría y cuyo amor sigue siendo de la mejor calidad, hablo de los ancianos sabios. En esta categoría, sin la menor duda, coloco a mis amigos Paul Calzada y su esposa Michèle. Paul es pastor evangélico y ha sido misionero en África. Ha viajado por el mundo entero al servicio de las Asambleas de Dios de Francia. En la actualidad este dulce matrimonio de ancianos curtidos en mil batallas, se congregan en la Iglesia MLK de Créteil (Francia). Paul ha escrito varios libros en francés, entre ellos el que hoy nos ocupa Veillir heureux (Éditions Première Partie, 2022), es decir “Envejecer felizmente”. Con el permiso de Paul me gustaría compartir un capítulo de este magnífico libro, de traducción propia, espero que os sea de tanta bendición como lo ha sido para mí:
Ser amado, ¿no es esa la necesidad vital de todo ser humano? ¡Cuántas carencias psicológicas, emocionales, físicas y espirituales se observan en quienes han perdido el amor!
La necesidad de ser amados siempre ha estado inscrita en nosotros.
Desde su concepción hasta su nacimiento, el niño ya siente en el seno materno el amor que su madre le tiene. El profesor Jean-Pierre Relier (1935-2018), especialista en neonatología que ocupó el cargo de jefe del departamento de medicina neonatal en el hospital Port Royal de París, escribió un libro con un título significativo, Amarlo antes de nacer. El vínculo madre-hijo antes del nacimiento. (1) En esta obra, subraya la influencia profunda y duradera que produce el amor de una madre sobre su futuro bebé. También demuestra, por el contrario, las dramáticas consecuencias que puede generar la indiferencia, incluso el rechazo del niño.
Esta necesidad de ser amado permanece después del nacimiento y se extiende a todos los que están en contacto con el niño (papá, familia, maestros, amigos, etc.). Por supuesto, después de la niñez, esta necesidad de ser amado no desaparece. Sin embargo, querer ser amado por todo el mundo es una utopía, y buscarlo refleja una falta de confianza en uno mismo. Y obviamente, es imposible que amemos a todos, no tenemos la misma afinidad con todos.
Así aprendí a no darle importancia a quien no me demuestra afecto. Aprendí que la autoestima no tiene nada que ver con la aprobación, o no, de los demás.
Nadie puede ser unánime, por eso debemos enfocar nuestra necesidad de ser amados en las personas que cuentan realmente para nosotros. Jesús me ama, mi esposa me ama, mis hijos me aman, mis amigos me aman, entonces no hay necesidad de buscar ser amado por todos. Sin embargo, tenemos el deber de amar incondicionalmente. Puedo decir que amar me ha llenado aún más que ser amado. El amor es una semilla, y al sembrar amor cosechamos el fruto que es ser amado de vuelta. Si a veces falta este amor de vuelta, (2) ¿qué importa? Qué felicidad haber sembrado amor en la vida de los demás.
Soy el mayor de seis hijos que tuvieron mis padres. Jean-Marc, nuestro hermano menor, nació en 1955 con una discapacidad, la trisomía 21.
La discapacidad ha estado oculta durante mucho tiempo en nuestras sociedades occidentales, bien por vergüenza, bien para no imponerla a los demás, bien por desconocimiento médico. Incluso podría verse como un castigo de Dios.
Hoy en día, la medicina ha arrojado luz sobre la discapacidad, ahora se pone nombre a enfermedades que permanecieron desconocidas durante mucho tiempo. Y sabemos que no hay ningún castigo de Dios detrás de estas situaciones. Incluso aprendimos que hay mucho que aprender del corazón de Dios a través de estas situaciones.
¿Por qué nos asusta la discapacidad? Quizás porque nos encontramos ante el miedo a la diferencia. Este temor se expresa en el hecho de que hoy queremos eliminar, mucho antes del nacimiento, a todo aquel que presente este síndrome. Sin embargo, Jean-Marc nos enseñó que hay riqueza en la diferencia, y como dice la Biblia: “El amor perfecto destierra el temor” (1 Juan 4:18). (3)
Jean-Marc me enseñó a mirar con amor a los diferentes, heridos o discapacitados. Me recordó que así ama Dios a todos los hombres.
Me enseñó a aceptar la diferencia y a superar mis miedos. Me ha recordado constantemente la importancia de la sencillez, la humildad, la gracia del amor y la alegría. Me enseñó que la felicidad no está en el éxito material, sino en el amor a los demás. Jean-Marc fue un Everest del amor. Me ayudó a escalar alturas que nunca habría alcanzado si él no hubiera estado allí.
Me enseñó que la persona con discapacidad mental, limitada en sus capacidades intelectuales, y posiblemente psicomotrices, no está limitada en su corazón para amar.
Descubrí en él a alguien cálido, acogedor, asombrado a cada instante, sencillo y verdadero. En su fragilidad despertó en mí valores de escucha y abnegación demasiado a menudo acallados por la búsqueda del dinero, el éxito y el poder.
Me enseñó, con los mensajes que nos enviaba sin ser consciente de ello, lo importante que es mantener un corazón sencillo, un corazón de niño, ese que él conservó toda su vida.
Me enseñó que podemos ser discapacitados y amar, vivir, reír, bailar, alegrarnos o llorar, ¡porque seguimos siendo seres humanos, criaturas de Dios!
Me enseñó la paciencia, a repetir mil veces las mismas cosas manteniendo la sonrisa. Jean-Marc no sabía lo que era el resentimiento. Me enseñó la importancia de olvidar las ofensas, de perdonar y amar siempre de nuevo, incluso cuando no somos correspondidos con ese amor.
Al principio, su discapacidad fue una tragedia. Un gran signo de interrogación contra Dios: ¿por qué Él permite esto? ¿Quién no se hace este tipo de preguntas cuando llegan las tragedias? Esto pudo haber sido un obstáculo para la fe, pero con el tiempo, y con todo lo que aprendí a través de su vida, fue una verdadera bendición. Aprendí a preferir amar que ser amado. Lo que yo quiero hacer es abrir mi corazón para amar a los demás. Y todavía tengo un largo camino por recorrer.
Paul Calzada (4)
Notas
(1) El título original en francés: L’Aimer avant qu’il naisse. Le lien mère-enfant avant la naissance.
(2) Cursivas nuestras.
(3) La Biblia Reina Valera 1960 traduce aquí: “El perfecto amor, echa fuera el temor”.
(4) Hace un tiempo escribimos un artículo en el que podrás conocer más sobre Paul Calzada: ver aquí.
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