Casiodoro, Servet y Calvino

Asumo que esto no le interesa a casi nadie. No se trata ahora de ver pormenores del juicio en Ginebra contra Servet. Aunque no es verdad, todo el mundo sabe que allí, en 1553, el cruel y anticristiano dictador Calvino, quemó al evangélico y pacífico Servet. Hace unos años traté aquí algo de esa cuestión.

Lo que sí interesa a cualquiera que busque la edificación de la casa de Dios es, al menos, preguntarse por qué entre los evangélicos es cada vez más común emborronar a Calvino cuando se trata algo de Casiodoro de Reina. (Incluso, en la persona de Casiodoro se envuelve a toda nuestra reforma. Como si ésta tuviese a Calvino de enemigo mortal.)

El asunto se complica porque, al despreciar a Calvino, se va la cosa al otro lado, y Servet se presenta casi como un adalid de la tolerancia, la sana doctrina, y modelo de maestro de la Biblia. Con esta manía entre los evangélicos (en el campo católico o secular, es normal que se desfiguren los hechos relevantes de la predicación firme sobre la salvación sola en la voluntad de Dios, pero entre los evangélicos... parece que también), al final todo se confunde, pues si Casiodoro está en contra de Calvino, hay que ponerlo al lado de Servet. Y esto, en algún caso, incluso lleva a presentarlo casi como el lugar donde el pueblo evangélico encontraría hoy un espacio apropiado de avivamiento. Por supuesto, que cada cual piense lo que mejor entienda, pero los hechos son los que son; y de esa época, lo que es es lo que tenemos documentado, lo demás es imaginación. Unas cuantas notas podrán servirnos para reflexionar bien sobre el asunto, aunque no den la respuesta, al menos darán que pensar.

# La muerte en la hoguera de Miguel Servet en 1553, condenado por el tribunal ginebrino, se usa en conexión con la partida desde Ginebra a Londres por Casiodoro y la mayoría del grupo de españoles a finales de 1558. Esto se presenta como un acto de fe y heroísmo, de testimonio, de este grupo contra la “atmósfera irrespirable de Ginebra” (más o manos, así se dice). De manera que el grupo, liderado por Casiodoro, se va de Ginebra en 1558, por la condena a Servet de cinco años antes. Imaginación no les falta a los promotores de este relato. Pero puestos a poner, alguien podría decir que: ¿Entonces para que se fueron a Ginebra desde Sevilla? Pues había otros sitios.

# Casiodoro llegó a Ginebra a finales de 1556 (allí empezó a traducir su Biblia). Dos años tuvo para irse (compaginó con alguna estancia menor en otra ciudad). Pero se van precisamente cuando ya hacía meses que Calvino (sí, ése, que también ayudó personalmente a Antonio del Corro) les había proporcionado al grupo de refugiados españoles sitio de reunión y que se organizaran como iglesia española (encargo que recibió Juan Pérez). Tenemos, pues, una iglesia de refugiados españoles, con el apoyo de Calvino y de las autoridades ginebrinas, la cual se deshace de la noche a la mañana, y se van a Londres, ¡para establecer una iglesia española! Casiodoro quedó marcado como el promotor de esta escapada. Y ahora, en vez de pensar y reflexionar sobre este episodio, y seguramente sacar conclusiones de lo que nunca se debe hacer, se camufla el suceso con que se fueron porque en 1553 habían quemado allí a Servet. Además, se sacan excusas que nadie puso en aquél momento (Casiodoro nunca dijo algo así).

# Lo que pudo hacerse decentemente y con orden, se hizo (si no aparecen datos nuevos) sin decencia ni buen proceder. A toro pasado, puede pensarse que esta actuación, encima, fue innecesaria, pues si disponen irse a Londres, lo proponen a las autoridades, y seguro que les dan, además de cartas de recomendación, hasta bolsa para el viaje. En Ginebra quitarse logística de refugiados no era problema. Aquí, por mucho que se quiera emborronar a Calvino, quien se tiznó fue la iglesia española. Que luego miraran con suspicacias al grupo, pues parece lógico. Esa actuación fue un desastre en su momento, y a medio y largo plazo, mucho más. Si alguien quiere, y son muchos, pintarla con colores de grandeza y libertad, que lo haga, pero siempre tendrá mala pinta.

# Esa argumentación para justificar la salida, o escapada, del grupo, obliga a mirar para otro lado a cada paso. ¿Sales de Ginebra porque persiguen a los disidentes religiosos? Vale. ¿Y te vas a Inglaterra? Pues allí persiguen más. La posición aceptada en el Sacro Imperio que ha dejado Carlos V antes de retirarse en Yuste, es que el príncipe coloca su religión oficial, si católico, si luterano. (Curiosamente eso que valía para el Imperio con su hermano, no lo aceptó para España con su hijo.) Pero tanto unos como otros perseguían a anabaptistas, otros grupos, y a los calvinistas, a estos siempre. Y no parece que Casiodoro tuviera grandes escrúpulos con los luteranos.

# A base de pintar al gusto, para que la pintura no se desconche, le han puesto tanto pegamento, que, al final, nos han pegado a Casiodoro con Servet. Almas gemelas, vamos. ¡Incluso fueron acusados de lo mismo! Ya con el ánimo disperso, y sin mirar las señales de límite de velocidad, se pegan acelerones de precipicio, y en una reciente tesis universitaria te ponen que Casiodoro defendió públicamente en Ginebra (antes de irse, se supone) el pensamiento y los escritos de Servet. Y no pasa nada. ¡Más pintura! Seguramente con buena intención, pero ver a un Servet gemelo de Casiodoro supone no ver nada de Servet (bueno, si no gemelos, bastante amigos).

# En castellano tenemos los escritos de Servet, y estudios sobre su obra. Yo leí hace bastantes años, cuando salió, su “cristianismos restituido”, contra, como indica su título, la obra de Calvino: institución... En mi opinión, seguro que muy equivocada: un ladrillo. Y lo leí renglón a renglón, lo tomé como un deber para enterarme de qué pensaba este hombre (queda el dato recordado de que ahí pone que la sangre circula en los pulmones, cuando explica cómo entra el Espíritu, que es aire, en el hombre y se mete en la sangre). Otra obra fundamental para leer es la documentación de su proceso. Está en castellano. Aunque el tribunal tenía su propio mecanismo, fue Calvino quien se preocupó de que todo quedara por escrito, y lo publicó. Un detalle.

# Si alguien busca a Servet como una persona dulce, tolerante, generosa, con misericordia, que se aviene a discutir en base al texto bíblico, pacífico, que busca la concordia, y que está en contra de la pena de muerte, que no mire en esos textos, que Calvino quiso que se guardaran. Cómo será la cosa, que se han hechos varios estudios sobre los insultos que profirió Servet contra Calvino. [María Tausiet. Hispania Sacra, Enero-junio, 2010.] Y la tónica general es el asombro. ¿Cómo podía una persona, en teoría, en situación de debilidad, decir tantas burradas? (Que quedaron por escrito.). Tres días de debate escrito, en los que, es evidente, también Calvino soltó insultos a su adversario, pero no del calibre de su oponente. (Vale. Si alguno no está de acuerdo, que ponga todos los insultos iguales. Pero iguales. No uno de un demonio, y el otro mudo como un cordero pacifico.)

# Tenemos una carta de Calvino a Farel, de 1546, en la que menciona que ha recibido peticiones de Servet, pero que si viene a Ginebra no saldrá vivo. Se saca la inmediata conclusión de que Calvino buscaba la muerte de Servet. Aquí dejo el tema, porque hay que contextualizar. El dato objetivo es que si hubiera buscado su muerte, Calvino no tenía que esperar a que viniese a Ginebra, pues le bastaba con descubrirlo donde estaba viviendo con identidad falsa: los católicos ya se encargarían. Lo que tenemos claro, aunque parece que no se quiere conocer, es que Servet sí quería la muerte de Calvino. Por dos veces. Lo pongo otra vez: por dos veces, y por escrito, pidió en el juicio la muerte para Calvino. En una añadiendo que él recibiera los bienes del condenado a muerte. Además, lo que es muy relevante, cuando escribe así (sin el acaloramiento de una discusión verbal, sino tranquilo y razonando, poniendo la petición por escrito), reconoce el modelo de talión que se usaba en Ginebra, es decir que asume que si él pierde el debate tendría que recibir lo que pedía para su oponente.

# La temeridad de la actuación de Servet se aminora si se tiene en cuenta que él podía conocer que Calvino se encontraba en una situación de extrema debilidad. El partido de sus enemigos era mayoría en todos los órganos de gobierno de la ciudad. Servet estaba seguro de su victoria, aunque luego el asunto se les fue de las manos a todos, porque incluso reclama que las otras ciudades protestantes del entorno tuvieran parte en su juicio. Curiosamente, su caso luego crea una dinámica que favorece a su enemigo.

# En cuanto a Casiodoro, mucho se pierde de todo lo que de él y sobre el contexto de la Reforma en sus días podemos conocer, al centrar la mirada en su desprecio de Calvino y de Ginebra. Si era amigo y seguidor de Servet, ¿por qué tuvo siempre que desmentirlo y demostrar lo contrario? Además, lo que no deja de ser chocante, los “documentos” que se usan para demostrarlo son precisamente los que presentaron sus acusadores en Londres (incluyendo la acusación de sodomía). ¿Cuántas veces nos han dicho que a Casiodoro se le saltaban las lágrimas cada vez que pasaba por donde quemaron a Servet? Pues eso está en esos documentos de acusación, y con la gran veracidad de chisme porque se pone que fulano escuchó decir a zetano que.... Pura ciencia. Y puestos a poner, si así le ocurría, que diera un rodeo, y ya no tiene que llorar; y si no puede, que se vaya de la ciudad. Mimos, ninguno. Luego se demuestra que siguió considerando a Ginebra como punta fundamental de la fuerza de la Reforma. Incluso la ve como el lugar lógico para imprimir su traducción de la Biblia. Las cartas que se cruza con Beza son muy ilustrativas de la situación problemática en que se tiene que mover. Con grupos calvinistas que le ponen trabas; con grupos calvinistas que le son de ayuda fundamental. Con grupos luteranos que le ponen zancadillas; con grupos y personajes luteranos que le son de gran ayuda. Así había que moverse en esos días. Y Casiodoro daba también unos codazos impresionantes.

Esto se alargó. Aquí paro. En otros encuentros, d. v., miramos algo del papa muerto. Y, sobre todo, de la necesidad de ver bien lo que se llama Iglesia antigua. También algo sobre un episodio de Venecia, y sobre la saca de Queipo aquí en Sevilla. Ya veremos.