Casiodoro y su catecismo de 1581

Al vernos con nuestro Casiodoro en Amberes, después de dejar el monasterio en Sevilla 25 años antes, seguro que tenemos ocasión de pensar en muchas situaciones.

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Puede que nos advirtiera, en contra de lo tantas veces referido, que él y los otros monjes no salieron precipitados por los acontecimientos fruto del apresamiento de Julianillo en 1557. Pues ya lo tenían planeado y ejecutado antes, con salidas escalonadas, pero meses antes de que llegara el colportor. Con su buen deseo de que conozcamos la historia, es posible que nos advirtiera de que García Arías, el famoso por su pelo, no fue prior del monasterio jerónimo. Se sigue poniendo en los libros, pero no consta así en ningún documento. Tuvo su importancia, pero no el cargo de prior, si no, alguien lo hubiera dicho.

Podríamos conversar sobre lo distinto que se tenía que percibir su vivencia cristiana, de cuando estaba en Sevilla, con una solo iglesia, aunque “chiquita, frente a la grande de los papas, y ahora tener que convivir con otras iglesias, no chiquitas, sino grandes, pero no del papa. En Amberes mismo lo reconocerá así en el proceso de defensa a que se ve obligado para justificar su catecismo. Sobre su salida de Sevilla, asintió al reproche de la buena hermana Francisca, que como sabemos no estaba muy feliz de que se largaran algunos dejando a los demás en la candela; todos juntitos, seguro que mejor. Tampoco, a toro pasado, le sentó muy bien cuando le comenté sobre su huida de Londres. Es verdad, ya explicó algo, en general, en un escrito. De por qué se deshizo la iglesia en Ginebra, ni me habló; seguro que vio la cara de cabreo que tenía, porque, también a toro pasado, creo que es uno de los episodios más miserables de nuestra historia en ese momento, y no vino por la Inquisición o el papa, sino por la propia comunidad. No me gusta. No me gusta.

El catecismo del que ahora miramos un poco, redactado para su iglesia de habla francesa, fue acusado de ser poco claro sobre los sacramentos, incluso que bajo sus declaraciones [del bautismo y la cena] se podía ocultar algún calvinista. Como nosotros podemos ver, y es muy útil hacerlo, las situaciones en las que se tenía que vivir la fe no eran fáciles. En el campo luterano, donde Casiodoro está viviendo y donde luego morirá en otra ciudad como pastor en 1594, ya se propuso el dilema si se podía o debía producir otro catecismo teniendo en uso el de Lutero. Cualquiera podía protestar, y lo hicieron contra Casiodoro, sobre la aportación que su catecismo hacía respecto al de Lutero. Si no lo mejoras, para qué lo haces. (Este problema no era igual en el campo calvinista. Digo “campo” porque iglesias como tal no existen. Hay iglesias con una teología tomada de Calvino, pero el nombre sería equívoco, lo más normal es que se nombraran reformadas, y luego en otros lugares también presbiterianas.)

El catecismo, impreso en 1583 (uso la traducción de Francisco Ruiz de Pablos. No está editado), es algo peculiar. No me parece de gran precisión, ni siquiera en su organización, aunque sigue el orden normal de mandamientos, credo, padre nuestro, sacramentos, etc. Pero contiene partes valiosas, que lo convierten más en un orden de conducta para la comunidad, en algo muy práctico.

Aunque solo sea porque estamos aquí desde el rato anterior, que hablamos del bautismo de niños, pongo el inicio, de lo más chocante.

Empieza con una oración, en la que se recuerda a Dios “la protección de su ángel propio para cada párvulo”. Luego, la primera pregunta es para preguntarse muchas cosas. ¿Eres cristiano? Lo soy ¿De dónde lo sabes? Porque estoy bautizado en el nombre del Padre, etc. Ya me dirán si esto no es para echar unos buenos ratos de conversación. Pero dejamos eso del bautismo. Pues como leamos que “obra la remisión de los pecados, nos libra de la muerte y del diablo, y da felicidad eterna a todos los que creen esto que Dios promete en su palabra” (Sesión 19, respuesta 9), vamos a necesitar más de un rato.

Casiodoro propone su catecismo para instrucción de los niños y de los rudos. Y que lo usen, pues, padres y maestros, también los señores con sus siervos. El documento finaliza con algunas fórmulas de oración que deben aprender los niños. Cuando se levantan, cuando se acuestan. También, y creo que esto es relevante, cuando van a la escuela, para aprender bien. También cuando regresan de los estudios cada día. Y, muy importante, cuando los han concluido, es decir, oración para cuando se termina la educación infantil. Por supuesto, también cuando comen o cenan, oraciones para que ellos, no sus padres, oren y den gracias.

Tenemos enseñanzas para cómo actuar los maridos, las esposas, los niños, los jóvenes, los maestros, los discípulos, el gobernante, el gobernado, etc., etc. Todo un manual. De ahí la relevancia del catecismo, que, por ello, se reconoció como apto, aunque con método algo especial.

En la apología final, en la que Casiodoro tiene que defender su obra, y cómo se sostiene para que sea aceptada por las autoridades luteranas, nos guste o no, vemos que sectores del protestantismo están estropeando el Protestantismo. La curia papal tiene muchos hijos, aunque sean bastardos.

Ya habrá ocasión de echar una buena conversación sobre estas cosas. De momento, quede constancia de que en su ejercicio pastoral, que procura llevar con la máxima eficacia, Casiodoro bautiza niños, los instruye, y crea un documento para servicio también de todos los miembros de la iglesia. Que ya se notan nubarrones, seguro.

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La próxima semana, d. v., vemos algo de los que ven tan claramente que Casiodoro a Servet amó, y a Calvino aborreció.