No estaba tan alejado de esta realidad Jesús cuando, en la parábola del juez injusto y la viuda persistente, terminó diciendo: “Cuando el Hijo del hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?”
2022 fue un año complicado.
Los Estados Unidos es una nación que se formó de migraciones. Gente de Europa se atrevió a echarse a la mar llegando a recalar en las costas vírgenes de unas tierras bendecidas por Dios ―a decir verdad todo el planeta, para no hablar del universo entero ha sido y es bendecido por Dios aun cuando los planes originales se vieron radicalmente alterados en el Edén―. Migraciones parecidas ocurrieron en Europa y otras regiones del Asia Central. Antropólogos e historiadores intentan explicar el fenómeno Rapa Nui. Rapanuies intrépidos que navegando en sus rústicas embarcaciones salieron de la Polinesia a miles de millas náuticas guiándose por el sol, las estrellas y su propio instinto, llegaron a poblar aquella pequeña isla en medio del mar. Corría el primer siglo cuando las huestes árabes llegaron a España. Su motivación era el guerrerismo y la conquista y dominio de nuevas tierras. Pero quizás la madre de todas las migraciones es la salida del pueblo de Israel de Egipto con la mira puesta en tierras ya habitadas por otros grupos étnicos a los que era necesario desalojar para asentarse ellos, lo que se consiguió solo a medias. En este siglo veintiuno y más específicamente en este año 2022 hemos sido testigos de movimientos migratorios sin precedentes en la historia moderna. Ha habido otras grandes pero como ésta, ninguna. Los países invadidos por multitudes llevando en sus brazos a pequeñas criaturas y arrastrando todas sus pertenencia en bolsas plásticas o atados de ropa vieja equilibrándose sobre sus cabezas, han visto alterado su modus vivendi, sus presupuestos nacionales e incluso el bienestar que les daba vivir como una familia del mismo origen dentro de las cuatro paredes de sus fronteras. A la vez que los más pobres han sido golpeados más duramente por la pobreza y la falta de trabajo, se ha levantado una manga de traficantes de personas a las que los gobiernos no han podido frenar. ¿Cómo y cuándo van a terminar estas migraciones universales? Se conoce la solución, pero se carece de voluntad para atacar el problema desde su raíz.
La última pandemia que había conocido la humanidad fue la llamada gripe española de 1918. Por no haberla vivido, no teníamos puntos de referencia para entender la actual, conocida como COVID-19. Como no habíamos vivido algo así, hubo reacciones del más diverso tipo opinando sobre el fenómeno. Mientras la gente seguía muriendo y los laboratorios del mundo se esforzaban por encontrar una vacuna que detuviera el flagelo, voces se alzaban para denunciar supuestos abusos, supuestas indiferencias de los gobiernos, supuestas falsedades inventadas con propósitos mercantilistas. El entonces presidente de los Estados Unidos se declaró escéptico a la realidad y efectos de la pandemia, se rehusó a vacunarse y a usar mascarilla hasta que la peste lo alcanzó y tuvo que internarse. El COVID-19 aún no ha desaparecido, más bien ha ido mutando y reapareciendo en otras formas y con otros nombres. Los más débiles caen y los más fuertes juegan con la muerte. Los gobiernos siguen preocupados por devolver la salud a sus ciudadanos y la gran masa poblacional ha vuelto a llenar los estadios y a aglomerarse en espacios abiertos o cerrados, lo que sugiere que quizás entremos al año 2023 y siguientes sobrellevando esta pandemia y quién sabe si otras que irán surgiendo en el camino.
La guerra ruso-ucraniana que comenzó en febrero de 2022 aunque los conflictos entre ambas naciones vienen de más atrás, ya va a cumplir un año. Los observadores no involucrados en el conflicto, —usted y yo, entre otros— opinamos. Algunos en favor, otros en contra, dependiendo del color del dichoso cristalito. En torno a esta guerra, se ha fortalecido el concepto de pluraliddad. En términos políticos y económicos las naciones han profundizado sus diferencias en dos bloques. Por un lado los Estados Unidos y las naciones europeas agrupados en la OTAN; y por otro lado, el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que tiene entre sus objetivos un trato igualitario con las naciones más débiles a las que trata de atraer a su bloque. A raíz de las medidas coercitivas, sanciones y reacciones, se ha agudizado el sistema mundial de comercialización de productos alimentarios y de combustibles, afectando a naciones ricas y pobres por igual. Los precios se han disparado y la inflación y la escasez de alimento amenazan con ser un nuevo flagelo que cae sobre la sociedad humana. En medio de esta crisis, se han hecho notar los drones como una nueva arma ofensiva aunque ya se habla de anti drones. El uso de armamento nuclear, por ahora, no pasa de ser un tema de advertencia y amenaza.
La ciencia espacial está determinada a llegar a Marte. Por ahora, está ejercitándose con viajes a la Luna. Después de cincuenta y tres años, ha proyectado volver a nuestro satélite no como un fin en sí sino como una estación intermedia entre la Tierra y Marte. O algo parecido. La NASA, China e incluso los árabes están empecinados en enviar una misión tripulada por humanos. El propósito es descubrir el origen de la vida. Un viaje de ida a Marte tomaría entre 400 y 450 días. Marte, entre los cuerpos celestes conocidos y explorados, sería el planeta que mejores condiciones de vida ofrece a los seres humanos que lleguen a vivir allí; sin embargo, las dificultades son tan grandes y tantas, que es posible que nunca se llegue a cristalizar el proyecto. Dios le puso límites al hombre, límites que, por más que se esfuerce, no podrá traspasar (Job 14.5). El científico, así como el común de los mortales nos afanamos por llegar a descubrir nuestros orígenes. Se han escrito decenas o quizás cientos de libros y tratados al respecto. Pero hay uno ―digo, un libro— que sí dice cuál es el origen de todo lo que existe. Sean seres vivos que residen en el planeta Tierra o seres inanimados que pueblan el espacio sideral. En este libro están todas las respuestas que el hombre busca en otra parte. Y para entenderlo, no se requiere ser científico ni sabio. Cualquier ser humano, al leerlo, puede llegar a saber lo que los sabios no logran descubrir ni descubrirán por el camino que han elegido ir. Mientras la ciencia espacial da pasos gigantescos para desentrañar misterios que le son hasta ahora solo intentos, la Biblia nos da atisbos claros de la magnificencia de la creación, llevada a cabo aun en sus más minúsculos detalles por una Mente ―la de Dios—, capaz de poner en acción mecanismos que el hombre jamás podrá repetir. En un diálogo revelador, Dios le dice a Job (9.6-9): “¿Quién es el que sacude la tierra de su lugar y sus columnas tiemblan? ¿El que manda al sol que no brille y pone sello a las estrellas? ¿El que solo extiende los cielos y anda sobre las olas del mar? ¿El que hace la Osa, el Orión y las Pléyades y las cámaras del sur? ¿Dónde estabas tú cuando echaba los cimientos de la tierra? ¿Sabes tú sobre qué se asientan sus basas, o quién puso su piedra angular cuando cantaban juntas las estrellas del alba y cuando los hijos de Dios gritaban de gozo?” (Job 38-39). “Bienaventurado aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el Señor su Dios que hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que guarda la verdad para siempre; que hace justicia a los oprimidos, y da pan a los hambrientos” (Salmos 146.5-7).
Hace unos cinco años, las redes sociales irrumpieron como grandes marejadas arrasando con toda la parsimoniosa realidad que vivíamos hasta antes de su llegada. Y con ellas, los innumerables satélites que pueblan el espacio y que dan vida a los teléfonos celulares sin los cuales ya no podemos vivir. Hay más. Sobre los lomos de las redes sociales han aparecido las noticias falsas. Y los expertos que son capaces de entrar furtivamente a cualquier sistema, dañarlo o sustraer información. Con el uso y abuso de los teléfonos celulares el libro se lee menos y la cultura ha entrado en una moratoria que presagia un oscuro futuro para la humanidad a menos que surja un antídoto para este fenómeno.
Y en medio de todo este caos existencial, el cristianismo languidece. Las iglesias no aumentan sus membresías por la vía de la conversión, los bautisterios permanecen ociosos y el evangelio pareciera ocupar los anaqueles de las tiendas como un producto más que se ofrece con descuentos o pago por cuotas. Su gran competidor es el consumismo secularista que pareciera que ocupa los primeros asientos en nuestros templos casi vacíos. No estaba tan alejado de esta realidad Jesús cuando, en la parábola del juez injusto y la viuda persistente, terminó diciendo: “Cuando el Hijo del hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?” Fe en quienes creen; ausencia de fe en quienes no. La crisis en materia de fe es del creyente, no del incrédulo. Es nuestra.
Que las complicaciones del año que se fue nos ayude a enfrentar con mejores posibilidades el que acaba de llegar.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o