No tengas miedo, ¡participa de su sufrimiento!

En nuestro desarrollo como discípulos de Jesús, son demasiadas las ocasiones en las que somos tentados a alejarnos de la dificultad, huir de cualquier confrontación que trate de impactarnos y conmovernos ya sea en cuerpo, alma o espíritu. De aquello que nos resulta incómodo o molesto. Desde un punto de vista natural esto es algo comprensible y razonable. ¿Quién desea afrontar los obstáculos que nos plantea la vida? ¿Quién ama el coste que las victorias siempre reclaman? 

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La verdad es que así mismo como evitamos cualquier contacto con lo irritante, procuramos y perseguimos lo que nos resulta agradable, cálido o accesible. Amamos todo aquello que nos llega sin pedir retribución alguna o nos hace sentir confortables y animosos. 

Hasta ahora nada de esto es extraño, comprendiendo nuestra propia naturaleza, que finalmente nos hacer amar lo agradable para nuestros sentidos y detestar lo que no lo es. 

Pero, ¿son nuestros instintos naturales la mejor indicación para conocer la realidad del Evangelio y sus implicaciones en el mundo? ¿Estamos preparados en nuestra práctica occidental de la fe para considerar que el hecho de permanecer en el centro de la voluntad de Dios nos podrá acarrear pérdida y despojo? Esta es una verdad que no todos quieren ni creer ni asumir.

En este punto debemos recordar que, de toda una nación de judíos alegres y ambientados por la celebración de la pascua, solo los discípulos de Jesus fueron llamados a salir de lo agradable y cotidiano para adentrarse en una dolorosa experiencia que comenzaría esa noche en Getsemaní y que transformaría sus vidas para siempre. Y que, de ellos, solo 3 fueron llamados a presenciar sus agonías y sufrimientos en un lugar aún más apartado y profundo.

Ellos habían sido llamados a participar de los sufrimientos del Salvador. ¡Qué gran honor el poder velar y orar junto a Él! ¡Qué gran oportunidad el poder elevar una plegaria para su fortalecimiento y ayuda! Muchos esperaban la irrupción del mesías en su sociedad, pero ¿cuántos de ellos estaban dispuestos realmente a atravesar con él su valle sombrío?

Por eso, quien habitualmente se deja guiar por lo que es agradable para sí mismo, nunca experimentará el magnífico poder de participar de los sufrimientos de Jesús y de su Iglesia.

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Nadie que ignora la travesía por Getsemaní de los cristianos que sufren las consecuencias de su inquebrantable fe, podrá recibir la aprobación de aquel que también padeció y solicitó el necesario clamor de los suyos.

Y tú, ¿te atreves a que el dolor del Cuerpo de Cristo penetre hasta tu corazón y te demande un profundo clamor de ayuda? ¿Participarás en el sufrimiento de aquellos cristianos perseguidos que atraviesan días oscuros por su fidelidad a la voluntad de Dios?

No tengas miedo, ¡participa de su sufrimiento y eleva un clamor a Dios por aquellos que necesitan ser arropados en su fe!

1ªPedro 4:13: «Gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría».