Más de 360 millones de cristianos en el mundo actualmente están experimentando todas las realidades y etapas de un conflicto bélico.
¡Despierta! ¡Vivimos en guerra y estamos sufriendo bajas!
Desgraciadamente, a falta de los datos completos del año en curso, durante el 2021 sufrimos la pérdida de 5.898 hermanos en la fe. Y aunque no lo experimentes ni veas desde tu perspectiva de “individuo libre” que vive en una sociedad democrática, la realidad es que más de 360 millones de cristianos en el mundo actualmente están experimentando todas las realidades y etapas de un conflicto bélico. Desde las propias de una guerra de exterminio, como las infligidas por el yihadismo radical en Oriente Medio y el Cuerno de África; las propias de una invasión, como las que experimentan los cristianos en el norte de Nigeria a manos de los ganaderos Fulani y Boko Haram; las propias de la represión tras conquista, como las que hemos visto televisadas con la toma del poder en Afganistán por parte de los Talibanes; hasta las propias de un movimiento de resistencia, como el que realizan los cristianos y misioneros en Colombia y Méjico, luchando por que el narco no corrompa ni reclute a los jóvenes; así como también las propias del Terrorismo de Estado, que experimentan los cristianos en Corea del Norte, China o Irán. Además, en este conflicto abierto de creciente violencia en el que vivimos, 5.110 iglesias fueron atacadas alrededor del mundo y 6.175 cristianos fueron encarcelados durante el año 2021.
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¡Despierta, pues esta guerra quiere detener el avance del Evangelio y viene a por ti si te encuentra en medio!
Si tú, lector, eres hombre, la guerra vendrá a por ti para anular tu papel y propósito como varón, puesto que si “matas al líder, ganas la batalla”. Si atacan a los líderes de la iglesia, a los padres y proveedores económicos, dañan a las familias y a toda la comunidad cristiana, y no solo eso, sino que también perpetúan un ciclo de violencia que afecta a niños y niñas, y que vulnera a la siguiente generación desprotegiéndolos y quitando la figura de referencia que representa el varón.
Si eres hombre podrán echarte de tu trabajo o boicotear tu negocio, podrán rechazarte socialmente y marginarte, podrán denunciarte falsamente de algún delito que no has cometido o acusarte de blasfemia, y en el peor de los casos podrás recibir palizas y/o ser asesinado por grupos extremistas, el narco, otros miembros de tu comunidad o por mano de tu propia familia. Recuerda, esto es la guerra e irán a por tus hijos varones, que podrán sufrir los mismos abusos que tú y, además, podrán ser reclutados por el ejército, por extremistas o por bandas criminales, desde Boko Haram hasta el narco, y ser obligados a traficar con drogas, delinquir y asesinar.
Si tú, lectora, eres mujer, en medio de este conflicto serás el “premio sexual” de numerosos grupos terroristas, serás objeto de violencia sexual por parte de éstos, de extremistas, de la comunidad y de tu propia familia o esposo, con el que además te obligaron a casarte. También podrás ser mercancía por tu pureza sexual dentro del negocio de la trata y explotada sexualmente para detener el crecimiento de la población cristiana. O como ya he comentado, mercancía para un matrimonio forzoso donde tu esposo se encargará de que abandones la fe por las buenas o por las malas, usando la violencia y el silencio de la familia, el encierro y la soledad, y si todo esto no funciona, todavía puedes ser repudiada por el esposo, separada de tus hijos y abandonada sin tener donde ir.
Oye, mujer, porque si tienes hijas, ellas pueden ser secuestradas y violadas solo con el objetivo final de usar sus cuerpos para humillarte a ti, a tu familia y a toda la comunidad cristiana. Si alguna sobrevive regresará traumatizada y estigmatizada; tal vez embarazada o con un bebé; marcada para simbolizar permanentemente el poderío de sus agresores.
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¡Despertad porque estamos en guerra! Aunque todavía no la estés experimentado, 360 millones de cristianos en el mundo sí la sufren y con gran dolor.
Si vives en un país democrático y libre piensa que muchos cristianos son aterrorizados y presionados por sus propios gobiernos, perseguidos por el propio ordenamiento jurídico de sus países y considerados inferiores por las propias normas socioculturales de sus comunidades.
Si eres cristiano, por favor sé consciente del gran conflicto en el que vivimos y sé parte de la respuesta y auxilio que la Iglesia Perseguida necesita desesperadamente.
“Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación”. (2 Corintios 1:7)
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