Vivimos en el mundo de las telecomunicaciones. Hablamos con facilidad con nuestros familiares a veces en otros continentes o a cientos de kilómetros de distancia mientras están conduciendo su automóvil en una carretera solitaria. Nos comunicamos por teléfono, radio, fax y por correo electrónico.

Aquí vemos producirse otro milagro; se produce inmediatamente después de la sanidad de dos ciegos. La historia es muy breve. Cuando vamos a un país donde se habla otro idioma es difícil comunicarse. Pero cuando la persona es muda la dificultad es aún mayor.

En el versículo 32 de Mateo 9 leemos que le trajeron un mudo endemoniado. Los expertos nos dicen que la palabra en griego implica sordomudo. La causa de la enfermedad en este caso no era congénita. Está establecido claramente como posesión demoníaca. No hay más detalles y lo aceptamos con reverencia.

Queremos recalcar este hecho que fue traído. Es decir, no sabemos cuánta colaboración o cuánto interés tuvo esta persona. El poder explicarle que Jesucristo estaba en la ciudad en tal casa y cómo llegar a ese lugar habría sido una gran dificultad.

Así que suponemos que esos amigos que habían escuchado de Jesucristo hicieron lo mejor que se podía hacer en estas circunstancias y lo llevaron. Ignoramos si el que lo llevaran fue el deseo principal del enfermo o de sus amigos.

Nos hace acordarnos de aquellos hombres que trajeron al paralítico con esfuerzo y no cesaron a pesar de las dificultades que incluyeron su-birlo por el tejado para ponerlo finalmente delante de Jesucristo.

Notamos también que en el caso del sordomudo de Marcos 9 no hay mención de posesión demoníaca.

El versículo 33 nos dice sencillamente: “Y tan pronto fue echado fuera el demonio, el mudo habló”. No hay referencia de si, como en otros casos, hubo resistencia del demonio.

A pesar de que tenemos tan poca información es importante destacar que el versículo 33 nos dice: “y las multitudes se maravillaban diciendo: ‘¡Nunca se ha visto semejante cosa en Israel!’. Pero los fariseos decían: ‘Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios’” (v. 34).

Vemos aquí algo que nunca entenderemos mientras vivamos en este mundo. ¿Cuál es la razón de una diferencia tan notoria en la respuesta al mismo hecho? Aquí unos se admiran, pero los fariseos hacen una acusación gravísima de ser hecho por el príncipe de los demonios.

Qué pertinentes son las palabras de Jesucristo en Juan 15:24: “Si yo no hubiese hecho entre ellos obras como ningún otro ha hecho, no tendrían pecado. Y ahora las han visto, y también han aborrecido tanto a mí como a mi Padre”.

Noten las palabras de Mateo 9:33: “Y tan pronto fue echado fuera el demonio, el mudo habló”. Las Escrituras no nos dicen exactamente lo que dijo pero no sería de extrañar que un torrente de palabras de gratitud y de alabanzas comenzara a fluir de la boca de este hombre que podía finalmente hacer algo que tanto anhelaba y que antes no lo podía hacer.

De ahora en adelante se podía comunicar fácilmente con sus amigos. Podía cantar alabanzas a Dios por su milagro.

Quiero citar a Matthew Henry quien, al comentar sobre esta porción, dice: “era mejor para este hombre que él no podía hablar a que él estuviera forzado a decir como los endemoniados de Mateo 8:29 ‘¿Qué tienes con nosotros, Hijo de Dios?’. Si hay que elegir entre los dos es preferible un espíritu que no pueda decir nada a uno que diga blasfemias. Cuando el diablo toma posesión de un alma la hace silenciosa a todo lo que es bueno, mudo en oraciones y alabanzas de las cuales el diablo es un enemigo declarado”.

Me imagino a este hombre retornando a su casa con sus amigos exclamando con todas las fuerzas de sus pulmones: “¡Estoy curado! ¡Vecino, Jesucristo me sanó!”.

Las palabras de Isaías 35:5, 6 se habían cumplido literalmente: “Entonces serán abiertos los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos se destaparán. Entonces el cojo saltará como un venado, y cantará la lengua del mudo; porque aguas irrumpirán en el desierto, y torrentes en el Arabá”.

Temas para predicadores

- Trayendo un amigo a Jesucristo.

- El mudo antes y después de su encuentro con el Señor Jesús ➣ El poder absoluto de Jesucristo sobre los demonios.

Tomado del libro: Un médico examina los Milagros de Jesús, publicado por Casa Bautista de Publicaciones Editorial Mundo Hispano. Autor: Dr. Roberto Estévez.