La lucha del hombre contra las “huestes espirituales de maldad” no acaba nunca mientras estemos en este mundo.
El apóstol Pablo le escribe a la iglesia de Éfeso: “Porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
De este texto y de los versículos que le siguen, colegimos que los poderes demoníacos que pueblan el mundo, apuntan siempre sus mortíferos dardos contra el hombre y la mujer.
La lucha del hombre contra las “huestes espirituales de maldad” no acaba nunca mientras estemos en este mundo. Las huestes espirituales de maldad no tienen nombre.
“Huestes espirituales” es la descripción de un colectivo. El poder demoníaco es siempre anónimo. Los demonios son poderes anónimos que operan como ‘espíritus del aire’ desde el escondite del trasfondo oscuro del mundo.
Ejercen su influencia sobre los hombres como lo hace la misma atmósfera que nos envuelve, pero también de manera tan discreta y sin hacerse notar. Su hábitat se encuentra en las “regiones celestes” que envuelven la Tierra.
Toda persona está amenazada por Satanás, pero ninguna está irremediablemente y sin voluntad propia a su merced. Los demonios rodean a las personas. Sus ataques más virulentos están dirigidos contra las personas que han decidido ser fieles a Dios. No hay nadie que esté libre de estos ataques de Satanás. A Pedro le dijo Jesús: “Satanás os ha pedido para zarandearos” (Lucas 22:31).
Las victorias de los demonios son siempre parciales cuando las personas se abren a su influjo o son expuestas a la influencia de demonios menores. Pero la victoria de los demonios es total cuando la persona se ata voluntariamente a ellos o vende su alma al diablo. Es así como se desemboca en la posesión demoníaca.
No hay posesión del hombre sin el ejercicio de una persona o de sus padres. Esta acción es, a la vez, una renuncia a la pretensión de exclusividad de Dios sobre el hombre y una entrega a un ídolo, a Satanás y sus ángeles caídos.
El apóstol Pablo nos da instrucciones concretas sobre cómo rechazar los ataques de Satanás. Para eso se vale de la figura de la armadura de un soldado de su época. A través de este símil nos ofrece en siete puntos lo que considera una armadura divina (cf. Efesios 6:13-19).
El cinto de la verdad. Se trata de la verdad de Dios, que nos llega por medio del evangelio y que el hombre tiene que apropiarse.
La coraza de justicia. Es la justicia de Dios, que justifica a todo aquel que cree en él.
El calzado es la disposición a vivir y anunciar el evangelio de la paz. Esta paz es Cristo mismo, pues de él dice Pablo que “él es nuestra paz” (Efesios 2:14).
El escudo de la fe sirve para apagar todos los dardos de fuego del maligno. La traducción literal de la palabra griega ‘fe’ (pistis) es “confianza obediente”.
El yelmo de la salvación. Esta salvación es el llamamiento a creer en la muerte propiciatorio de Jesús en la cruz, en su resurrección, y en su redención que nos permite el acceso al trono de Dios. El acusador ya no tiene más entrada directa al trono de Dios para acusarnos.
La espada del Espíritu que es la palabra de Dios. No la palabra del hombre, sino la de Dios, palabra que inspira y usa el Espíritu.
La oración. En esta parte de la armadura de Dios, Pablo no recurre a la imagen del soldado. La ‘oración y la súplica’ permanente es la forma de vestirnos y llevar siempre la armadura de Dios.
Esta imagen de la armadura del soldado romano como armadura de Dios nos dice que la armadura es de Dios y que es Dios quien la facilita.
No se trata, pues, de nuestros recursos humanos, sino de medios que Dios mismo pone a nuestra disposición: La verdad, la justicia, la paz, la fe, la salvación y la palabra. Todo proveniente de Dios y en relación directa con Jesucristo.
Quien vive cubierto de esta armadura, resistirá cualquier ataque del maligno. Vivir con esta armadura es la respuesta de fe del hombre a la oferta divina.
Esta respuesta de fe personal es un proceso que tiene un comienzo y que se extiende hasta el fin de nuestros días. Es una decisión de compromiso con Cristo.
El concepto de “decisión” procede del mundo de la jurisprudencia. En el sentido bíblico-teológico no se trata de la decisión del hombre entre varias opciones, sino de un estricto ‘o esto, o lo otro’: O a favor de Dios o en contra de él.
La decisión a la que llama el evangelio es incondicional y definitiva. En la Iglesia primitiva la expresión de esta decisión incondicional y definitiva la constituía el bautismo y estaba presidida de la decisión que Dios había tomado antes a favor del pecador.
Conscientes de la extensión de lo demoníaco en el mundo antiguo, las iglesias post apostólicas de mediados del siglo II introdujeron una confesión de renuncia al diablo.
Esta confesión precedía inmediatamente a la del bautismo. La primera constancia escrita de este documento nos la facilitó Tertuliano (160-220 d. Cr.), y posteriormente fue admitida en el Ritual de Culto que confeccionó Hipólito a principios del siglo III.
En la agenda de la Iglesia Evangélica Luterana de 1963 para la práctica del bautismo de adultos, se le hace al bautizando la siguiente pregunta: “Si renuncias a Satanás y a todas sus obras y manipulaciones, responde: Sí, renuncio”.
Las iglesias evangélicas libres no tienen esta norma porque se entiende que es en el momento de la conversión o nuevo nacimiento cuando se produce este cambio radical de señorío. Y esto, aunque el recién convertido no sea muy consciente de ello.
“¡Renuncio al diablo y a todas sus obras y manipulaciones! ¡Entrego mi vida a Jesús! ¡Jesús sé tú mi único Señor!”
Esta oración, y otras semejantes, son apropiadas para hacerlas en la soledad, después del gran cambio de vida que significa la conversión a Cristo.
También es recomendable hacerla en compañía pastoral cuando se ha desembocada en la conversión.
Y sobre todo deben hacerlas conscientemente aquellas personas que han estado o están envueltas en prácticas ocultas y sujetas a ataduras satánicas. En este caso la oración de renuncia a Satanás y entrega a Jesús constituye la frontera o límite adecuados para prevenir futuras influencias satánicas.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Estudiamos el fenómeno de la luz partiendo de varios detalles del milagro de la vista en Marcos 8:24, en el que Jesús nos ayuda a comprender nuestra necesidad de ver la realidad claramente.
Causas del triunfo de Boris Johnson y del Brexit; y sus consecuencias para la Unión Europea y la agenda globalista. Una entrevista a César Vidal.
Analizamos las noticias más relevantes de la semana.
Algunas imágenes del primer congreso protestante sobre ministerios con la infancia y la familia, celebrado en Madrid.
Algunas fotos de la entrega del Premio Jorge Borrow 2019 y de este encuentro de referencia, celebrado el sábado en la Facultad de Filología y en el Ayuntamiento de Salamanca. Fotos de MGala.
Instantáneas del fin de semana de la Alianza Evangélica Española en Murcia, donde se desarrolló el programa con el lema ‘El poder transformador de lo pequeño’.
José era alguien de una gran lealtad, la cual demostró con su actitud y acciones.
Celebración de Navidad evangélica, desde la Iglesia Evangélica Bautista Buen Pastor, en Madrid.
Madrid acoge el min19, donde ministerios evangélicos de toda España conversan sobre los desafíos de la infancia en el mundo actual.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.
Si quieres comentar o