A mi amigo Marcos L. S.

Un amigo cree en el otro, Abraham creyó a Dios y fue llamado amigo de Dios. El amigo quiere el bien del otro y en la amistad descubre que los principales bienes humanos pueden ser comunes a más de una persona.

El egoísmo no debería ser un comensal en la mesa de la amistad. Para el Estagirita lo más necesario para la vida era la amistad. Los antiguos creían que ella era la escuela del camino del bien, y a la vez, la amistad tiene consecuencias para la vida en sociedad.

Cautivante, que Dios hecho carne, aplicara el término “amigo” a sus discípulos, y cual eco, llegara hasta nosotros su palabra siempre eterna… amigos, y un verbo en futuro, volveré.

Para el irlandés C.S. Lewis está claro, el cristianismo irrumpe en medio de la antítesis del individualismo y colectivismo.

Pero las amistades no son simple reafirmación de lo que los amigos puedan creer, sino un camino de transformación y de expansión de nuestro horizonte.

Dirá Manfred Svensson en su magistral obra El pensamiento de C.S. Lewis- Más allá de la sensatez (Clie, 2011): Los hombres que tienen verdaderos amigos son menos manejables y menos alcanzables: para las buenas autoridades más difíciles de corregir, y para las malas, más difíciles de corromper. Reconoce por otro lado que no todo lo que nace de la amistad es bueno, pero… el bien nacido de la amistad es más difícil de destruir. (*)

Dedico unos pequeños versos a mi amigo Marcos L. S., quien fue camino de transformación y expansión de mi horizonte:

Amante de las ínsulas. Vino de una y marchó a otra.

Aguantó mis chubascos, mis tormentas y mis huracanes con generosa sonrisa.

El mar en sus ojos dejaba asomar su aurora latente.

Se forjaron los hierros que, de afiladas hachas, tornáronse regalos de mineral férreo.

Arriesgó su amistad y venció la mía. Ejemplo, modelo, fue mi hermano menor y mentor.

Sus manos sinceras levantaron las mías, las suyas y las de todos.

Su trono divino fue conquistado por su dueño y Señor.

El amor le visitó en lontananza y le regaló bellas semillas que germinarán.

Su abrazo gentil llenaba las praderas del fresco rocío.

Soplaron vientos, cayó el aguacero, el gris tiñó su madrugada...

pero le nacerá la estrella resplandeciente de la mañana...

Su corazón herido amó y amados fueron sus pies.

Gracias Dios por él.

En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia (Pr 17:17).

Benji Gálvez

(*) El pensamiento de C.S. Lewis- Más allá de la sensatez por Manfred Svensson (Viladecavalls- Barcelona; CLIE, 2011), pp. 119-125.

Nota: A mi amigo Marcos nunca le gustaron las fotografías, tal vez esta que acompaña al texto hable un poco de los dos y de nuestra amistad cual rara avis.