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¿Podemos creer en Adán y en la evolución? (primera parte)

En el presente artículo afirmo la inspiración de la Biblia al mismo tiempo que la realidad de Adán como posible figura literaria prototípica o representativa de la humanidad, no como una persona necesariamente histórica.

DELIRIOS AUTOR 93/Luis_Marian 05 DE FEBRERO DE 2022 20:00 h
Imagen de [link]Jakob Owens[/link] en Unsplash.

Cada vez existen más cristianos que no tienen problemas para decantarse por una lectura no literal de los capítulos del 1 al 3 de Génesis asumiendo la teoría de la evolución como un hecho.



Sin embargo, surge un mayor conflicto con las palabras del apóstol Pablo acerca del pecado de Adán y sus consecuencias: ¿Debería ser Adán una persona necesariamente histórica para la coherencia bíblica? Y si no lo fue: ¿Qué sentido teológico tendrían las menciones de Pablo al primer hombre? ¿Qué ocurre entonces con el "pecado original"?





Daniel C. Harlow expone 5 formas básicas de considerar a Adán y Eva1 (Ver imagen). Algunas de las posturas llamadas “concordistas” son sostenidas por cristianos como Timothy Keller o William Lane Craig que asumen la evolución al mismo tiempo que creen que Adán y Eva fueron personas reales históricas. A priori, el concordismo trata de resolver algunos problemas de encaje entre Biblia y ciencia evolutiva. Pero también posee sus objeciones.



Algunos exégetas rechazan las propuestas concordistas (y creacionistas) por considerarlas proyecciones de necesidades modernas alejadas de la intención bíblica original. Según esta crítica, el concordismo y el creacionismo que fuerzan al relato a coincidir con la ciencia actual deriva en inestabilidad para nuestra fe al depender de los descubrimientos científicos de cada tiempo. Es decir, durante un tiempo el concordismo puede hacer que La Biblia y la ciencia “encajen”, pero unas generaciones después… el encaje suele venirse abajo. De ahí que una de las principales críticas al concordismo entre ciencia y Biblia sea el descrédito que este ha generado contra Las Escrituras a lo largo de los siglos. Recordemos ejemplos como el debate en torno a Galileo o al religioso Cosmas (s. VI) explicando “bíblicamente” que el mundo era un arcón y la tierra el rectángulo del fondo2. A día de hoy, esta exégesis literalista aparece en algunas encuestas como una de las explicaciones del creciente abandono de la fe en Occidente ¿Podemos aprender algo de la historia? No estamos ante un asunto baladí.



Como respuesta a las posturas literalistas, citando a Karl Barth, “la idea de que la Biblia declara la Palabra de Dios solo cuando habla históricamente es una idea que debe abandonarse […] La presunta equiparación de la Palabra de Dios con un registro “histórico” es un postulado inadmisible que no se origina en la Biblia en absoluto, sino en el infortunado hábito del pensamiento occidental que asume que la realidad de una [narración] se mantiene o cae según sea “historia” o no3”.



En el artículo titulado “¿Pretende Génesis 1 y 2 ser leído literalmente? ya comenté que ni la revelación científica ni la plena historicidad parecen ser las intenciones de los relatos de la creación. Más bien pretenden otorgar propósito e identidad al pueblo de Israel sin pretensiones científicas ni estrictamente historicistas.



En esta línea, mis explicaciones en el presente artículo pretenden afirmar la inspiración de La Biblia al mismo tiempo que la realidad de Adán como posible figura literaria prototípica o representativa de la humanidad, no como una persona necesariamente histórica. Bajo mi criterio, esta sería la postura menos susceptible de desacreditar La Biblia y la más en línea con las intenciones teológicas originales.



 



Problemas morales de la evolución



Dicho esto, unos de los problemas comunes de los creyentes para aceptar la evolución son las cuestiones morales ¿Cómo un Dios bueno pudo haber dado lugar a la violencia y el enorme lapso que propone la evolución? ¿Por qué y para qué lo haría Dios así?



Bien. No tengo todas las respuestas. Ni yo ni nadie. Pero sí es seguro que el resto de las preguntas acerca del sufrimiento son igualmente complejas... haya habido, o no, evolución… ¿Por qué un niño sufre una dolorosa enfermedad degenerativa? ¿Y qué de tantas culturas sometidas a violencia por milenios y sin saber nada de Jesús? ¿Por qué millones nacen en hambrunas y otros en un cómodo occidente? Los problemas morales de la teoría evolutiva son dramáticos y misteriosos. Pero admitamos que el resto de las preguntas acerca del sufrimiento también lo son.



Ciertamente, algunas de las respuestas al problema del sufrimiento pasan por adelantar su Reino y ser parte de la solución. También confiamos en que un día todo mal terminará y que, a pesar de todo, percibimos la bondad e inmensa gracia de Dios. Los cristianos, evolucionistas o no, aceptamos el misterio y decidimos confiar en Dios aunque no tengamos todas las respuestas.



Las preguntas difíciles acerca del sufrimiento no cambian demasiado si optamos por creer en una creación instantánea literal del ser humano. De hecho, el literalismo añade sus propios problemas morales y de coherencia bíblica. Por ejemplo: ¿Qué hay del incesto entre los hijos de Adán y Eva que en Levítico 18 se define como abominación? Dios pudo haber planificado la reproducción inicial de otro modo ¡Por supuesto! ¡La creatividad de Dios es incuestionable! Pero no lo hizo. Así que desde una interpretación literalista nos preguntamos: ¿Cómo puede calificarse de abominable el diseño original de Dios? ¿O cómo pudo Caín tener miedo de que en otros lugares le tomaran como extranjero siendo todos los habitantes sus hermanos o sobrinos (Gn. 4, 13-14)? Sin embargo, nos quitamos estos y otros innecesarios problemas de coherencia bíblica si optamos por una interpretación más simbólica que científico-literal, algo de lo que ya hablé con más detalle en el mencionado artículo anterior.



 



“Y todo era bueno”



Dentro de los problemas éticos a muchos creyentes no les encaja que el duro proceso evolutivo lleve a decir a Dios “que todo era bueno” (Gn. 1, 31). Pero aquí el término hebreo “bueno” no implica una total ausencia de sufrimiento o de maldad. Una prueba de que el mal ya se manifestaba antes de tomar del árbol es la existencia de una maléfica serpiente afectando a los humanos. Su presencia poco tenía de “bueno” moral. De hecho, el texto nos indica que el bien y el mal pueden ser conocidos por la humanidad porque estos ya existen previamente (Gn. 3, 22).



Pude preguntarle al Dr. Alister McGrath al respecto y él comentó que San Agustín ya dijo que ese “todo era bueno” se refería más bien a que todo seguía su cauce establecido por Dios, no a la ausencia absoluta del mal como a menudo proyectamos sobre esta expresión. Y aunque el mal y el dolor son a menudo un misterio ¿Acaso Dios deja de ser bueno cuando existe sufrimiento?



 



¿Muerte espiritual o física?



Denis O. Lamoureux4 se fija en que Dios le dijo a la primera pareja que “el día que comieres morirás” (Gn. 2, 17) cuando ellos no mueren físicamente ese día sino que viven muchos años más. En ese momento Adán y Eva tampoco se preguntan: “¿Y qué es eso de “morir” que parece tan importante?No. El relato sobreentiende que ellos ya conocían la muerte. El mensaje más bien apunta a que el pecado conlleva la muerte espiritual, no a que la muerte o el mal (que ya estaban allí al menos con la serpiente) surgen “ese día”. De hecho, asumir que los primeros humanos fueron creados inmortales es otra de las premisas que solemos imponer a la narración cuando esta realmente no afirma nada al respecto.



Las enseñanzas de Génesis son especialmente profundas y trascendentes. Como ya traté de explicar en el anterior artículo, Génesis ofrece una rotunda respuesta a las cosmogonías que dominaban la antigüedad. Aquellos mitos paganos establecían el propósito y la identidad de los pueblos a los que las jerarquías explotaban desde el miedo a los dioses. Y esto es algo a lo que Génesis planta cara.



En el Egipto del que Israel vino, los dioses Isis y Osiris surgen del árbol en el que se encerraba la vida y la muerte. Un árbol es también el protagonista en la epopeya acadia de Gilgamesh acerca de la búsqueda de la inmortalidad, una historia bien conocida por los hebreos que recibieron el Génesis. Los árboles de la vida eran comunes como pedagógicas metáforas que establecían el propósito de la vida.





Pero entonces… ¿La Biblia “copia” relatos antiguos de sus vecinos? ¡No! Esto es un error común que ignora lo más importante de la intención del relato. Un peso importante de la revelación de Génesis recae en las escandalosas diferencias con las cosmovisiones paganas ¡Y esto lo entendía muy bien el lector original! El árbol de la vida, el río, el jardín... se concebían como elementos teológicos sublimes que hoy infravaloramos desde nuestra ignorancia y cierta supremacía cultural poscientífica. Pero debemos acercarnos desde estas potentes claves originales que revolucionaron el mundo ¡No tanto desde las nuestras! Y en este caso Génesis revela un propósito liberador sin precedentes guiados por un único Dios verdadero.



Siguiendo con el árbol de Génesis, vemos que tras comer del fruto prohibido,Dios dijo: aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Gn. 3, 22).



Hasta el momento no había aparecido este segundo árbol de la inmortalidad en el que (a diferencia de otros mitos de su tiempo) se deja claro que la inmortalidad solo le corresponde a Yavé y que buscarla es una quimera. Autores como William Lane Craig entienden además que lo que Dios dice de este árbol da por hecho que Adán y Eva no dispusieron de inmortalidad en ningún momento previo.



En cualquier caso, el punto esencial de Génesis es hacia dónde va la humanidad y las consecuencias del pecado que ya estaban presentes desde su principio. No hay indicios de que las explicaciones científicas o necesariamente historicistas según criterios modernos fuesen una exigencia, ni siquiera una preocupación, de los autores y receptores originales de Génesis.



 



Los nombres



Toda traducción pierde matices y enseñanzas del lenguaje y cultura originales. En este caso, Adán significa literalmente “humanidad” (y así se traduce el término en otras partes del Antiguo Testamento). Eva es “vida” y Abel “hebel”, que significa vanidad, neblina, vapor, vaho… Hebel se usa en Eclesiastés para afirmar que la vida es “vanidad de vanidades”.



Según el profesor de Antiguo Testamento, Matthew Richard, el vocablo hebreo para Caín apunta a algún tipo de arma. Así que mientras en nuestro idioma nos llevamos la idea de que “Adán y Eva viven en el Edén hasta que son expulsados fuera, donde Caín mata a Abel”… el lector hebreo original captaría una visión mucho más teológica en cuanto a que “la Humanidad y la Vida están en el Paraíso hasta que son expulsados fuera, donde el arma mata al Aliento fugaz5”.



Como vemos de nuevo, el texto original invita a una comprensión simbólica de la condición humana, algo habitual en la pedagogía antigua. Es curioso además que cuando Jesús se refiere al origen de los humanos lo hace como varón y hembra, no por sus nombres propios de Adán y Eva como sí hace Jesús al referirse a Abraham, Moisés o los otros personajes del Antiguo Testamento ¿Quizás para resaltar ese carácter representativo de la humanidad?



En cualquier caso, cuando Jesús o un apóstol citan a los primeros humanos, a Noé o a cualquier otro personaje, la enseñanza espiritual es la misma para quienes son literalistas como para quienes no ¡Este es un punto clave! Y por eso toda La Biblia es verdad, desde Génesis hasta Apocalipsis con sus simbólicas bestias de varias cabezas surgiendo del mar, etc. Como dice Anthony de Mello, si la historia de la gallina de los huevos de oro estuviese en la Biblia, los cristianos pasarían más tiempo discutiendo sobre cómo Dios hizo que una gallina pusiera huevos de oro que aplicando sus lecciones sobre la avaricia y sus consecuencias. Este es el propósito último de la revelación: Nuestra liberación del pecado y transformación a imagen de Cristo.



En el próximo artículo comentaré las alusiones de Pablo al pecado de Adán en Romanos 5 y 1ª Corintios 15. Considero que estos versículos son los textos que más problemas ofrecen a algunos creyentes para aceptar una evolución humana dirigida por Dios dentro de la inspiración bíblica.



 



Notas



1 Daniel C. Harlow, Después de Adán: leer el Génesis en la era de la ciencia evolutiva, Revista Alétheia de la Comisión de Teología de la Alianza Evangélica Española, 2012



2 Artículo sobre el debate histórico de la cosmología bíblica, en Fliedner.es (PDF).



3 Karl Barth, Dogmática eclesial, vol. 3, pt. 1:82



4 Denis O. Lamoureux, ¿Fue Adán una persona real?, 2015 (2010 en inglés), Documento Biologos  publicado por el Centro de Ciencia y fe



5 Matthew Richard Schilmm, Esta Extraña y sagrada escritura, Juanuno1, 2021, pp. 41-22


 

 


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