Los Trenchard nunca buscaron que su casa fuera un oasis inglés, por el contrario, alojaron a grupos de jóvenes para enseñarles la Palabra.
Los Trenchard eran de espíritu fuerte y combativo, su entereza y vigor llegaron a ser casi proverbiales entre los otros misioneros británicos o de otras latitudes. Precisamente en 1930, Ernesto publicó un artículo en la revista misionera Links of Help de las Asambleas de Hermanos. En él analizaba las palabras de Ezequiel 3:15, “Y me senté junto con ellos”, interpretando que los misioneros debían compartir las condiciones y la cultura del pueblo entre el cual deseaban desarrollar su ministerio. Atribuía la poca aceptación del Evangelio de las clases cultas y la falta de desarrollo de un liderazgo nacional durante la Segunda Reforma (1) precisamente a que los misioneros habían fabricado “oasis ingleses”, interpretando la Biblia según tradiciones inglesas, obviando este principio de sentarse junto al pueblo aprendiendo su idioma, cultura, tradiciones e historia. Evidentemente Don Ernesto comenzó a granjearse algunas antipatías entre los misioneros más veteranos. (2) Si no aceptaba los oasis, tampoco aceptaba Trenchard las islas, es decir, que las iglesias se aislaran completamente del resto de iglesias, por cuanto pertenecían a un mismo Cuerpo, para ello utilizaría el símil de la isla. (3)
Gertrudis fue siempre un apoyo enorme para Ernesto, su fortaleza le inspiraba continuamente. Cuando decidieron trasladarse a vivir a Arenas de San Pedro, llevaron a cabo la mudanza cuando Gertrudis estaba embarazada de siete meses. Ernesta Eleanor, que sería más conocida como Nesta, nació el 29 de octubre de 1929. Apenas tenía seis meses cuando inauguraron la capilla en Arenas en abril de 1930. El propio Ernesto siempre estuvo aquejado por los problemas de cadera y de pierna, pero su pasión por llevar a cabo la obra de Dios le animaba a seguir firme y adelante. Lo cierto es que los Trenchard nunca buscaron que su casa fuera un oasis inglés, por el contrario, alojaron a grupos de jóvenes para enseñarles la Palabra, a grupos de norteamericanos, a hermanos que habían venido a aprender un oficio… tal vez por eso, siempre buscaron casas amplias. En Arenas de San Pedro ocuparon una casa de dos plantas y siempre contaron con alguna ayuda de parte de hermanas creyentes. Los hijos iban naciendo puntualmente sin disminuir las actividades de los Trenchard.
Aquella noche Ernesto, enfundado en su batín, se transformó en el oso Ernie que dispuso sus garras para ir a la caza de los mellizos y de la pequeña Nesta. Así con sus manos levantadas y sus dedos extendidos como garras, iba buscándolos hasta que lograba “cazarlos” y llevarlos a la cama. Eran momentos escandalosos y divertidos. Una vez acostados, el oso Ernie cantaba una canción bíblica, hacía una breve oración y se despedía de ellos con un sonoro beso. Luego pasó a darle un suave besito a la pequeña Nesta, a quien Gertrudis ya había dejado plácidamente dormida y satisfecha. Ernesto bajó hasta la cocina, donde Gertrudis preparaba un vaso de leche caliente para los dos:
—¿Cómo le fue hoy la caza Señor Oso? —preguntó irónicamente Gertrudis.
—¡Las tres presas cayeron en mis garras y “las acosté” sin piedad, querida Señora Osa! Y el Señor Oso ya vio que la Señora Osa dejó a buen recaudo a su bebé—contestó Ernesto.
Ambos rieron sin parar un buen rato.
—Cariño, eres una buena madre, con agallas, afrontas los traslados, mudanzas, los viajes en la moto con sidecar hasta las aldeas, los tiempos de embarazo y todo con gallardía…
—No olvides, amado, que el Señor nos alienta como buen Capitán. ¡Además soy hija de Gales! (4) —dijo riendo—. Y cuando siento que las fuerzas flaquean… entonces canto un himno con fuerza, y arreglado.
—¡Claro que sí, mi Condesa! —Ernesto solía usar de fina ironía, pero con su esposa disfrutaban ambos gastándose bromas.
—En Arenas de San Pedro, las mujeres tenemos a quien imitar, a la esposa del caballero Álvaro de Luna, la inolvidable Doña Juana de Pimentel, la Triste Condesa —Gertrudis hizo una pausa mientras daba vueltas a la cucharilla en su taza, momento que aprovechó Ernesto para sentarse junto a ella.
[photo_footer]Imagen: Museo del Prado.[/photo_footer]
—Creo que me voy a poner cómodo porque intuyo que me vas a contar la historia de la Condesa, ¿verdad? —dijo Ernesto al tiempo que se sentaba junto a su esposa tomando su taza y una magdalena.
Gertrudis se levantó, taza en mano, y se acercó a la ventana vislumbrando a lo lejos la silueta del Castillo de Arenas de San Pedro, iluminado con algunas luces tenues.
—Hace más de 400 años, Álvaro de Luna liberó al rey Juan II de su prisión en Talavera de la reina donde estuvo encarcelado por el Infante de Aragón. Llegaría a ser el hombre más importante de Castilla después del rey. Entonces se casó con Juana de Pimentel, en cuya dote estaba el señorío de Arenas de San Pedro. Pero Isabel de Portugal, la esposa del rey, miraba con malos ojos a Don Álvaro y consiguió que el rey lo excluyera de la corte y lo decapitara en Valladolid. Cuando Juana de Pimentel se enteró de la muerte de su esposo, huyó al Castillo de Escalona para evitar que el rey le quitara los bienes de su esposo que ahora le pertenecían a ella. Fue tal su perseverancia que finalmente el rey le permitió que se quedara con los bienes de su dote, entre ellos Arenas de San Pedro y su fortaleza. A partir de aquí Juana empezó a firmar todos los documentos con el sobrenombre de “La Triste Condesa”, para recordar siempre a su esposo Don Álvaro. A la muerte del rey Juan II, el nuevo rey Enrique IV intentó acabar con la Condesa y su descendencia. Juana se resistió con el apoyo de los ciudadanos de Arenas, consiguiendo que el rey desistiera y les permitiera a ella y su descendencia seguir viviendo en Arenas de San Pedro. La Triste Condesa siempre estuvo enamorada de estos paisajes y poco antes de morir donó a los arenenses gran número de estas tierras, agradeciéndoles así que la apoyaran contra el monarca. Juana fue una mujer adelantada a su tiempo, que no dudó en enfrentarse a reyes y reinas ante las injusticias. (5) ¡Así que ahora soy hija de Gales y también soy hija de Arenas, pero sobre todo soy hija de Dios! —exclamó con alegría Gertrudis girándose a tiempo para ver que Ernesto la miraba fijamente con la boca abierta disfrutando de un mágico momento.
—Pero ¿cómo no voy a estar enamorado de ti? Es imposible no sentir admiración por ti —dijo Ernesto mientras se levantaba y la abrazaba con ternura—. Cariño, cuando yo muera… ¿firmarás tus cartas como “La Triste Gertrudis”?
—¡Más bien como “La Alegre Gertrudis”! —contestó riendo—. Vamos a dormir que se hace tarde.
Los Trenchard no dejaron de visitar Piedralaves y otras aldeas desde Arenas atendiendo la obra, visitando a los creyentes, haciendo nuevos contactos. En Piedralaves inauguraron una Capilla Evangélica en 1931. La obra del Señor seguía avanzando. Vino a vivir con ellos Julia García para ayudarles con los niños y las tareas de la casa. Pronto notaron que recibían frecuentes visitas del hermano Francisco Fernández desde Piedralaves, quien pasado el tiempo contrajo finalmente matrimonio con Julia García.
Durante la Dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930) hubo más restricciones en materia religiosa. En el año 1926 la censura prohibió publicar ninguna noticia de los actos religiosos o de actividades en las iglesias evangélicas, sin embargo, a partir de 1927 se pudo reanudar la publicación de noticias. (6) Los Trenchard, que seguían teniendo en su corazón el trabajo con jóvenes a pesar de su ministerio rural, y no sin cierto temor por los acontecimientos políticos, en 1929 empezaron la publicación de la revista El Joven Cristiano con la colaboración de otro misionero, Arturo Chappell. Don Ernesto tenía muy claro el poder de la página impresa como herramienta para llevar las Buenas Noticias de Jesús. (7) En la revista Ernesto escribía diferentes artículos bajo la elocuente sección titulada “Casos y cosas”, donde incluía contribuciones de otros autores, comentaba noticias de actualidad acompañándolas con reflexiones bíblicas, examinaba los diferentes movimientos eclesiales, así como los descubrimientos arqueológicos. Pretendía así ampliar los horizontes de sus lectores, traer posibles ilustraciones para predicaciones y demostrar cómo el Evangelio llegaba a todo el mundo. Tal vez era además una forma de levantar los ánimos ante la crisis económica mundial que ya se cernía sobre España, obligando a muchos a emigrar a otras latitudes, principalmente a América Latina. (8)
En la revista El Joven Cristiano los Trenchard anunciaron unos campamentos para jóvenes en Arenas durante dos semanas en el verano de 1930. La idea era que estos campamentos sirvieran de tiempo vacacional y de estudio bíblico. Para poder inscribirse debían enviar previamente una recomendación de su iglesia o de un obrero a tiempo completo acreditado. (9) Ernesto conocía la faceta de los campamentos bíblicos que organizaba la Unión Bíblica en Inglaterra, Suiza y en varios países del mundo. (10) En su corazón creía que sería posible replicarlos en España, aunque con más énfasis en los estudios bíblicos. El anuncio estuvo dirigido a los jóvenes de 14 años en adelante. Ernesto estaba eufórico:
—Ma, ¿te imaginas que los campamentos se llenasen, que el pueblo se quedase pequeño? ¿Cuándo podremos tener reuniones al aire libre, predicar a multitudes, o alquilar los cines? ¿Cuándo llegará la libertad de cultos de verdad? Me encantaría que pudiéramos tener en Arenas una convención como la que tuvo el ministerio de Esfuerzo Cristiano en 1914 en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona. ¡En aquella ocasión asistieron cerca de 4.000 personas! Allí estuvo el Dr. Clark, fundador del movimiento en Estados Unidos. (11) ¿Sabes quiénes colaboraron con Esfuerzo Cristiano en España durante varios años? Nada menos que Charles Clouston Porri y su esposa, Beatrice Jessie Spiers, sobrina del fundador del movimiento de la Unión Bíblica Josiah Spiers. Tal vez algún día el Señor permita que podamos conocerlos.
Finalmente llegó el día y los campamentos pudieron llevarse a cabo para un buen grupo de jóvenes. Varios misioneros y obreros nacionales participaron en los mismos dando la enseñanza, entre ellos los amigos de la familia, Arturo Chappell, Adolfo Araujo y Edmundo Woodford.
Al acabar los campamentos el matrimonio dejó rendidos de nuevo a sus hijos y ellos cayeron redondos en la cama. Había sido un verano agotador en todos los sentidos. Ernesto estaba muy contento, pero el gozo dejó paso al agotamiento más extenuante. Gertrudis se peinaba antes de acostarse, mientras le dirigió unas suaves palabras a su esposo, que sin cambiarse se había tumbado en la cama:
—Ernie tengo una buena noticia para ti, pronto tendremos que poner otra cuna en la habitación de la pequeña Nesta… —Gertrudis esperaba oír los gritos alborozados de su amado, pero lo único que llegó a sus oídos fueron sus ronquidos. Ernesto se había dormido profundamente, tal era el cansancio del misionero.
Gertrudis se acostó también, y al hacerlo, Ernesto se sobresaltó…
—Disculpa, amada, ¿qué me estabas diciendo? —preguntó Ernesto medio inconsciente por el sueño.
—Que mañana será otro día. Duerme, cariño —respondió Gertrudis mientras apagaba la luz de la mesita de noche. Luego acarició su vientre y dejó ir un hilo de voz…— Que descanses amorcito.
Benji Gálvez
(1) La Segunda Reforma es una referencia al período a partir del s. XIX cuando los misioneros evangélicos empezaron a trabajar en España. La Primera Reforma del s. XVI fue casi extinguida en España por la Inquisición. El biógrafo menciona que fue abortada, pero en opinión del que suscribe sería preferible la frase “casi extinguida” porque, aunque las hogueras de la Inquisición, cual vil aquelarre, sembraran España de cenizas heréticas, es imposible que el fruto no quedara latente en muchas personas que pudieron recibir las Buenas Nuevas de salvación en Jesucristo.
(2) Ernesto y Gertrudis Trenchard - La enseñanza que permanece, por Tim Grass (Comisión de publicaciones del Centro Evangélico de Formación Bíblica CEFB; Madrid, 2019), pp. 44-46.
(3) La Iglesia, las iglesias y la obra misionera, por Ernesto Trenchard (Literatura Bíblica; Devon, s/f), pp. 91-92. “No es bíblico que las iglesias y los obreros se consideren como «islas», ocupándose solamente en sus asuntos propios e internos. Si cada creyente es miembro del Cuerpo de Cristo, y responsable para dar y recibir ayuda en relación con todos los demás miembros (Ef 4), ¡cuánto más responsables para el bien de todos no han de ser las iglesias locales ya formadas, y los siervos de Dios que se ‘libran’ de sus trabajos para extender el Reino de Dios! Si Pablo (no solo como Apóstol, sino como misionero) pudo hablar del peso de su ‘preocupación por todas las iglesias’ (2 Cor 11:28-29), por lo menos los guías de las iglesias y los obreros dedicados a la Obra en nuestro tiempo y esfera debieran sentir la preocupación por algunas, y sin atropellar en lo más mínimo la autoridad de los Ancianos de iglesias formadas, disponerse a apoyar todo aquello que pueda adelantar la extensión del Evangelio y el bien de los creyentes a través de un área factible”. Tal vez Ernesto tenía en mente el texto del poeta inglés del siglo XVII, John Donne: No man is an island (Ningún hombre es una isla).
(4) Ernesto y Gertrudis Trenchard - La enseñanza… p. 21.
(5) Tietarteve.com[Consultado en línea].
(6) Historia para el debate - Historia y Sociología de los evangélicos. Número 6; Abril-Junio 2001. Perspectiva histórica - Origen de los bautistas, 2ª parte, por Julio Díaz, p. 15. Samuel Vila- Una fe contra un imperio, por David Muniesa (Terrassa; CLIE, 1979), pp. 93-94.
(7) Métodos de evangelización (II parte, Año 1.965), por Ernesto Trenchard. Extraído de la Revista Edificación Cristiana, Agosto-Octubre de 1.965. Citamos: “La importancia de la hoja impresa como poderoso auxiliar en la labor de evangelización es inmensa, pues penetra por todas partes, repite su mensaje todas las veces que se lee, no se excita en la discusión, y es relativamente barata. Pero es muy rara la vez que completa una obra, y en manera alguna puede sustituir al misionero”. [Consultado en línea]
(8) Ernesto y Gertrudis Trenchard - La enseñanza… p. 43.
(9) Ernesto y Gertrudis Trenchard - La enseñanza… p. 42.
(10) Si las misiones en las playas fueron uno de los puntos fuertes del trabajo con niños de Scripture Union (Unión Bíblica), no lo serían menos sus campamentos que causaron un hondo impacto en la vida de un nutrido grupo de siervos de Dios a lo largo de los años, sirva solamente como ejemplo, John Stott, Pablo Wickham o Santiago Giordano.
(11) La España Evangélica ayer y hoy: esbozo de una historia para una reflexión (P. Andamio y CLIE; Viladecavalls, 1994). pp. 274-276.
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