Para esta hora naciste

Con esta reflexión quiero llamar tu atención acerca del sentido de nuestra misión en la vida en líneas generales, pero también sobre algunas particularidades personales.

Unos piensan que somos un puro producto del azar, mientras que otros pensamos que somos el resultado de un soberano designio divino con un singular propósito en la vida.

En las últimas décadas se popularizó la frase “¿Para qué estoy aquí en la tierra?”, esta supuso un reclamo para llamar la atención de muchísima gente que transita por este mundo sin descubrir el verdadero sentido de su vida y un total despropósito de la misma.

Sin embargo, también tenemos que reconocer que una inmensa mayoría de cristianos nacidos de nuevo desconocen cuál es el verdadero propósito de Dios para sus vidas, mientras que otros muchos siguen fabulaciones engañosas y otros tantos están siendo seducidos por nuevos cantos de sirenas procedentes del mismo infierno.

Es realmente maravilloso descubrir nuestro destino personal de los labios del mismo Señor Jesús: “Yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca…”. Según estas palabras, estamos destinados a fructificar en el lugar donde Dios nos plantó.

Me resulta especialmente llamativa la historia de la reina Ester. Esta nos ofrece un relato personal del gran propósito de Dios para su vida, como instrumento de bendición para la supervivencia del pueblo judío, en un tiempo crucial durante el vasto imperio persa. Su ascensión al trono y su determinante influencia sobre el rey Asuero, en contra de los malvados planes del perverso Amán para exterminar a los judíos del imperio, demuestran una vez más el claro sentido de su propósito y destino en un tiempo de gran emergencia.

Cuando Mardoqueo, el tío adoptivo de Ester, la emplazó ante el peligro de genocidio que se cernía sobre los judíos, observamos una dramática declaración de sus propios labios: “¿Quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”. Sin duda, Ester había nacido para esa hora crucial y así cumplir una misión redentora en favor de su pueblo.

De igual modo, nuestras vidas no son un tránsito accidentado por este mundo, en ningún caso. Todos tenemos propósito y razón de ser en nuestra vida terrenal. Todos y cada uno de nosotros debemos cumplir de forma efectiva una asignación divina en este mundo; de lo contrario, estamos ignorando el “para qué” de nuestra existencia. Este descubrimiento resulta en una apasionante aventura, convirtiéndonos en socios colaboradores de los planes de Dios para este mundo caído.

En nuestro caso colectivo, estamos asistiendo a un tiempo realmente inquietante, a la vez que apasionante, porque las evidentes señales del fin de los tiempos se están produciendo de forma clamorosa. Solamente en los últimos veinte años se han precipitado los acontecimientos mundiales de todo tipo como nunca antes. También se está produciendo  una alteración de la conciencia social que hace apenas cincuenta años era totalmente impensable. El cambio de paradigmas y valores de consenso universal se está modificando a marchas forzadas…

Como observador de las tendencias en el mundo cristiano en general, me he percatado de una asombrosa pasividad espiritual en amplios sectores del cristianismo evangélico. Quizás este síndrome tenga mucho que ver con ciertas corrientes teológicas que inducen a creer en una vida cristiana muy autocomplaciente y, en otros muchos casos, en una especie de hipnotismo espiritual colectivo que narcotiza la conciencia social, afectando a muchos creyentes, paralizando su impulso y su potencial dinamismo espiritual.

Quiero recordarte que eres un nacido/a de nuevo, que eres linaje escogido y que fuiste llamado/a por Dios para anunciar las virtudes de Aquel que te llamó de la oscuridad a su Luz admirable. Tú eres un mensajero/a del cielo para esta generación. Tu vida tiene un claro propósito para influir en tu mundo cercano y “salvar a los que son llevados a la muerte” tal como nos lo recuerda el proverbio bíblico. Recíbelo como una voz profética para tu vida, porque para esta hora naciste .

Sin duda, hay un llamativo sentido de urgencia en el corazón de Dios para este tiempo, ¿lo hay también en el tuyo o vives en la indiferencia?

Finalmente he de recordarte que tú y yo somos la generación precursora del advenimiento de Cristo para clausurar la historia a no mucho tardar.   “La noche está muy avanzada y se acerca el día” de nuestra redención completa, porque ahora sí que está muchísimo “más cerca nuestra salvación que cuando creímos”. El Señor Jesús está a las puertas. ¡Maranata!