Para disponer de servicios de e-mail y páginas web con un dominio propio, no es necesario pagar el hospedaje cuando dispones de tu propio NAS.
Al igual que hicimos en el segundo artículo, comenzamos este refiriéndonos a los servicios que habíamos descrito como ventajas de disponer de nuestro propio NAS:
La mayoría de las personas creen que el mundo de Internet y las páginas web es algo muy complicado y que solo puede ser entendido por expertos. Aunque es cierto que hay aspectos técnicos complejos, yo creo que hay cosas que son más fáciles de entender de lo que parecen. ¿Cómo funciona una página web? Pues no es muy diferente de como lo hace un archivo de, por ejemplo, Word o Excel.
Un documento de Word suele tener algo que llamamos «extensión», que va al final del nombre del archivo y que, en este caso, puede ser .doc, .docx, por ejemplo. De esa forma, cuando nosotros abrimos un archivo .doc, nuestro ordenador busca un programa que sea capaz de leer ese formato de archivo. Lo mismo pasa con Excel y los archivos .xls o .xlsx, con PowerPoint y los .ppt o .pptx, con los PDF (.pdf), etcétera.
Una página web es un documento similar, que termina, normalmente, con la extensión .htm o .html (también hay otras, como .php, etcétera, pero las que mencionamos son las más frecuentes). Ese documento puede ser abierto por programas específicos, a los que nosotros llamamos «navegadores». Por lo tanto, programas como Safari, Chrome, Firefox, Opera y otros muchos, son a los archivos .html lo mismo que Microsoft Word es a los archivos .doc o .docx, para entendernos.
Si nosotros tenemos en nuestro ordenador un documento terminado .html y lo abrimos, el ordenador buscará un programa para ello, y el encargado será un navegador de Internet.
Ahora bien, si yo tengo ese archivo .html en mi ordenador, solo yo puedo abrirlo y verlo. Por lo tanto, lo ideal es colocarlo en un lugar donde otras personas puedan acceder a él también. Esa es la base de las páginas web. Una página web no es nada más ni nada menos que un archivo .html (u otros) que se coloca en un servidor de Internet para que diferentes personas puedan verlo abriéndolo con sus navegadores web.
Ahora bien, ¿cómo llega una persona a mi página web, es decir, al documento en el que está el contenido? Pues, para eso, existe lo que llamamos una dirección. La verdad es que la dirección es un número, al que se llama IP, y que viene a ser algo parecido a la dirección de nuestra casa. Pero como esos números son raros y difíciles de recordar (y no tienen ninguna referencia al contenido), se crea una especie de «vestido» con el que el número (que suele ser algo como 000.000.000.000, sustituyendo los ceros por otros números), se cambia por www.midireccionweb.000 (pongo 000 porque hay otras muchas terminaciones, como ya sabemos, tales como .com, .net, .org, etc.). Cuando una persona escribe eso, hay un sistema mundial donde está registrado que «midireccionweb.000» equivale, en realidad, a la dirección IP del servidor donde está mi página web.
Cuando nosotros compramos lo que se llama un «dominio», lo que estamos haciendo es pagar por el derecho de tener un nombre propio que sirva para darle a nuestra web (y a nuestros e-mails, pero de eso hablaremos después) una personalización fácil de identificar y recordar, en vez de unos números raros.
Una broma que hacemos a veces es que muchos creyentes quizá confunden el «dominio propio» del que habla la Biblia con tener un dominio propio de Internet.
Imaginemos que hemos creado nuestra propia página web. También hemos comprado (más bien, alquilado) un dominio propio. ¿Cómo hacemos para que las personas puedan ver nuestra web?
Lo normal es que paguemos por un servicio de hospedaje. Muchas de las empresas que ofrecen el servicio de alquiler de dominios también proporcionan hospedaje. Pero, claro, esto no es gratuito, pagamos por ello, normalmente en cuotas mensuales o anuales.
Si disponemos de un NAS, podemos ahorrarnos ese coste, ya que es un servidor de Internet y, por tanto, ofrece precisamente ese mismo servicio, es decir, podemos copiar en él los archivos de nuestra página web, y que las personas puedan acceder a ellos. No solo nos ahorramos coste, sino que, además, la mayoría de servicios de hospedaje tienen límites de espacio que podemos ocupar, de cuentas de e-mail que podemos crear, etc. Todos estos límites son inexistentes cuando usamos nuestro propio NAS.
A la hora de hacer esto, debemos tener en cuenta algunos aspectos (y debemos saber cómo hacerlo en nuestro NAS, evidentemente). El más importante probablemente es la dirección IP. La mayoría de los proveedores de Internet nos ofrecen una dirección IP, pero no es siempre la misma. Es decir, puede cambiar dependiendo de las necesidades de dicho proveedor. Por lo tanto, dado que nuestro dominio propio va a estar «apuntado» o conectado con nuestra dirección IP, si esta cambia, la página web ya no podrá ser visitada por los usuarios hasta que reconectemos el dominio y la nueva IP. Esto puede resolverse de varias maneras. En primer lugar, todos los proveedores de Internet ofrecen la posibilidad de disponer de direcciones IP fijas, pero esto tiene un coste. Otra opción, gratuita en este caso, es crearse un DNS dinámico. Es algo técnico, pero con seguridad habrá personas en cada iglesia que sepan cómo hacerlo (o incluso se puede buscar un tutorial en Internet, ya que no es complicado).
Un segundo aspecto es que debemos asegurarnos de que no haya cortes en el suministro eléctrico que puedan apagar nuestro NAS y dejar la web sin acceso. Para eso, lo más prudente es adquirir un SAI (un sistema de alimentación ininterrumpida), que proporciona electricidad durante un determinado período de tiempo (si el apagón dura mucho, probablemente el SAI también dejará de funcionar, pero resuelve el 99% de los casos). Hay SAIs de muchos modelos y precios, pero es fácil encontrar opciones económicas y funcionales, sobre todo pensando en que no necesitamos mantener la alimentación eléctrica de aparatos que consumen mucho, sino solo del router y del NAS.
En cuanto al e-mail, en realidad, es algo similar a lo que hemos explicado de las páginas web. Un e-mail es un archivo que se envía desde nuestro ordenador al servidor donde está nuestro dominio. Entonces, ese servidor ve la dirección del destinatario y lo envía al servidor donde está el dominio de dicho destinatario. Y ese servidor del destinatario lo hace llegar a su ordenador. Es algo así como el correo postal. Nosotros ponemos una carta en nuestro buzón más próximo, que sería el equivalente a nuestro ordenador. De ese buzón va a la oficina de correos de nuestra zona, que sería el equivalente al servidor donde está nuestro dominio (puede ser nuestro NAS). De ahí, «nuestra» oficina de correos la envía a la del destinatario (equivalente al servidor del destinatario), que se la hace llegar al buzón de su casa (su ordenador) a través del cartero. Este servicio, en el caso de los e-mails, va asociado al hospedaje web. Si pagamos por el hospedaje web, nos van a ofrecer un servicio de e-mail. Pero es algo que también podemos resolver con nuestro propio NAS. No solo eso, sino que, además, podremos crear tantas cuentas como deseemos y podrán asignarles la capacidad que queramos.
Este es el último artículo, por ahora, de esta serie. Aunque quedan por describir algunos aspectos y ventajas de disponer de un NAS en la iglesia, creemos que hemos abordado los principales, y no queremos que esta serie se haga demasiado larga. Si alguien tiene más interés o desea más información, puede ponerse en contacto con nosotros e intentaremos ayudar en la medida de nuestras posibilidades.
(Algunas de las informaciones de este magacine, así como materiales de apoyo y otras herramientas, están disponibles en www.diakonos.es. Para más información, pueden entrar en contacto con [email protected].)
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