Discriminación salarial y falta de oportunidades de empleo para los cristianos perseguidos

El trabajo no es un castigo para el ser humano, aunque algunos así lo crean. Sin embargo, en países con un alto índice de intolerancia religiosa se castiga a los cristianos de diversas formas a través de éste, convirtiéndose en un arma muy efectiva de persecución.

Mientras que en los países donde se respeta la libertad religiosa como un derecho inherente al ser humano, los cristianos, tanto hombres como mujeres, prosperan y presentan las mayores tasas de empleabilidad y actividad, al mismo tiempo que las minorías religiosas tienen iguales oportunidades de desarrollar actividades económicas. Lo cual podemos observar en el siguiente cuadro correspondiente a un estudio realizado en el Reino Unido:

[photo_footer]Simonetta Longhi & Lucinda Platt – Intitute for Social and Economic Research – University of Essex. Pay Gaps Across Equalities Areas (Pg. 89).[/photo_footer]

Un cristiano que, por el contrario, viva en un país con un alto índice de intolerancia religiosa y que además represente una minoría, puede experimentar todo tipo de ataques a la hora de realizar una actividad económica. 

En la práctica, un cristiano puede sufrir acoso laboral, discriminación salarial o directamente se le puede negar el acceso a un trabajo cuando este depende de un tercero. 

Cuando no depende de la contratación por parte de un tercero, sino que decide emprender, puede sufrir boicot a sus productos, robos o ataques y destrucción de su negocio.

Incluso si por la negación de un trabajo o por la falta de oportunidades, se dedicara a realizar lo que llamamos agricultura de subsistencia, un cristiano podría sufrir la destrucción de sus cultivos, la matanza de sus animales y la contaminación de sus pozos. 

Además, en los casos más extremos un cristiano puede realizar trabajos forzosos en campos de trabajo, como sucede en Corea del Norte, o ser vendidos dentro de la red de trata de personas. 

Impidiendo a los cristianos acceder a lo que la OIT (Organización Internacional del Trabajo) considera un trabajo digno y negándole cualquier tipo de oportunidad de empleo o subsistencia se intenta marginalizarles con el objetivo de frenar el avance del evangelio. Cuestión que tratamos con mayor profundidad en un artículo anterior.

En muchas ocasiones, los cristianos se encuentran aislados de la sociedad o sin vivir aislados, se encuentran en aldeas y zonas remotas, muchas veces siendo los únicos creyentes de dichas zonas. 

Un individuo o familia cristianos que como consecuencia de su aislamiento carecen de un sentido de pertenencia de comunidad y que en la práctica no pueden experimentarla, están totalmente expuestos a la persecución. Si la fuente de su sustento es boicoteada, atacada o destruida, sin una comunidad cristiana que los asista, el individuo o familia cristianos se ven obligados a abandonar aquel lugar donde son luz y como consecuencia la evangelización en dicho lugar puede retroceder.

Observando esta realidad, ¿cómo podemos ayudar para que los cristianos perseguidos tengan las oportunidades de prosperar que la persecución les niega? 

Como leímos en otro artículo anterior, las estrategias principales para ayudar a los cristianos perseguidos a prosperar son la formación orientada a la capacitación profesional, la asistencia jurídica y los programas de desarrollo socioeconómico. Dentro de esta última estrategia entran acciones como la provisión de los medios de producción necesarios para la puesta en marcha de producciones de subsistencia o de negocios, y la herramienta de los microcréditos (préstamos de pequeña cuantía y corta duración, que se conceden sin la necesidad de contar con avales) como medio de financiación o el asesoramiento económico necesario durante el proceso. El objetivo final es el de apoyar a los cristianos perseguidos para que puedan desarrollar una actividad económica óptima y suficiente para su propio sostenimiento en el tiempo.

Las estrategias mencionadas están dirigidas a ayudar al cristiano en su empleabilidad, a poder emprender, producir bienes y servicios, y generar rentas que les permitan prosperar. 

La idoneidad de estas estrategias depende siempre del perfil de persecución que sufre el cristiano, ya que no es lo mismo que se necesite ayuda para comenzar una empresa o encontrar trabajo tras un cambio de residencia por motivo de persecución, que sufrir discriminación salarial por parte de un empleador no cristiano o sufrir el boicot a los productos que produces por parte de tus vecinos.

Por tanto, la generación de rentas no sólo depende de la formación del individuo o de producir bienes y servicios para el mercado, sino también de la contratación o compra de dichos bienes y servicios por parte de terceras personas.

¿Cómo pueden entonces ayudarse los cristianos entre ellos mismos a prosperar materialmente?

Los cristianos pueden y deben ser tanto los empleadores, como los productores, como los proveedores y como los consumidores finales que se necesitan para la generación de las oportunidades y de las rentas necesarias para la prosperidad de sí mismos con la ayuda de Dios.

Sí, no sólo hablo de una conciencia de comunidad y de economía colaborativa entre los cristianos que más lo necesitan para su propia supervivencia en contextos de persecución, o de organizar ayuda económica que fluya desde los cristianos más prósperos hacia los que son más desfavorecidos o perseguidos a través de diferentes misiones y organizaciones cristianas. Hablo de que los cristianos independientemente del país en el que residan y en las condiciones en las que vivan, deben colaborar y cooperar entre ellos, bajo la voluntad de Dios, en todos los ámbitos de la vida para favorecerse los unos a los otros como si fueran un mismo cuerpo.

En clave económica, confiando en la buena mayordomía que la Biblia pide a los cristianos, tanto si un cristiano ingresa un salario como si genera rentas económicas a través de la producción y venta de bienes y servicios, el Reino de Dios se ve favorecido.

Si eres cristiano y piensas en los gastos que realizas a lo largo de tu vida, qué si cuando necesitas contratar un servicio a un profesional, lo haces a un profesional cristiano, o si compras bienes se los compras a empresarios o productores cristianos. O qué sucedería si siendo empresario importas productos producidos por cristianos que viven en países con altos índices de intolerancia religiosa, o si contratas para tu empresa a un cristiano, o si cuando subcontratas mano de obra o servicios en otro país también lo haces a cristianos, todo el flujo económico generado, ¿beneficiaría en alguna medida al Reino de Dios?