A Gertrudis ya hacía tiempo que le latía un corazón misionero, y no le importaría ser misionera junto a un hombre de Dios.
Por Benji Gálvez
Finalizaba el año 1922 y Gertrudis May Willie reflexionaba sobre su vida en un momento en que, para ella, todo estaba a punto de cambiar drásticamente. Dependía de su respuesta a una propuesta.
Pensó en sus raíces, todos sus familiares eran cristianos evangélicos comprometidos, aunque un tanto aventureros. Su abuelo John Willie (1834-1919) rompió la tradición familiar de más de dos siglos, abandonando el pueblo de Orterford a 12 Kilómetros de la ciudad de Taunton. Decidió irse a vivir a Yeovil, donde trabajó como almacenista en el London & Southwestern Railway. Se casó con Mary y tuvo varios hijos, que a su vez siguieron el espíritu aventurero de su padre. Uno de sus hijos, Mark, se trasladó a Newport en el sur de Gales y se casó con Elizabeth Stephens. Trabajó en la South Wales (Siemens Patente) Glass Manufacturing Company donde prosperó hasta llegar a ser el secretario. El joven matrimonio, Mark y Elizabeth, tuvo únicamente una hija a la que llamaron Gertrudis May, nacida el 25 de mayo de 1898. Eran una familia acomodada, de la clase media urbana. Su familia siempre fue muy aventurera. Gertrudis se acordó de su tío Edwin que llegó a ser el representante para España de una empresa de mármol, la Spanish Marble Company Ltd., con sede en Cardiff y con intereses en Almanzora (Almería -España). Su tío George fue gerente de una mina de carbón de Cory Brothers, que transportaba carbón a todas partes del mundo para los barcos de vapor. Su tío Samuel, aunque empezó vendiendo carbón, luego fue maestro en los colegios de George Müller en Yeovil y luego en Barcelona, en cuya institución llegó a ser director. Al pensar en su tío Samuel, Gertrudis recordó que había varias tristes historias en su familia. Su propio padre murió cuando ella tenía solo 9 años y a su tío George se le murieron varios hijos. Su tío Samuel, en un momento de enajenación mental estuvo implicado en un asesinato, fue internado en un psiquiátrico, y finalmente regresó a Yeovil… posiblemente de donde nunca debió salir.
Toda su familia pertenecía a los Hermanos libres, y sus tíos ocuparon puestos prominentes en las Asambleas de Hermanos (AAHH), aunque su tío Samuel, ya en la vejez fue miembro activo de la iglesia Zion Congregational de Yeovil, al igual que su abuelo John.
Gertrudis recordaba haber aceptado a Jesús como Salvador a los 6 años de edad. Tras la muerte de su padre, su madre y ella se trasladaron al barrio residencial de Penylyn en la zona este de Cardiff. Junto a su madre asistía a los eventos sociales, y cada vez se sintió más asfixiada por ella. Pero gracias a la herencia de su padre, pudo permitirse una carrera universitaria en un tiempo cuando pocas mujeres podían hacerlo. Fue en el University College de Cardiff. Sonreía mientras recordaba su tiempo como estudiante. Se involucró en el grupo Student Christian Movement. Colaboró en la revista del grupo del movimiento resaltando que hombres y mujeres colaboraban juntos en el grupo, enfatizando el objetivo que tenían de presentar a Cristo a la Universidad y anunciando que las chicas estaban estudiando el libro de Hechos. Incluso llegó a servir en el Consejo Nacional de Gales del SCM.
Siendo estudiante asistió al culto de despedida del misionero Doddington, donde recibió su propia llamada a ser misionera. Su corazón se llenó de gozo. Era una época en que las Misiones estaban en auge y eran muchos los jóvenes que firmaban el registro de la Student Volunteer Missionary Union (Unión Misionera de Estudiantes Voluntarios). Gertrudis también lo había firmado el 2 de junio 1917. Finalmente había logrado su Licenciatura en Letras y comenzó su trabajo en 1920 como profesora en el Monkton House School en Cardiff por las mañanas y, paralelamente, en la Escuela Técnica por las tardes. Se sentía contenta porque, aunque la pusieron con las clases más numerosas y problemáticas, supo apañárselas con tal competencia que el director la recomendó como profesora de Filología Francesa en las clases nocturnas, mientras cursaba el Diplomado en Educación. Le encantaba la docencia, pero ahora, cuando se sentía tan realizada llegó una visita inesperada. Una tarde llegó a tomar el té el misionero John Crane. Ella había oído de él e incluso lo había conocido en algún acto en sociedad, aunque no recordaba bien en cuál. Se rumoreaba que había sido misionero en Venezuela y en España, pero también había escuchado que hacía unos meses que había enviudado. Por un momento una idea surcó los pensamientos de May —¿No será que Mr. Crane habrá venido a pedir mi mano? No es posible, es mucho mayor que yo— pensó.
A Gertrudis ya hacía tiempo que le latía un corazón misionero, y no le importaría ser misionera junto a un hombre de Dios, pero dudaba de si ese hombre pudiera ser John Crane. Confiaba en que Dios la guiaría llegado el momento. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando, en medio del ritual del té, John pidió permiso a la madre de Gertrudis para pasear un rato al aire libre con su hija:
—Por supuesto que tiene usted mi permiso, Mr. Crane— le contestó Elizabeth con una fina sonrisa, sintiéndose halagada.
Gertrudis se quedó blanca y con torpes movimientos intentó dejar la taza de té sobre la mesita, sin lograr evitar que la taza golpeara estrepitosamente la bandeja y tintinearan todas las demás porcelanas. Incorporándose, pero con un leve aturdimiento, acertó a dirigir solo unas respetuosas palabras:
—Querida madre, Mr. Crane, permítanme ir a buscar un abrigo— contestó Gertrudis pausando largamente sus palabras. Notó como las rodillas le temblaban y al entrar en su habitación buscó nerviosamente en su ropero la prenda adecuada.
[photo_footer]Gertrudis en su boda con John Crane del brazo de su tío Edwin Willie.[/photo_footer]
Aquel primer paseo no sería el último. John Crane y Gertrudis fueron conociéndose cada día un poco más. En sus paseos por Cardiff, Gertrudis fue averiguando más cosas sobre John. Supo que antes de ser misionero había sido impresor y que fue encomendado a la obra misionera por una asamblea de Clapton Hall, al norte de Londres. Gertrudis finalmente se sintió a gusto con Mr. Crane, y aunque no le gustaba nada tener que dejar la docencia que tanto amaba, —era lo acostumbrado en su época—, contestaría afirmativamente a John. En diciembre de 1922, tras repasar su vida y meditar los pros y contras detenidamente, Gertrudis dio un paso importante hacia delante y aceptó la propuesta de matrimonio de Mr. Crane, de modo que la pareja se comprometió oficialmente. Ya no había vuelta atrás.
En febrero del año siguiente, Gertrudis fue encomendada al servicio misionero por la asamblea de la calle Mackintosh en Cardiff. Sus tíos estaban jubilosos con su decisión, al igual que Mr. Crane. Su carta de encomendación había sido firmada por su querido tío Edwin y por dos hermanos apellidados Doddington, que probablemente eran familia del misionero en cuyo culto de despedida Gertrudis recibió su llamada misionera años atrás. Todo fue bastante rápido, y el 19 de abril de 1923 hubo otra celebración en la misma asamblea de la calle Mackintosh, John Crane y Gertrudis May Willie contrajeron matrimonio. La ceremonia fue oficiada por el tío de Gertrudis, George Willie, quien era altamente respetado entre las asambleas del sur de Gales y era habitualmente invitado para celebrar bodas y entierros. La luna de miel de John y Gertrudis sería un viaje misionero en dirección a Melilla, en el norte de África. Ambos querían servir al Señor en Misiones, lo demás no era tan importante. Embarcaron en un barco a vapor que los llevaría hasta Gibraltar y luego hasta Melilla. Gertrudis pensó si tal vez aquel carbón, que ayudaría a mover aquel pesado barco, habría salido de la mina cuya gerencia ocupaba su tío George. Sonrió levemente, aunque una madeja de interrogantes se le anudaban en su estómago. Finalmente optó por dejar todo en las manos de Dios.
[photo_footer]Ernest Trenchard.[/photo_footer]
Unos meses después, no muy lejos de Cardiff, el joven Ernest Trenchard repasaba el boletín de Echoes of Service (Ecos de Servicio - EOS) donde los “Editores”[1] informaban sobre el matrimonio de Mr. Crane y Miss Willie. Allí se informaba sobre la pareja de misioneros, su llamada a las Misiones y el ministerio que estarían ejerciendo. Al leer la noticia, Ernest pensó en sus propios asuntos del corazón. Aunque le agradaba una joven llamada Blanche, ella no quería saber nada de Misiones, por lo que cada vez tenía más claro que no podrían llegar a compartir una vida de servicio juntos. Sacó su libreta para escribirle, pero entonces recordó que el misionero Thomas Rhodes había llegado desde España y se encontraba en Inglaterra. Ernest no quería perder el tiempo. Con la misma energía con la que ese día dedicó tiempo a la taquigrafía, al comercio y a ejercicios de mnemotecnia, inmediatamente se puso a escribir:
[photo_footer]El misionero Thomas Rhodes.[/photo_footer]
En Bristol, a 1 de agosto de 1923, año del Señor
Apreciado hermano Mr. Rhodes
En la presente me dirijo a usted para rogarle que podamos encontrarnos con el fin de hablar sobre su tierra de misión, España. He seguido sus pasos a través de EOS, pues también pertenezco a las Asambleas de Hermanos. Estoy muy interesado en las misiones transculturales y creo sentir una llamada de Dios hacia la península ibérica. En la actualidad estoy recuperándome de una enfermedad de mi cadera y pierna, pero estaría encantado en acudir a su encuentro para recibir de usted la información que le he mencionado.
Sin más por la presente, reciba un afectuoso abrazo, encareciéndole que considere digna de su amable respuesta esta misiva.
Su hermano en Cristo
Ernest H. Trenchard
[photo_footer]La Unión Bíblica en India.[/photo_footer]
Con sumo cuidado, Ernest dobló la carta y la introdujo en un sobre, preparándola para llevarla a la Estación de Correos al día siguiente. Era difícil que un hombre tan ocupado estuviera dispuesto a invertir un par de horas hablando con un joven lisiado interesado en Misiones, aunque… tal vez Dios tuviera unos planes divinos trazados. Decidió dejar a un lado el tema. Ahora, más tranquilo… —o más nervioso más bien—, tomó el boletín de la Unión Bíblica con cariño y leyó las últimas noticias sobre el movimiento en el mundo. Siempre resultaban ser noticias refrescantes. En esta ocasión se informaba sobre los adelantos en la India donde el movimiento aumentaba sus actividades, así como su influencia. También mencionaba que en Sudáfrica se habían realizado campañas desde 1890 en la playa de Durban y para la década de 1920, dos voluntarios estaban promocionando la Unión Bíblica por todo el país. Se trataba de Jesamy Sprigg, hija de un ex-Primer Ministro, y del Mayor Henry Guise, un oficial retirado del ejército inglés. (Continuará)
Notas
[1] Los Editores eran un consejo de hermanos que tenían la responsabilidad de preparar y publicar Echoes of Service (Ecos de Servicio), una revista mensual de noticias misioneras de la principal agencia misionera de las Asambleas de Hermanos (AAHH). Era también una forma de promocionar a los misioneros para que obtuvieran fondos para su sostén de entre las AAHH a nivel nacional. Por un lado, informaba sobre la obra misionera, ofrecía consejos sobre su práctica, y por otro, canalizaba los fondos enviados para los misioneros. En ningún momento los misioneros tuvieron garantizado un sueldo, sino que cada misionero tenía la responsabilidad de confiar en Dios para la provisión.
Fuentes
Ernesto y Gertrudis Trenchard-La enseñanza que permanece, por Tim Grass (Comisión de publicaciones del Centro Evangélico de Formación Bíblica CEFB; Madrid, 2019).
La Historia de dos visiones- La historia de la Unión Bíblica en todo el mundo, por Michael Hews. Traducción de Ernesto Zavala, abril 2001. (Documento pdf).
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