El agua es la sustancia que más nos une y la que más hemos compartido de una forma u otra con cada organismo vivo que jamás ha existido en el planeta tierra.
Un niño que abre un grifo para lavarse la cara por la mañana, unos amigos que almuerzan juntos, una abuela que riega las plantas que adornan el balcón de su piso, un relajante café con hielo en pleno verano… No se tratan de actividades que solemos calificar de excepcionales, ni mucho menos milagrosas. No obstante, cada una de estas escenas tan cotidianas implica unas características del agua que hace que esta sustancia sea la más extraordinaria de todo el planeta, por no decir de todo el universo.
Pero entonces… ¿Qué tiene de especial el agua?
Parece una evidencia para tontos, pero la verdad es que, según las leyes de la física y la química, en la superficie de la tierra, ¡el agua tendría que existir siempre y únicamente como un gas! Por su peso molecular, el punto de ebullición del agua debería ser de 80 grados… ¡BAJO CERO! (-80ºC) Por lo tanto, la mera existencia de ríos, océanos y agua corriente es prácticamente un milagro.
El agua es capaz de disolver más sustancias que cualquier otro líquido del planeta. ¿Y? Pues, gracias a esta característica, cuando disfrutamos de un plato de comida, todo tipo de minerales se disuelven y nos nutren, mediante nuestra sangre y los otros líquidos intracelulares que se constituyen principalmente en agua.
Las moléculas de agua tienen una fuerte cohesión o atracción entre sí. Esta propiedad da luz al fenómeno de la “capilaridad”, el cual hace que cuando regamos una planta el agua suba desde las raíces hacia arriba, hasta las hojas…¡totalmente en contra de las leyes de la gravedad!
El agua figura entre las poquísimas sustancias del planeta que tienen menos densidad y más volumen cuando se congelan. Gracias a este fenómeno, en temperaturas extremadamente bajas, los mares y océanos no se convierten en bloques de hielo, sino que forman una capa de hielo flotante y aislante, manteniendo vivos a todos los organismos acuáticos que se hallan debajo.
Nosotros, los seres humanos, igual que todos los organismos, estamos hechos principalmente de moléculas de agua: entorno al 70% de nuestra masa corporal es agua. Por eso, científicos como el Profesor Martin Chaplin intuyen que las propiedades anormales del agua son “plenamente responsables” de la existencia de la vida en la tierra y, como dijo Leonardo Da Vinci, describen el agua como “la fuerza motriz de toda la naturaleza.” En otras palabras, se puede concluir, o al menos intuir que el agua existe con el PROPÓSITO de que haya vida en la tierra, tal y como, curiosamente, aparece expresado en textos de la Biblia como Génesis 1:1-2 o Isaías 45:18.
El historiador y filósofo Mircea Eliade describió el simbolismo del agua como “…el depósito de todas las posibilidades de existencia” que precede a toda forma y soporta toda creación. Así pues, como eje de toda la existencia, el agua, por consiguiente, también se convierte en un punto focal de las injusticias y contradicciones que conlleva la existencia humana.
Tanto en los países más ricos como en los más pobres, mientras algunos podemos abrir un grifo y disfrutar de una fuente fiable de agua corriente y potable, las desigualdades socio-económicas, los conflictos y guerras, las actividades agroindustriales insostenibles y los factores climáticos han hecho que, para miles de millones de personas, este recurso tan sagrado se haya vuelto escaso, poco accesible, saboteado o imbebible por contaminación.
Sea cuál sea nuestra experiencia humana, sea desde la abundancia o sea desde la carencia, el agua es la sustancia que más nos une y la que más hemos compartido de una forma u otra con cada organismo vivo que jamás ha existido en el planeta tierra.
Por ello, la próxima vez que disfrutemos de nuestra bebida preferida, haríamos bien en reflexionar por un instante y darle las gracias a la fuente de diseño inteligente que ha hecho que nuestra mera existencia en esta tierra sea posible. Quizás, este gesto de respeto y agradecimiento sea un primer paso que todos podamos dar hacia una gestión más justa, equitativa y sostenible del preciado recurso que llamamos agua.
Descubre el poder transformador del agua en el corto documental Más Allá del Pozo. Puedes acceder aquí.
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. (Génesis 1:2)
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