¡Los cristianos son el grupo social más perseguido del mundo!

Pareciera mentira esta afirmación si nos guiáramos simplemente por la cobertura que le dedican los medios de comunicación a esta realidad. Pero, aunque en la era de las fake news parece ser que algo no existe si no es un fake o un news, no deja de ser dramáticamente real que comenzamos el año 2021 con más de 340 millones de cristianos perseguidos en el mundo. Si hablábamos hace justo un año de una cifra superior a 260 millones, como era de esperar, el 2020 tampoco iba a ser bueno para la libertad religiosa, y es que el Covid-19 se ha convertido en una herramienta más de martirio contra los cristianos perseguidos.

Y pensarás, ¿qué tendrá que ver la pandemia con la persecución? Pues con toda sinceridad desearía que no tuviera nada que ver. 

Desearía que en Asia no se le hubiera negado al 80% de los cristianos las ayudas para aliviar los severos efectos que trajo el confinamiento domiciliario. Familias enteras de hermanos nuestros pasando hambre y precariedades recibieron respuestas tales como “que vuestro Dios os de comer”, pero para testimonio de muchos y para la gloria de Dios así fue, y por ejemplo, en India más de 100.000 cristianos pudieron ser identificados por Puertas Abiertas y provistos de alimentos para sobrevivir al confinamiento.

Desearía que a los cristianos no se les discriminara por parte de gobiernos, empresas y terratenientes a la hora de volver a trabajar tras los confinamientos.

Desearía que los cristianos y especialmente entre ellos, mujeres y niños, no hubieran tenido que confinarse junto con sus principales opresores y perseguidores.

Desearía que grupos yihadistas no hubieran culpado a los cristianos de la pandemia, llamando a la yihad contra ellos, y, en consecuencia, aumentando la violencia hasta un 30% en el África Subsahariana.

Desearía que el crimen organizado y el narco no hubieran consolidado su influencia y control sobre territorios gracias a las inestabilidades generadas por el Covid-19. Desearía que las instituciones y cuerpos de seguridad en Latinoamérica no se vieran sobrepasados por las circunstancias actuales y pudieran combatir con toda su fuerza el crimen organizado. Desearía que los cristianos y sacerdotes no estuvieran tan expuestos a extorsiones, emboscadas y asesinatos como en la actualidad. Desearía que no hubieran aumentado las violaciones de hijas de pastores como método para destruir sus familias. Y también desearía que el narco no hubiera sustituido en muchos lugares a las autoridades públicas en la provisión de servicios básicos y de ayuda, aumentando su rédito social y político.

Desearía que el Covid-19 no hubiera sido una excusa para limitar los derechos de los cristianos y para el aumento de la vigilancia y las restricciones por parte de gobiernos autoritarios y totalitarios. Desearía que en China no se instalaran cámaras de vigilancia dentro de las iglesias enlazadas con programas avanzados de reconocimiento facial vinculados al “Sistema de Crédito Social” que, asimismo, controlan la percepción de “lealtad” y la disensión del credo comunista. Desearía que incluso no se detuvieran las emisiones de reuniones online en este país.

Desearía que no se limitaran los derechos de reunión de los cristianos, que no se expropiaran edificios de culto, que no se interrumpieran reuniones, que no se supervisaran las predicaciones y materiales publicados, que no se controlara la impresión, importación, difusión o venta de Biblias o directamente que no se confiscaran.

Desearía que no se hubieran secuestrado a 1.710 cristianos.

Desearía que no se hubieran atacado 4.488 iglesias.

Desearía que no se hubieran detenido, sentenciado o encarcelado a 4.277 seres humanos por causa de su fe cristiana.

Desearía que no se hubieran asesinado 4.761 hermanos nuestros.

Desearía, desearía con todas mis fuerzas, pero ¿y si de mi deseo no paso a la acción? ¿Cambiaría algo la realidad de los cristianos perseguidos en el año 2021?

Los acontecimientos descritos en este artículo y recogidos por el Informe y la Lista Mundial de la Persecución los conocemos gracias a la labor de campo que realiza Puertas Abiertas a través de su unidad de investigación World Watch Research.

La metodología de la Lista Mundial de la Persecución distingue dos expresiones principales de persecución: opresión (la presión que los cristianos experimentan en todas las áreas de la vida) y violencia (destrucción física). Mientras que la violencia puede medirse y rastrearse a través de los informes de incidentes concretos, la opresión se documenta percibiendo cómo la vida y el testimonio de los cristianos se ponen bajo presión en cinco ámbitos de la vida seleccionados específicamente.

Estos son, el “ámbito privado” o cómo interfiere la persecución en la conciencia del individuo y en su práctica individual de su fe; el “ámbito familiar” donde el perseguidor busca detener la transmisión de la fe mediante el aislamiento, el adoctrinamiento, el acoso, matrimonios forzosos etc; el “ámbito social” donde una parte de la sociedad o grupo social es la que ejerce la opresión, incluye el lugar de trabajo, el negocio, el cuidado de la salud, la educación y la vida local pública y el orden civil; el “ámbito nacional” donde al cristiano se le excluye de la vida pública y se le priva de sus derechos; y por último, el “ámbito eclesial” referente a la opresión y restricciones que sufren los cristianos en sus prácticas como comunidad, entendido como el ejercicio colectivo de los cristianos de la libertad de pensamiento y conciencia,  particularmente en lo que se refiere a unirse a compañeros cristianos en alabanza, vida, servicio y expresión pública  de su fe sin excesiva interferencia. También se refiere a las propiedades que los cristianos tienen o usan para sus propósitos.  

Por favor querido lector pasa del deseo a la acción. Pídele a Dios por los cristianos perseguidos y ayúdales, no vivas indolente a la realidad del sufrimiento de una parte del Cuerpo de Cristo, porque “Cuando un miembro del cuerpo sufre, el resto del cuerpo sufre con ellos” 1 Corintios 12:26.