Hay muchas opciones y herramientas que hoy por hoy tenemos a nuestra disposición para poder utilizarlas en beneficio de la iglesia.
Dentro de esta serie de artículos que hemos comenzado, continuamos ofreciendo información sobre el uso de las herramientas de comunicación online. En el artículo anterior, tratamos las herramientas de mensajería instantánea/chat escrito.
Ahora vamos a analizar otras que se han puesto especialmente de moda debido a las situaciones de confinamiento. Antes de comenzar, queremos indicar que nuestra intención no es realizar aquí un tutorial de uso de ningún programa, sino mostrar las opciones que hoy por hoy tenemos a nuestra disposición para poder utilizar las herramientas en beneficio de la iglesia. Quien tenga interés en saber más, puede ponerse en contacto con nosotros, aunque hay muchísima información al respecto también en Internet.
El teléfono no es una herramienta nueva, ni mucho menos. Pero es evidente que su uso ha evolucionado muchísimo especialmente en los últimos 10 años. A medida que los smartphones (teléfonos inteligentes) se han popularizado, estos aparatos han dejado de ser solo teléfonos para convertirse en dispositivos que ofrecen muchas más opciones de comunicación (y de otras actividades, como el ocio, etc.).
La posibilidad de llevar el teléfono con nosotros, y que esto se haya extendido a prácticamente todos los miembros de la familia, ha hecho que el uso del teléfono fijo haya disminuido considerablemente. No solo eso, antes de la llegada del COVID, también el uso del teléfono móvil para llamadas «normales» se había reducido. Buena prueba de ello son las acciones comerciales de las compañías de telefonía móvil, que pasaron de ofrecer minutos a Gb en sus paquetes de promociones. Para muchos usuarios, disponer de 600 minutos de llamadas gratuitas había dejado de ser interesante. Ahora necesitamos «datos».
¿Por qué? Pues, fundamentalmente, porque había sucedido algo muy curioso que casi podría considerarse como un retroceso. La comunicación verbal había sido sustituida por la escrita. Los usuarios de teléfonos móviles se comunicaban más a través de mensajes escritos por WhatsApp, o de notas de voz. Pero las llamadas en las que una persona conversa con otra de manera simultánea, estaban cayendo en desuso. Los recados a través de sistemas de mensajería en redes sociales (como Messenger, de Facebook), también hacían crecer esa tendencia.
Sin embargo, la llegada del COVID y los confinamientos han hecho que las personas queramos tener un contacto más directo con nuestros seres queridos. Y, entonces, se ha producido otro efecto curioso. No hemos vuelto de los mensajes escritos a las llamadas de audio, sino que hemos dado un salto comunicativo, y hemos pasado a las videollamadas. Esto no era algo nuevo. Hace muchos años que programas como Skype permiten realizar este tipo de comunicación. También permitían las llamadas grupales, reuniones online, etc. En el caso de sistemas operativos móviles como iOS, programas como Facetime ofrecían ese mismo servicio. Y, a nivel más profesional, otras soluciones como WebEx, de Cisco, hace mucho tiempo (más de 10 años) ya disponían de herramientas para reuniones online con gran cantidad de recursos.
Sin embargo, el programa que ha «explotado» durante esta nueva necesidad de encuentros online ha sido Zoom. Según la empresa, durante el mes de abril de 2020, fueron 300 millones de personas quienes realizaron encuentros a través de esta aplicación.
Es un programa que permite organizar reuniones online de manera muy sencilla, con opciones gratuitas para disponer de 40 minutos por reunión (que se pueden prorrogar volviendo a entrar al expirar el período). Cuando los encuentros son solo entre dos personas, no hay límite de minutos. El límite de personas en las opciones gratuitas es de 100 por reunión. Evidentemente, esto suple lo que muchos necesitan para encuentros informales, para charlar con la familia, con un grupo de amigos… pero también para encuentros profesionales.
El sistema de funcionamiento es tremendamente simple y se basa en «reuniones». Tanto el organizador como los participantes deben disponer de la aplicación Zoom (también hay opciones para hacerlo desde navegadores web, pero la descarga de la aplicación es la forma más sencilla). La aplicación está disponible para todos los dispositivos y sistemas operativos. Puede usarse en móviles, tablets, ordenadores, etcétera.
Una persona convoca la reunión y hace llegar a los participantes una información para que puedan unirse. Esta información consiste en un código de reunión y, si así lo ha establecido, una contraseña.
Las opciones del programa son muy amplias y, entre otras cosas, permiten configurar temporizadores para las reuniones, es decir, marcar fecha y hora determinadas. Esos temporizadores se pueden transformar en eventos para programas del tipo agenda (calendarios electrónicos como Google Calendar, iCal, entre otros).
[photo_footer]Ventana de Zoom.[/photo_footer]
Una vez dentro de la reunión, los participantes pueden unirse con audio (a través de los micrófonos de sus dispositivos) y/o vídeo (a través de las cámaras de sus dispositivos). El organizador (y, si lo desea, otras personas a quienes atribuya esas capacidades de administración), puede silenciar a todos los asistentes de manera individual o conjunta (opción muy útil cuando se usa para charlas o conferencias), se puede compartir la pantalla (opción que se usa sobre todo para mostrar informaciones, presentaciones, etc.), y, al mismo tiempo que las personas pueden verse y hablarse entre sí, también existe un chat escrito en el que los participantes pueden escribir para todo el grupo o para algún otro participante de manera privada. Se pueden enviar archivos, y otras muchas opciones.
Como resultado, nos encontramos ante una herramienta que, de forma gratuita, no solo nos permite tener encuentros online informales con parientes, amigos, etc., sino, además, organizar reuniones muy diversas.
A medida que se ha ido extendiendo su uso y que las personas han escuchado acerca de todas estas opciones, se ha comenzado a ver la posibilidad de tener encuentros de muchos tipos a través de Zoom.
En la iglesia a la que asisto, por ejemplo, se organizan reuniones de oración tres veces por semana. Durante el confinamiento, se realizaban de manera diaria, de hecho. Talleres, seminarios y conferencias, ahora se denominan webinars, que viene a ser la unión de web+seminars, es decir, que se realizan de manera online. En la opción de pago, estas reuniones, además, se pueden grabar, con lo cual, después quedan disponibles en formato de vídeo; algo que es tremendamente útil para este tipo de charlas, conferencias, etcétera.
Como hemos indicado en el párrafo anterior, hay opciones de pago. Diferentes paquetes, con distintos precios, ofrecen una mayor cantidad de usuarios en reuniones, posibilidad para crear salas y dividir la reunión en grupos menores, transmitir las reuniones a través de redes sociales, entre otras opciones.
Como consecuencia de todo esto, son muchos los congresos, reuniones administrativas, asambleas y otro tipo de encuentros que se están realizando a través de plataformas como Zoom.
No es nuestra intención defender un modelo online de encuentros frente a las opciones presenciales. Creo que todos somos conscientes de la importancia del contacto personal. Pero sí que es cierto que muchas organizaciones de diferentes tipos se han dado cuenta de la practicidad de los encuentros online en algunos casos. Por ejemplo, asambleas administrativas que precisaban de largos desplazamientos de sus participantes, ahora se realizan de manera mucho más económica y con un tiempo mucho más reducido, al no tener que incluir los trayectos. Hay ministerios que, antes, habrían querido invitar a predicadores o ponentes en general, pero se privaban de hacerlo por la cuestión de costes y disponibilidad de esas personas. Sin embargo, ahora es mucho más sencillo realizar una reunión online y disponer de un encuentro con alguien que está a muchos kilómetros de distancia.
En estos últimos meses, ya he tenido la oportunidad de participar en diferentes encuentros online tanto de carácter organizativo como talleres (webinars), e incluso congresos, y debo decir que la experiencia ha sido altamente satisfactoria. En concreto, el último congreso en el que tuve el placer de participar, terminó con una valoración altamente positiva por parte de todos los asistentes online.
Creo que, incluso cuando volvamos a tener la posibilidad de encontrarnos personalmente, habrá muchas reuniones que seguirán manteniendo sus opciones online. Curiosamente, en uno de los grupos con los que mantengo reuniones periódicas (Taller de Predicación) ya habíamos empezado a realizar los encuentros administrativos de manera online durante 2019, precisamente por el tema de desplazamientos y costes.
En nuestra iglesia, además de las reuniones de oración, también se están utilizando este tipo de herramientas online para los encuentros de jóvenes, discipulados y estamos a punto de empezar con los encuentros de algunos grupos de hogar (células).
Como siempre, somos conscientes de que todas las herramientas tienen sus pros y sus contras y que, sobre todo al inicio, existe un rechazo hacia todo lo que no sea «como se ha hecho siempre», pero creo que debemos ser sabios y, como venimos diciendo, entender que la tecnología es solo una herramienta. Lo bueno o malo radica en el uso que hagamos de ella, pero no en la tecnología propiamente dicha. No creo que debamos evolucionar hacia una iglesia que solo tenga reuniones online. Pero sí creo firmemente que hay varios tipos de encuentros que, al hacerlos de manera online, resultan más eficaces, eficientes (no es lo mismo), y permiten incluso una mayor asiduidad.
Voy a lanzar un ejemplo/propuesta. Imaginemos un grupo que solía tener encuentros semanales de una hora de duración en el local de la iglesia para orar o para un devocional conjunto. Solo se hacían una vez a la semana porque, evidentemente, las personas tenían que desplazarse. Ahora, con la posibilidad de hacer los encuentros online, pueden marcar un tiempo de 40 minutos tres veces a la semana, favoreciendo una mayor comunión entre todos sus participantes, que ahora se ven varias veces en vez de solo una, aumentando el tiempo de reunión total, que pasa de 60 a 120 minutos y, sin embargo, los participantes ahorran el tiempo de los desplazamientos.
Otro ejemplo son las reuniones de organización. Todos los equipos de trabajo que colaboran en un determinado ministerio han estado peleándose siempre con las agendas, horarios, días de la semana en los que unos pueden y otros no… y ahora se encuentran con una flexibilidad mucho mayor, lo que lleva a poder encontrarse más fácilmente.
(Algunas de estas informaciones, así como materiales de apoyo y otras herramientas, están disponibles en www.diakonos.es. Para más información, pueden entrar en contacto con [email protected].)
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