Es indudable que en pocos años el evangelio del reino será predicado en todo el mundo.
Me vuelvo a reiterar en el acontecimiento más sensacional de todos los tiempos como será la segunda venida relativamente inminente del Señor Jesús. Sí, me estoy refiriendo al retorno visible de Cristo al mundo, donde “todo ojo le verá” y ese sí que será el espectáculo virtual a la vez que real más importante de toda la historia, siendo este la clausura de nuestro pobre mundo.
El puzzle profético empieza a encajarse a la perfección, según lo pronosticado por el mismo Señor Jesús: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24: 32-35). Jesús se está refiriendo a la generación que sea testigo de todos esos acontecimientos, en este caso deducimos que habla de nuestra propia generación.
Ya sé que, a criterio de algunos, esta es una visión muy americana de la teología escatológica; pero entre las diferentes escuelas de interpretación sobre la segunda venida de Cristo, yo me reafirmo en esta lectura y reflexión bíblico-teológica que considero más que pertinente prescindiendo de algún que otro matiz inapropiado.
Si el apóstol Pablo o el profeta Daniel, al igual que el visionario Juan, levantaran la cabeza, quedarían impresionados por el devenir de la historia humana y especialmente el acelerón en el siglo XX en todos los campos y disciplinas del desarrollo humano, incluidas también las mayores crueldades de todos los tiempos con el récord de dos guerras mundiales, con la friolera de cien millones de muertos y secuencias tan horrorosas como el genocidio nazi y otras tantas revoluciones sangrientas con millones de víctimas, sin pasar por alto el ataque nuclear contra Hiroshima y Nagasaki con cientos de miles de muertos y decenas de conflictos bélicos como nunca antes en la historia universal.
La historia nos demuestra, una y otra vez, que el hombre es el peor enemigo de sí mismo. Los seres humanos somos más depredadores que muchas alimañas salvajes y este hecho denigra la imagen de Dios en la especie humana
Pero volviendo a lo nuestro, sobre una consideración pública del inminente regreso de Cristo a por los suyos y su impresionante aparición viniendo en las nubes, tal como nos relata el Apocalipsis de Juan en su esplendorosa doxología: “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén” (Apocalipsis 1:5-7); en ese justo momento, donde estará a punto de finalizar el tiempo cronos y el mundo será juzgado con total y absoluta justicia por el mismo Cristo, (2ª Timoteo 4:1; Hechos 10:42, 17:31) el Señor Jesús vendrá en gloria y poco después de su reino milenial, donde se vindicará la perfecta justicia y soberanía de Dios, Él mismo reinará por los siglos de los siglos in eternum y estaremos para siempre con el Señor, entrando en sus planes eternos, en los cielos nuevos y en la tierra nueva donde mora la justicia. Ahí es donde se cumplirá perfectamente el dicho divino: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1ª Corintios 2:9).
Vuelvo a reiterar mi enorme convicción de que la venida del Señor está ahora más cerca que nunca por una de las señales indicadoras, entre muchas otras, que está dándose en este tiempo como nunca antes, tal y como estaba predicho en el evangelio de Mateo. Por ejemplo, el texto de Mateo 24:14 afirma: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”.
Dados los adelantos existentes en el mundo del siglo XXI y con todos los recursos a nuestro alcance para poder comunicar, con toda clase de medios, el evangelio a los lugares más recónditos de la tierra y con la fuerza misionera más numerosa y especializada de todos los tiempos en nuestra generación, es indudable que en pocos años el evangelio del reino será predicado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones de la tierra…”.Y entonces súbitamente vendrá el fin de todas las cosas, abocándonos a los precipitados y tremendos acontecimientos que sucederán en la preconizada semana setenta del profeta Daniel (Daniel 9: 23-27).
Más allá de los detalles proféticos que confirman ese momento culminante, nos interesa recordar que finalmente entraremos en el mundo perfecto y en los propósitos eternos de Dios de esa tan anhelada nueva humanidad.
La sociología y la funcionalidad exacta de ese nuevo mundo todavía nos resultan bastante desconocidas aunque tenemos ciertos vislumbres bíblicos, pero lo que sí sabemos, es que será una eternidad junto al Dios más asombroso y creativo que nunca jamás se haya conocido. ¡Maranata!. [email protected]
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