Para Josiah Spiers no eran reuniones, sino misiones.
Por Benji Gálvez
El traqueteo del tren mecía sin descanso, casi acurrucaba los pensamientos de la joven Beatrice Spiers. Los pasajeros del tren iban cabeceando lo mejor que podían. Mirar por la ventana servía de poco, porque ya era noche cerrada. Así que volvió a sumirse en los recuerdos de los inicios del movimiento de Scripture Union (Unión Bíblica). De manera espontánea vino a su memoria la tierna historia de su tío Josiah Spiers en la playa y lo que allí sucedió.
El miércoles 26 de agosto de 1868 Josiah Spiers se fue de vacaciones al balneario de Llandudno, en el norte de Gales. El balneario había sido construido unos años antes de la llegada del ferrocarril. Josiah necesitaba descansar del ajetreo y el trabajo en los suburbios londinenses. Quería orar por los niños y ampliar horizontes buscando la guía de Dios. Contemplar la maravillosa creación de Dios en aquel bonito lugar no tenía precio, las olas acariciando la arena, las gaviotas sobrevolando el cielo, la brisa marina... Nada más llegar se fue a la playa donde perplejo contempló como cientos de familias habían tenido la misma idea que él. Las vacaciones junto al mar eran una nueva moda en Inglaterra en ese momento, pero era una moda que cada vez cobraba más aceptación. La playa estaba llena a rebosar de niños. Mientras observaba a un grupo de niños haciendo un jardín con piedrecillas, algas y arena, se le ocurrió una idea. Josiah vio una oportunidad única. No lo pensó dos veces, ya tendría tiempo de descansar otro día. ¿Por qué no podrían estos niños escribir un texto de la Biblia con sus piedrecillas? Corrió a las tiendas y regresó con un ovillo de cuerda y algunas estacas. Llamó al grupo de niños más cercano pidiéndoles ayuda y elevando su voz les dijo. –“Chicos, vamos a escribir un texto en la arena, pero tiene que ser gigante. ¿Quién me ayuda?”. Los niños más curiosos corrieron al lado de Josiah y pronto tuvo una docena de entusiastas voluntarios. Josiah Spiers pidió prestada una pala y trazó en la arena el texto “Dios es amor”. Mientras algunos lo miraban extrañados, Josiah empezó a clavar las estacas, uniéndolas con la cuerda y formando el contorno de las letras. Los niños las adornaron con piedras y algas que encontraron por la playa. Se había juntado una pequeña multitud, incluyendo algunos padres de familia. Para sorpresa de Spiers, cuando terminaron de escribir el texto, algunos niños preguntaron: “¿Qué más hacemos?”. No estaba preparado para eso, pero dejando su timidez a un lado, empezó a contarles historias acerca de Jesús. Era un brillante narrador de historias y cuando terminó le pidieron que contara otra, y otra, hasta que llegó la hora del almuerzo. Cuando Josiah llegó a la playa al día siguiente, los niños ya estaban allí, esperándole. Ahora ya no eran doce niños, sino muchos más, que al verle, corrieron gritando hacia él. Inmediatamente se juntaron a su alrededor esperando instrucciones. Juntos escribieron otra frase en la arena, “los niños se aman unos a otros” y les contó más historias y les enseñó el himno, “Cristo me ama, yo lo sé”. Los versículos escritos en la arena y las historias bíblicas continuaron cada mañana del resto de la semana incluyendo el sábado. Josiah Spiers había sugerido a los niños tener un servicio en la playa. Todos entusiasmados respondieron afirmativamente.
Así que ese sábado, el pregonero de Llandudno caminaba por las calles con su tradicional chaqueta roja y sombrero de tres puntas (adornado con plumas), tocando su campana y gritando que habría un servicio en la playa en el lado norte el domingo por la tarde. Asistieron entre trescientas y cuatrocientas personas, entre niños y adultos. Josiah Spiers se puso en pie sobre un bote varado en la arena y le habló a la multitud de niños, jóvenes y adultos acerca de Jesús. Mientras hablaba iba secándose el sudor de la frente con su pañuelo rojo. Se había celebrado el primer servicio de la Unión Bíblica en la playa.
[photo_footer]Grabado de 1868 con Josiah Spiers en la playa de Llandudno.[/photo_footer]
Beatrice sonrió de nuevo recordando aquella escena que su tío le había contado tantas veces con aquel brillo tan característico en sus ojos. Desde aquellos días en la Playa de Llandudno, en todos los lugares donde había llegado la Unión Bíblica, cada verano se celebraban todavía misiones en la playa. Beatrice pensó por un momento en cuántas playas habría en España, pues era una península rodeada de agua. Se preguntó si ella sería capaz de llevar a cabo misiones en la playa. De manera casi imperceptible su párpado derecho comenzó a temblar débilmente. No creía estar a la altura de su tío. Él tenía algo tan especial que la gente lo percibía con claridad.
[photo_footer]Una de las primeras misiones en la playa.[/photo_footer]
Recordó cómo en cierta ocasión habló con una joven que siendo niña había asistido a las reuniones de su tío Josiah. Le dijo que el secreto de la influencia de Spiers era su amor por los niños. Para la joven aquello fue un aspecto nuevo del cristianismo. La gente decía que con Spiers no había tiempos muertos. Siempre ocurría algo nuevo y el aburrimiento no asomaba por ningún sitio. No había tiempo para bostezar, mirar el reloj o contemplar las musarañas en sus reuniones.
Beatrice sabía bien que para Josiah Spiers no eran reuniones, sino misiones. Su tío no quería ir a ningún sitio por menos de 5 días. Todo se preparaba con mucha antelación, elaborando una llamativa publicidad.
Beatrice se dio cuenta que el tren se estaba acercando a Madrid, por lo que trató de volver a la realidad. Frente a ella la señora y la niña de ojos grandes dormían plácidamente. En los asientos del fondo del vagón una pareja hacía lo propio agarrados dulcemente de las manos. ¡Que imagen tan romántica! Por un instante se permitió pensar si acaso ella tendría tiempo para el amor. Sacudió la cabeza levemente, no quería desviarse de su cometido. Para su misión el idioma podría ser un problema. Apenas conocía unas cuantas palabras en español, pero confiaba en aprender la lengua de Cervantes con celeridad. Lo primero era lo primero, la esperaban en Chamberí, así que de momento no debía preocuparse por las misiones en la playa, porque en Madrid no había. En algún sitio había leído que las tierras de Chamberí habían pertenecido a los caballeros templarios unos siglos atrás, una orden también muy vinculada a su Inglaterra natal. Sus primeras aventuras con la Unión Bíblica en España iban a desarrollarse por los caminos de la Orden del Temple. La imaginación de la joven Beatrice la colocó suavemente a los lomos de un corcel blanco con el atuendo de la cruz patada roja de los caballeros. Así no pudo, ni quiso, evitar un breve pero apacible sueño acompasando su respiración con el vaivén del ferrocarril y su cabalgadura. (*)
Reflexión- El “descanso” de Josiah Spiers en el balneario de la playa de Llandudno, fue parte del amanecer de un movimiento sin precedentes, la Unión Bíblica. Vivir la aventura de la fe es algo apasionante. Conocer a Jesús y caminar cada día con Él en oración, en comunión y en servicio a los demás, no tiene precio. Vivir para amar al prójimo, para dar a conocer a Aquel que se entregó por nosotros en una cruz y para que su luz brille e ilumine a todos los de nuestra “casa común”, es una vida de plenitud. Como seres espirituales aprendamos a escuchar el susurro del Espíritu Santo. Puedes preguntarte… ¿Soy yo luz o tinieblas para los que me rodean? ¿Soy yo antídoto o veneno?¿Soy yo guardián o asesino de mi hermano? ¿Soy yo constructor o destructor?
Hace un tiempo fui a la Iglesia Unida de Terrassa (Barcelona) acompañando a mi amigo, el escritor Lucas Magnin y su esposa “Almen”. Allí iban a dar una charla a los jóvenes. Saludé a mi primo “Nica” y a su esposa Ester que hacen una preciosa labor allí. Casualmente me encontré con Andreu Dionís, pastor de la Iglesia. La familia Dionís fue la que, en unos tiempos muy duros de la postguerra, cuando había hambre en España, invitaron a mis abuelos maternos a venir a Terrassa. Siempre hubo un cariño especial entre nuestras familias. Andreu y yo charlamos un rato y recordamos los tiempos del grupo Shalom cuando éramos jóvenes. Alabé el trabajo que en la actualidad realizan como iglesia a favor del barrio y le pregunté por la Cumbre de Liderazgo. Con la humildad que caracteriza a los hombres de Dios me contestó “Solo intentamos construir puentes, ya sea por abajo o por arriba, pero puentes que acerquen a la gente a Dios”. Construyen puentes de amor para acercar la iglesia a su comunidad, a su barrio, ocupándose de sus necesidades, pero también los construyen para alcanzar a los líderes de la ciudad, a los empresarios, deportistas, etc. ¿Soy yo constructor de puentes o por el contrario me dedico a dinamitarlos?
Jesús dijo: Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros (Jn. 13: 34-35).
(*) Fuentes consultadas:
- El mundo joven al encuentro con Dios- “La Unión Bíblica en España”. Capítulo XI, p. 67, por Nigel Sylvester
- Mi encuentro diario con Dios-Notas Diarias. Julio/Diciembre 2017, Breve artículo introductorio: “150 Aniversario ‘Unión Bíblica’. Un movimiento en marcha”, por Pedro Puigvert, págs.3-8.
- La Historia de dos visiones- La historia de la Unión Bíblica en todo el mundo, por Michael Hews. Traducción de Ernesto Zavala, abril 2001. (Documento pdf).
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