La Palabra de Dios ordena un respeto proverbial hacia los ancianos.
Era sábado, salían todos aunque lloviera, de todos modos eran paseos en coche y no se iban a mojar. Pero aquel era un hermoso día de sol a comienzos del verano. Padre e hijo recorrían las costas persiguiendo el azul del cielo y del mar, para perderse en ese abrazo de las alturas con la terrenal naturaleza. Visitaban las calas cuyo acceso les permitía llegar con el vehículo, estacionando tan cerca como les era posible para escuchar la canción de amor que el mar le regala a su enamorada playa. El octogenario miraba desde su inmovilidad forzada a través de la ventanilla, sus ojos brillando más que las olas que lamen la dorada arena. No hablan, solo miran, queriendo atrapar el paisaje en la mirada, fotografiando mentalmente cada nube, cada onda flotante, cada gaviota errante. El hijo no pretendía pagar una deuda, deseaba procurarle trocitos de felicidad melancólica en el ocaso de su padre. El tiempo que le dedica, las salidas cómplices, las sonrisas que le sonsaca, los recuerdos en los que escarba, son cachitos de vida auténtica que quiere que atesore. Es su entrega, su homenaje, su regalo, su premio en vida. La hermosa mañana de ese sábado convocaba a la vida a salir a las calles, a congraciarse con su medio, a llenarse de sol y de sal, a fundirse con la brisa marina. Con el corazón henchido, con anhelante deseo, desde la eternidad de su alma, perdiendo la vista en el horizonte azul, y en un hilito de voz, el anciano deja escapar un suspiro: “Dan ganas de tener 20 años”.
Mati Sanchiz
Reflexión- La Palabra de Dios ordena un respeto proverbial hacia los ancianos: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano...” (Lv. 19:32). “En los ancianos está la sabiduría, y en largura de días el entendimiento” (Job 12:12). Entre los muchos pueblos de la antigüedad que honraban a los ancianos, también se encontraban los egipcios, según narra Heródoto en sus Historias. En Génesis 47:7, 10, el anciano Jacob entra a la presencia de Faraón y le bendice. Parece que Faraón queda impresionado por su largura de días y lo único que le pregunta, según el texto bíblico, es por su edad. Jacob responde: “Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años…”. Hay varios textos en la Biblia que nos hablan del cuidado de nuestros padres, por ejemplo, en “Las Diez Palabras” o Decálogo, encontramos: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da” (Éx. 20:12, LBLA). Honrarles conlleva implícitamente mucho más, el cuidado, la atención, el servicio, el respeto y el amor. Dios promete prolongar nuestros días sobre la tierra y bendecirnos si hacemos esto (Dt. 5:16). En el Nuevo Testamento también nos lo recordará el Apóstol Pablo (Ef. 6:1-3), quien además recomendará al joven pastor Timoteo: “No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre… a las ancianas, como a madres” (1 Tim. 5:1-2).
William Dyrness explica que, teológicamente, el respeto a los padres reposa en la paternidad anterior de Dios (Éx. 4:22). Nuestra idea de la paternidad comienza aquí. Luego, el respeto a la autoridad se debe proseguir y cuidar en el seno de la familia. Este es el lugar en el que se aprende a respetar y obedecer […]. La lealtad que se les debe a los padres ofrece una oportunidad para aprender lealtad. (1)
Bendecir a nuestros padres, a nuestros mayores, conlleva el premio de la bendición, de la misma manera que maldecir a nuestros padres o madres, conlleva lo contrario, la maldición (Mt. 15:4). ¡En pie ante las canas!
[destacate]Honrarles conlleva mucho más: el cuidado, la atención, el servicio, el respeto y el amor. [/destacate]¿Conoces Hogares de ancianos, residencias de la tercera edad o ministerios que trabajen con personas mayores, donde puedas colaborar de alguna manera? ¿Qué lugar ocupan los ancianos (llenos de días) en nuestras congregaciones, realmente contamos con sus opiniones? ¿Estamos honrando el rostro de los ancianos? ¿Pueden acceder a la sala de cultos, o por el contrario tienen tantas barreras arquitectónicas que les es imposible llegar? ¿Pueden participar en los cultos? ¿Y qué de aquellos que ya se ven imposibilitados de asistir a las reuniones? ¿Existe un grupo para la visitación o alguien encargado/a de llamarles para ver si tienen alguna necesidad?
Benji Gálvez
(1) William Dyrness, Temas de la Teología del Antiguo Testamento; Ed. VIDA, 1989, pp. 138-139.
Nota: En este enlace podrán encontrar un programa tertulia sobre “El ministerio con las personas de la tercera edad” (Programa nº 78).
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