El desafío de la iglesia transversal

 Alguien se podría preguntar qué clase de iglesia es la Iglesia Transversal, y avanzo que me referiré a ella como un nombre identificativo del tipo de iglesia que se está fraguando en muchas partes del mundo y que, en algún momento, tendrá una eclosión internacional inevitable. Adelanto que no se trata de una iglesia formalmente organizada a día de hoy, ni de la iglesia emergente, ni tampoco de la iglesia insurgente, ni liberal de nuevo cuño; y entiendo que tampoco se trata de un nuevo fundamentalismo evangélico. Por supuesto, esto dependerá de ciertas interpretaciones del sanedrín de turno. 

Desde mi humilde tribuna, observo un creciente desencanto y un cansancio general en muchos aspectos en el mundo evangélico y diversas posiciones maximalistas que descalifican a unos y a otros con gran facilidad y también fuertes controversias y graves contradicciones en la ortopraxis de muchas de nuestras iglesias evangélicas. Por supuesto, pongo en valor el significativo aumento del compromiso solidario de buena parte de nuestras comunidades.

Recientemente, celebrábamos el quingentésimo aniversario de la Reforma protestante, sus orígenes, su desarrollo histórico y su influencia positiva en el mundo que abrazó sus postulados declarativos de fe y también la hostilidad y persecución a la que fuimos sometidos por la España imperial controlada por el poderío y la intransigencia de la Iglesia católica romana. Tampoco podemos alardear de algunas páginas negras de nuestra propia historia de las que nos cuesta mucho ser autocríticos. 

La Iglesia que viene y que ya está aquí (la de los últimos tiempos), me refiero a la Iglesia Transversal, será una iglesia aconfesional no alineada con ninguna confesión cristiana actual para liberarse de multitud de patrones de cautiverio que lastran a la Iglesia universal. Ésta es la iglesia transversal sin apellidos confesionales ni denominacionales, es la Iglesia que penetra en todos los segmentos sociales sin complejos (excepto en lugares declaradamente indecentes) y que alcanza a los perdidos con el amor de Cristo y se reproduce imparablemente. Ésta es sencillamente la Iglesia de los discípulos de Jesús que le siguen apasionadamente y que aman su venida.

 Hoy nos encontramos con una Iglesia sin poder espiritual y demasiado semejante al mundo que nos rodea. La iglesia Transversal es una iglesia de gente apasionada por nuestro Amado Jesús. Somos millones de hijos e hijas de Dios que ya no queremos ser una Iglesia indecisa, una Iglesia atemorizada, una Iglesia politizada y una Iglesia desnaturalizada, habiendo perdido las esencias de nuestros orígenes divinos como si del aceite de las vírgenes insensatas se tratará. Ya no queremos engañarnos a nosotros mismos ni a nadie, por supuesto que no, porque a fin de cuentas Dios no puede ser burlado. Estamos viendo una infructuosa cosecha en casi todo, tal como diría el profeta “sembramos mucho y recogemos poco”,  a falta de una verdadera espiritualidad y de un seguimiento de Jesús en crisis.

Esta Iglesia aprisionada con los grilletes de una tradición rancia que ya no resucita a los muertos ni sana a los cojos, ni a los mancos ni a los ciegos con la ausencia del bálsamo súper efectivo de la gracia de Dios y sin una poderosa predicación kerygmática que traspase los corazones como en los buenos tiempos de la Iglesia desatada y empoderada con el poder del Espíritu, sin aspavientos ni trompetas triunfalistas, pero totalmente determinada a seguir los pasos del Maestro. Esa es la Iglesia Transversal que conecta con el mundo real de la gente, más allá de nuestros extramuros donde hay un mundo desconcertado y perdido en sus propios extravíos. 

Hay otra serie de consideraciones que me reservo para mi próximo libro por razón de espacio y tiempo. Para cualquier aportación sobre esta cuestión, pueden escribir a mi correo electrónico: [email protected]