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Elías y el congreso nacional de los sacerdotes de Baal

Un estudio novelado de I Rey. 18:1-40.

AHONDAR Y DISCERNIR AUTOR Roberto Estévez 15 DE DICIEMBRE DE 2019 10:10 h
Elías ordena que se llenen cuatro cántaros de agua y se derramen sobre el holocausto y la leña. / Free Bible images.

La caravana real se mueve despacio por el camino. Adelante van los soldados a caballo con sus penachos coloridos y sus largas y afiladas lanzas.



Luego vienen los soldados de la guardia personal del rey. Todos ellos fuertes, fieros y con aspecto de determinación. Después sigue la carroza real que es llevada por caballos blancos. Detrás y al lado del carruaje otro grupo de caballería.



- ¡Detente! - dice una voz dentro del carruaje real.



La orden es impartida por Acab, el rey de Israel.



- ¡Alto! - grita el capitán que cabalga al lado del carro. La voz de mando corre hasta el principio y fin de la caravana. Por último ésta se detiene. Junto al camino hay un hombre vestido con ropas de profeta. Su atavío es muy sencillo.



El hombre es de edad madura. Alto, delgado. Sus ojos muestran intrepidez. Desde el carruaje asoma el rostro de Acab. Este también es un hombre de edad madura.



Sus ojos se mueven rápidamente como tratando de evitar la mirada escudriñadora del profeta. En un sus labios hay una sonrisa burlona. Está vestido con ropas que denotan su posición y riquezas.



- ¿Eres tú el que estás trastornando a Israel? - pregunta el rey. Esta acusación podría ser penalizada severamente. Yo hubiera dicho tartamudeando de miedo:



- No señor Rey, yo no soy. Yo soy una persona tranquila que no le hago mal a nadie y que me ocupo nada más que de mis negocios. Quizás Vd me confunde…



El varón de Dios utiliza las mismas palabras que el rey ha usado y le responde.



- Yo no he trastornado a la casa de Israel, sino tú y tu casa paterna, al haber abandonado los mandamientos del SEÑOR y al haber seguido a los baales.”(v. 18).



El rey empalidece.Va a dar la orden para que lo arresten pero antes que lo haga la voz fuerte, terminante y poderosa de Elías se hace escuchar. Es como si Elías dijera: - te reto a duelo.



“Manda que se reúnan conmigo en el monte Carmelo todo Israel”.(19).



- ¿Para qué? - pregunta el rey de Israel.



- Yo los desafío - dice el profeta de Dios con voz tronante. “Manda que se reúnan conmigo en el monte Carmelo todo Israel, los 450 profetas de Baal y los 400 profetas de Asera que comen de la mesa de Jezabel.”(v.19)



El rey mira a su alrededor. Allí están los soldados escuchando con atención el desafío de los dos hombres. Uno es poderoso y con muchas riquezas. El otro es un héroe de la fe.



Los militares han escuchado la historia de la viuda de Sarepta y su hijo que Elías alimentó en forma maravillosa por largo tiempo. Algunos quizás han escuchado de ese milagro extraordinario que fue la resurrección del hijo de esa viuda.



El rostro de Acab ahora cambia y se pone colorado. Ha sido acusado delante de su séquito de haber dejado a Jehová y de haber seguido a los baales. Observemos que su pecaminosa e idólatra esposa no está presente ni es mencionada.



El rey acepta el desafio.



- ¡Adelante! - grita el rey. La caravana se pone de nuevo en movimiento. El profeta de Dios se aleja despacio por un sendero desierto.



“Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel y reunió a los profetas en el Monte Carmelo” (20). Vienen en solemnes procesiones canturreando lúgubremente. Sus vestidos muestran colores brillantes.



Sus cabezas tienen unos sombreros de forma cónica que los hacen aparecer más altos e imponentes. Mientras desfilan se escucha el sonido grave de los tambores que usaban en los sacrificios a Moloch.



El monte se va llenando de “dignatarios religiosos”. Se ubican en una de las laderas del monte. Son 450 profetas de Baal. Ahora les toca el turno a los de Asera. Estos tienen también ropajes muy vistosos.



Llevan grabados en sus togas unos signos raros que solo los “iniciados” pueden entender. Hacen su desfile despaciosamente acompañando con instrumentos musicales un canto fúnebre y monótono.



Se disponen en orden, en posición diametralmente opuesta a los sacerdotes de Baal. ¡Qué espectáculo pintoresco! Allí está el rey con su séquito y corte.



Hay 450 sacerdotes de Baal de un lado y 400 profetas de Asera del otro. Parecería un gran festival de música pagana.



También se le podría comparar a una Convención Nacional de los Sacerdotes de Baal y Asera. Allí estaba lo mejor de lo mejor de la vida religiosa de Israel. Eran los líderes religiosos que patrocinaba la reina Jezabel y su esposo el rey Acab.



El aspecto solemne y beatífico de los sacerdotes hacía más formal la ocasión.



La escena me hace recordar a la expectativa creada por el joven David cuando fue a pelear con el gigante Goliat. Una gran cantidad de gente estaba mirando para ver lo que iba a pasar.



Ahora se dirige Elías al pueblo en un discurso muy breve. Observemos con atención el v. 21: “Elías se acercó a todo el pueblo”.



Parecería que la multitud está a cierta distancia como tratando de “protegerse” por cualquier contingencia. Es como cuando en las carreteras hay carreras de automóviles. No es bueno estar muy cerca en caso que hubiera un accidente.



Elías se acerca a la muchedumbre que trata de retroceder como si le tuvieran miedo.



El rostro del profeta Elías se muestra indignado. Su voz penetrante y fuerte se escucha:



-¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si el SEÑOR es Dios, ¡seguidle! Y si Baal , ¡Seguidle!



Sigue un profundo silencio. Del campo de los profetas de Baal se levanta un rumor: “Baaaaa”... De la zona donde están los de Asera se oye un abucheo generalizado: Buuu…



El hombre de Dios sencillamente les está diciendo que tomen una decisión.



Seguir al SEÑOR o seguir a Baal. De los dioses falsos hay 850. Del Dios verdadero sólo uno se ha levantado. Sabemos que había otros profetas del SEÑOR que por alguna razón no se habían manifestado.



El pueblo responde con el silencio que es la respuesta de los culpables. Los ancianos bajan su cabeza. Muchos de ellos saben que Elías tiene razón. Que el SEÑOR debe ser seguido.



Otros de la multitud muestran indiferencia. Piensan para sí: “¿Hasta cuándo nos va a importunar este fanático con su prédica?”.



Pero Elías no ha terminado y una vez más su voz atronadora y firme se escucha:



-Sólo yo he quedado como profeta del SEÑOR, pero de los profetas de Baal hay 450 hombres”.



Si la mayoría alguna vez tuvo la razón, ésta sería la ocasión. La relación es de uno contra 450, sin contar los profetas de Asera.



Ahora vienen los detalles del desafío.”Dennos, pues, dos toros. Escojan ellos un toro para sí, córtenlo en pedazos y póngalo sobre la leña; pero no pongan fuego. Yo prepararé el otro toro y lo pondré sobre la leña, pero no pondré fuego. Luego invocad vosotros el nombre de vuestro dios, y yo invocaré el nombre del SEÑOR, el Dios que responda con fuego, ése es Dios!”.



Los profetas de Baal se miran unos a los otros. El jefe de los idólatras dice “Acepto el desafío”. Los 450 profetas gritan al mismo tiempo “ ¡Baal, Baal, Baal sí; Jehovah no!”.



Minutos después viene un clamor del otro lado. Los siervos de Asera aceptan el desafío: Asera sí, el Dios de Elías no.



Esto va a ser muy fácil. “Pan comido” se dicen los baalitas unos a otros.Ellos están absolutamente convencidos de que Baal y Asera son reales y que les van a responder. Baal les ha sido "fiel" en muchas ocasiones.



Y por supuesto que el responder con fuego no le tendría que ser difícil a Asera la “Reina del Mar” y madre de Baal.



El mensaje de Elías fue corto pero contundente. Algunos de la multitud empiezan a pensar que Elías no es un loco ni un fanático.¿Y si Elías estuviera en lo cierto…?



Al desafío de Elías el pueblo responde: “¡Bien dicho!”



“Ellos tomaron el toro que les fue dado, y lo prepararon. Luego invocaron el nombre de Baal “. Toda la gente está con gran expectativa. Se percibe una gran tensión como cuando en un día de verano está por estallar la tormenta.



Se hace un profundo silencio y el jefe supremo de los sacerdotes de Baal se acerca para hacer la plegaria. Sus vestiduras son realmente llamativas e impresionantes.



Camina con la dignidad de su rango. Cuando llega al lugar de hacer la oración hace un discurso explicándole a Baal la situación. Cuando termina se escucha un gran aplauso de los 450 camaradas.



Por fin puede hacer que la multitud deje de aplaudir. Es que esa oración a Baal ha sido toda una pieza oratoria. Pero no sucede nada. Ahora le toca al sacerdote principal de Asera.



También viene con gran solemnidad y usando ropas que muestran su “dignidad”. Camina lentamente para demostrar jerarquía. Su oración es muy similar. Ora y ora y cuando terminan hay una prolongada y fuerte ovación ahora de los 450 de Baal y de los 400 de sus camaradas.



Extienden sus manos al cielo y le hacen señas a Baal en la dirección donde está colocado el sacrificio. Pero no sucede nada.



La multitud del pueblo de Israel empieza a cruzarse miradas inquisitorias. Los sacerdotes paganos comienzan a orar simultáneamente en grupos cada vez mayores. Son 850 sacerdotes que están clamando a Baal y Asera.



Pero no hay respuesta. Algunos de los del pueblo de Israel empiezan a llorar. Se dan cuenta que Baal es impotente. Ellos saben que Dios consumió a Sodoma y Gomorra con fuego que cayó del cielo (Gen.19:24).



Ellos no ignoran que Dios se le apareció a Moisés en la zarza que ardía y no se consumía (Exo.3:2) Ellos han aprendido que Dios guió a Israel por la noche con una columna de fuego (Exo.13:21).



Pasan las horas y no sucede nada. Ahora las cosas cambian. Empiezan a bailar para alabar a Baal. Los tambores hacen sonar esos ritmos satánicos y los alaridos de los sacerdotes ensordecen. “Baal respóndenos” pero no hay respuesta.



La situación se está poniendo realmente caótica. Los sacerdotes han extraídos de sus vestiduras los cuchillos ceremoniales y se hacen cortes. La sangre empieza a chorrear primero sobre sus ropas y luego en el suelo.



Ellos gritan más y más fuerte. Danzan más y más rápido. Algunos de ellos caen al suelo exhaustos pero se levantan y siguen gritando, danzando y sangrando. En la multitud de Israel cada minuto que pasa hay más y más personas que se preguntan: ¿Por qué Baal no responde?



El profeta Elías, a quien normalmente asociamos con austeridad y seriedad está de buen humor. El espectáculo brutal, triste y dramático le irrita al punto que les dice :



- ¡Gritad en alta voz, porque es un dios! Quizás está meditando, o está ocupado (haciendo sus necesidades) , o está de viaje. Quizás está dormido, y hay que despertarle”(v.27).



Pasan las horas y los cuerpos se van amontonando en el suelo de aquellos que caen exhaustos. Dios en su soberanía no permitió que Satanás usara una artimaña y provocara algo que los profetas de Baal pudieran jactarse como que fuera debido al poder de su dios.



Dios utiliza su poder restrictivo y no hay respuesta de Baal.



El espectáculo es grotesco. Los hombres están desesperados, saltando aquí y allá con gritos, clamores brutales al dios Baal que no puede responder. Es muy difícil para nosotros imaginarnos lo que está sucediendo.



Quizás algo con ciertas características similares - con las limitaciones correspondientes -, pueda ser cuando se está jugando una final del campeonato mundial de fútbol.



Allí están los dos equipos empatando y faltan pocos minutos para terminar el partido (Italia y Francia en el 2006) Los “hinchas” o simpatizantes de cada equipo gritan con todas sus fuerzas tratando de propulsar la pelota con el poder de su pensamiento.



Cada minuto que pasa la tensión aumenta porque están en los “alargues”.



Falta muy pocos minutos para ver quien va a ganar la copa. Pero en este caso de los fanáticos del equipo de Baal hay muchos y son muy ruidosos. Los partidarios de Elías son pocos y están callados como que tuvieran miedo a darse a conocer.



La sombra del reloj de sol avanza en forma inexorable Ya son más los que del pueblo de Israel se han convencido que Baal no es Dios. ¿Podrá el Dios de Elías hacer algo distinto?



“Y sucedió que cuando pasó el mediodía, ellos seguían profetizando frenéticamente hasta la hora de ofrecer la ofrenda vegetal, y no había voz ni quien respondiese ni escuchase” (V. 29)



Aterrorizados los profetas de Baal y Asera miran al sol que se va acercando al punto mas alto del cielo. Ahora comienza a descender. Saben que no pueden ganar. Su única posibilidad es un “empate”.



Si Elías no puede lograr lo que el desafío establece, en ese caso, han igualado. Pero Elías no va a hacer “el gol del siglo” sino que va a hacer lo que en el Río de la Plata se llama una “goleada”.



Entonces dijo Elías a todo el pueblo:



-¡Acercaos a mí!



“Todo el pueblo se acercó a él. Luego él reparó el altar del SEÑOR que estaba arruinado”(30). Los altares de Baal estaban adornados, arreglados y eran muy llamativo. Pero el altar del SEÑOR estaba desmantelado.



“Elías tomó doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob” (v. 31). “Y edificó con las piedras un altar en el nombre del SEÑOR”. Aunque el reino estaba dividido a los ojos del Señor seguían estando las doce tribus en unidad.



Hasta aquí todo parece muy similar a lo que los profetas hicieron. Por supuesto que no hay la ostentación del desfile religioso con los sacerdotes con sus vestiduras extravagantes.



Elías trabaja solo. No hay danza. No hay alaridos. No hay cortes de su cuerpo con las lancetas. De pronto los ojos de los Israelitas se abren mostrando extrañeza. ¿Qué esta haciendo Elías con esa pala?



El profeta de Dios comienza a cavar una canaleta alrededor del altar en la que cabían a lo menos 15 litros. El holocausto ya había sido puesto en el lugar del sacrificio con la leña debajo.



Ahora Elías ordena que se llenen cuatro cántaros de agua y se derramen sobre el holocausto y la leña. Algunos se dicen unos a otros: “Elías ha enloquecido”. ¡Cómo va a prender un fuego si le echa agua a la leña!



Cualquiera sabe que la leña mojada no arde. Pero para sorpresa de los concurrentes luego que los cántaros han sido derramados el ordena que se haga lo mismo otra vez. Ya han caído 8 cántaros. Todo esta mojado.



Pero el profeta de Dios dice que se haga una vez más y cuatro cántaros más aparecen y su contenido de agua es derramado sobre el holocausto y la leña. Había una piedra por cada tribu de Israel.



También hubo el vaciado de un cántaro por cada tribu. La leña está toda “empapada”. El agua corre por la zanja que rodea al altar. La canaleta está repleta de líquido.



El suelo ya no puede absorber más agua. “Cuando llegó la hora de presentar la ofrenda vegetal, se acercó el profeta Elías”. Ha esperado el momento oportuno. Todos lo están mirando.



La tensión de los cientos de los profetas agotados, ensangrentados y fracasados se nota en el ambiente. Por eso volvemos a la imagen de los últimos minutos del mundial de fútbol. Todos están pendientes a cada movimiento que el profeta de Dios hace.



La oración de Elías es corta y sencilla. Se puede expresar en menos de un minuto. ¡Qué diferencia a esos discursos prolongados de los sacerdotes paganos!



- ¡Oh SEÑOR , Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo; y que por tu palabra he hecho todas estas cosas! Respóndeme, oh SEÑOR; respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú , oh SEÑOR eres Dios, y que tú haces volver el corazón de ellos”.



Notemos que se dirige al Dios de Abraham, el hombre de fe. Luego menciona al Dios de Isaac, el hombre nacido por la promesa cuando todo parecía imposible. Y también utiliza el término “el Dios de Jacob”.



El hombre que era un engañador pero que Dios en su misericordia eligió para mostrar su gracia y bondad. El no pide el milagro para deslumbrar con sus habilidades “mágicas”.



Lo hace para demostrar que el SEÑOR es el Dios en Israel y para que el pueblo retorne a Dios. Aprendemos por esta oración que todo lo que Elías ha hecho fue ordenado por Dios aún en los detalles (“... y que por tu palabra he hecho todas estas cosas!”)



“Entonces cayó fuego del SEÑOR, que consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo: y lamió el agua que estaba en la zanja” (v. 38).



No solamente el sacrifico fue consumido sino que debido a la muy alta temperatura las piedras y el polvo de tierra fueron consumidos. ¡Qué escena tan solemne!



Nos hace acordar de las palabras de Pablo en Romanos “¿O menosprecias las riquezas de su bondad, paciencia y magnanimidad, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?” (2:4)



La reacción del pueblo fue inmediata. Se postran sobre su rostro y dicen:



- ¡El SEÑOR es Dios! ¡El SEÑOR es Dios!



Entonces Elías les dijo:



- ¡Prended a los profetas de Baal! ¡Qué no escape ninguno de ellos! Los prendieron y Elías los hizo descender al arroyo de Quisón, y allí los degolló”.



Los profetas de Baal agotados físicamente luego de las horas de saltar, gritar, danzar y herirse el cuerpo con lancetas no pueden resistirse a los hijos de Israel que obedecen el mandato de Elías.



El juicio de Dios sobre estos profetas diabólicos fue severo pero sabemos que el SEÑOR es justo.



Estas religiones paganas tenían ceremonias repugnantes tales como la de ofrecer niños que eran arrojados vivos a la hoguera en sacrificio a los dioses paganos.



El único modo de evitar la propagación de esas prácticas terribles era ejerciendo el castigo capital.



Elías ahora le anuncia al rey Acab que la gran sequía ha terminado y que Dios va a enviar la lluvia que tanto necesitaban.



Al final del día Elías está agotado. Sabe que su Dios ha oído su oración. Ha aprendido que su Dios es “fuego consumidor” (Heb. 11:29)



¡Qué necesidad tenemos en estos días de superficialidad espiritual de tener personas de convicción, coraje y fidelidad a Dios como Elías! ¿Serás tú uno de ellos?



 



NOTAS



Si bien mucho de los profetas de Baal y Asera eran engañadores profesionales, habría algunos que realmente estaban convencidos que esos dioses eran reales y tenían poder.



Por eso el apóstol nos dice “pues el dios de esta edad presente ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no les ilumine el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios” (2 Cor.4:4).



La práctica repetida del engaño e idolatría les ha pervertido la conciencia. Algo similar va a suceder en el día futuro cuando “Dios les enviará una fuerza de engaño para que crean la mentira” ( 2 Tes.2:11)



Elías se burla de Baal porque puede estar dormido y no hay quien le despierte. El Dios de Israel nunca duerme. Siempre está con sus oídos atentos a las oraciones de lo suyos (Sal.34:15; 121:3,4)



Observemos que el fuego de Dios cayó en forma selectiva sobre el sacrificio. Esto sucede de inmediato después de la oración de Elías. Dios podía destruir a los falsos profetas con fuego pero no lo hizo. El pueblo tenia que aprender que el SEÑOR es real y responde por fuego.



 



TEMAS PARA CONSIDERAR




  • La oración de Elías.

  • La valentía de Elías

  • Los sacerdotes de Baal y sus engaños.

  • El Dios que responde con fuego

  • Vacilar entre seguir al SEÑOR o Baal.

  • Confiando en una divinidad impotente.



HASTA CUANDO EN LAS ESCRITURAS




  • De Elías. “¿hasta cuando vacilaréis entre dos opiniones?”

  • De David. Hasta cuando de la turbación espiritual. Sal. 6:2.

  • De Eitán Hasta cuando de la ira de Dios Salm.89:46.

  • De Jesucristo Hasta cuando os tengo de sufrir Mat.17:17.



Tomado del libro Cuando Dios hace Maravillas de Dr. Roberto Estévez Editorial Mundo Hispano Casa Bautista de Publicaciones.   


 

 


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