Seréis aborrecidos de todos

La Palabra de Dios contiene muchas hermosas promesas de bendición, perdón, provisión y protección.

Pero también comparte muchas promesas sobre asuntos no tan agradables. Un buen ejemplo se encuentra en Mateo 10:22, “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre”. Tales versos se citan pocas veces en nuestros días. ¿Por qué será?

Porque estamos viviendo en un contexto donde se procura a toda costa eliminar “la ofensa” del cristianismo. No queremos ser rechazados.

Ahora, los protestantes buscamos la gloria de los hombres. 

En vez de ser fieles a la misión de nuestro gran Rey Jesucristo en predicar el evangelio a tiempo y fuera de tiempo, llamando a los pecadores al arrepentimiento para que no perezcan eternamente, ahora queremos ser aplaudidos por el mundo que crucificó a Cristo.

Hoy, por ejemplo, si uno se dedica a predicar el evangelio sin cesar, los propios evangélicos le tachan de “fanático”.

Hoy, si uno se atreve a utilizar las palabras “pecadores” o “arrepentimiento” en una predicación, los propios evangélicos le tachan de “fundamentalista”, “intransigente” y “retrogrado”.

Hoy, si uno predica sobre el infierno, los propios evangélicos responden diciendo que, “Dios es amor. ¿Cómo va a haber un castigo eterno?”

Nos hemos vuelto cien por cien humanistas. 

Es buenísimo puro y duro. Es creernos más dulces y misericordiosos que el Dios del evangelio. Es idolatría: crear a una deidad conforme a nuestra imagen y semejanza.

Se ha levantando una generación de evangélicos cuyo sueño consiste en ser culturalmente relevantes y no en abrazar el vituperio de Cristo. “Ser relevante”, dicho sea de paso, no es un concepto bíblico.

Es cada vez más difícil toparnos con un evangélico “aborrecido” en la península ibérica.

Hazte un par de preguntas: ¿tienes enemigos? ¿Hay gente que no te soporta porque predicas y vives en obediencia a la Palabra de Dios? ¿O le caes bien a todo el mundo?

Otra pregunta: ¿tu pastor tiene adversarios? ¿Hay gente que no le soporta porque predica y vive en obediencia a la Palabra de Dios? ¿O le cae bien a todo el mundo?

Un cristiano sin enemigos, según Mateo 10:22, no existe. 

No hay tal cosa como un creyente sin adversarios. ¿Por qué no? Porque el discípulo no es humanista ni bonachón. Dice las cosas como son. Vive la luz de la eternidad. Cree en la bondad y en la severidad de Dios.

Espero que tengas enemigos. 

Y si no es así, te animo a examinarte a fondo a la luz de la promesa de Mateo 10:22.

“Seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre”.