Otro falso profeta se equivoca de fecha.
Bueno. Aquí estamos. Aquí seguimos.
El mes de septiembre comenzó y -¡menuda sorpresa!- Cristo no regresó.
Marlon Roliver, el matemático escatológico guatemalteco, se ha convertido en otro falso profeta más.
Después de dedicar tantos meses a la defensa de su idea de que el arrebatamiento de la iglesia se iba a dar el día uno de septiembre, la única cosa raptada fue su cuenta de Facebook que milagrosamente desapareció al día siguiente. ¿Por qué será?
No sé cuántas veces habré sobrevivido al “fin del mundo” desde que me convertí a Cristo. Entre Harold Camping, los maya, las “lunas de sangre” y ahora Marlon “el mentiroso”, aquí estamos y aquí seguimos.
¿Tan difícil es someternos a lo que dijo nuestro Salvador: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre” (Mateo 24:36)?
Según la lógica sofisticada de Roliver, el Padre no da a conocer la fecha de la Segunda Venida; pero sí es posible averiguar la fecha del Rapto.
No obstante, ¿habría que preguntarnos si el Arrebatamiento y la Segunda Venida no serán el mismo evento? Hasta el siglo XIX, el protestantismo creía que el Rapto y el fin del mundo sucederían al mismo tiempo; no con un intervalo de siete años.
Pero bueno, esto ya es un debate para otro día…
Hoy quisiera enfocarme en cinco efectos de la falsa profecía y pedirle al Señor que nos guarde a todos de los falsos profetas.
1.- La falsa profecía indigna a Dios
Antes que nada, la falsa profecía despierta la ira de Dios. El Todopoderoso Dios de verdad detesta que su santo nombre sea tomado en vano.
En los días de Jeremías el Señor dijo, “He aquí, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos y los que cuentan y hacen errar a mi pueblo” (Jeremías 23:32).
El Señor aclaró que las acciones de los falsos maestros le habían enojado (32:32).
Los falsos profetas, pues, tendrían que tomar nota y andar con mucho cuidado. No están jugando con cualquiera; se están metiendo con el Dios Altísimo, el Juez de los vivos y los muertos.
Tendrían que pasar menos tiempo calculando, especulando y opinando y más tiempo temblando.
2.- La falsa profecía confunde a los creyentes
Además de indignar a Dios, la falsa profecía confunde a los creyentes, sobre todo a los neófitos y los inestables.
Al creer las mentiras que han sido propagadas en el nombre de Dios, muchos creyentes pueden llegar dudar de la veracidad de la Palabra del Señor y poner en tela de juicio sus preciosas promesas.
La falsa profecía, entonces, produce confusión en la mente de los discípulos más inexpertos.
¿Qué dijo el Señor Jesucristo? “Cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí [los neófitos], mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mateo 18:6).
3.- La falsa profecía ofrece falsa esperanza a los creyentes
La falsa profecía no solamente confunde a los creyentes sino que ofrece falsa esperanza también.
Todos los creyentes que están en un buen estado de salud espiritual desean ardientemente que nuestro Salvador vuelva pronto.
Oran por la Segunda Venida. Y les da alegría pensar en su pronta manifestación.
Tristemente, las falsas profecías amargan el corazón de los creyentes porque “la esperanza que demora es tormento del corazón” (Proverbios 13:12).
La falsa profecía puede acabar produciendo depresión espiritual y una fe más debilitada. Así que los falsos profetas no pecan únicamente contra Dios, sino contra su amado pueblo.
En este sentido, son doblemente culpables de condenación.
4.- La falsa profecía endurece a los incrédulos
Más allá de Dios y de su iglesia están los incrédulos. Y la falsa profecía también ejerce una influencia negativa sobre ellos.
Cuando los no creyentes se enteran de profecías no cumplidas como aquélla de Roliver, sus corazones se enfrían y se ponen cada vez más endurecidos.
¿Qué cantidad de gente se habrá apartado de la iglesia a lo largo de las décadas por los escándalos financieros de los televangelistas, falsas sanidades, pecados sexuales y falsas profecías?
Bien escribió Pablo, “El nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros” (Romanos 2:24).
Cualquiera que tuviera dos dedos de frente razonaría diciendo, “Si el cristianismo trata de esto, no quiere saber nada sobre él”. Llevaría toda la razón.
5.- La falsa profecía convierte a los incrédulos en burladores
Y hay más. La falsa profecía endurece el corazón del incrédulo para que se aleje de las cosas de Dios. Y, en el día de mañana, se vuelve tan endurecido que se convierte en un burlador del cristianismo.
Por ejemplo, ya que tantas profecías sobre la Segunda Venida no se han cumplido, los incrédulos se ríen de la verdadera esperanza cristiana y no toman la promesa del regreso del Hijo de Dios en serio.
Las falsas profecías dan armas a los seguidores de Satanás para avergonzar a los creyentes, convirtiéndolos en el hazmerreír de la sociedad.
Conclusión
Con todo, la falsa profecía es la plaga de plagas: indigna a Dios, confunde y desalienta a los creyentes y, como si fuera poco, endurece a los incrédulos, convirtiéndolos en burladores.
Acuérdate de estas cinco verdades la próxima vez que se levante otro Marlon Roliver…
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