Pienso que debemos reconocer que tenemos un problema, y no es la falta de legislación, papeles, documentos, libros, etc., sino tener la "provocativa acción de Jesús" poniendo como ejemplo a los niños, dándoles un lugar, una misión en su misión, una dignidad.
El próximo martes, 20 de noviembre, celebramos el Día Universal del Niño, que nos recuerda todo lo pactado por los países que lo han suscrito desde que el 20 de noviembre de 1989 las Naciones Unidas redactaran un acuerdo internacional llamado la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN). Nuevamente nos regocijamos por la aprobación de la CDN, pero también somos conscientes que lo contenido en ella tiene muchos rubros pendientes, y que debemos velar por su cumplimiento.
Estas palabras mías, y de otros, se han repetido a lo largo de los últimos años y no se han tornado obsoletas, es más, van cobrando vigencia con el paso del tiempo. ¿Así será en los siglos venideros? A los que nacimos en el siglo XX, el XXI nos parecía como el inicio de una nueva era de cambios. Pero resulta que el corazón de los hombres va cambiando muy lentamente.
Y continuamos citando las cifras de la pobreza, que en muchos casos es extrema o va más allá de su umbral, y que sus consecuencias son interminables. Millones de niños entre 5 y 14 años sufren explotación infantil. Millones no tienen acceso a las vacunas; dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) que “uno de cada 10 niños en el mundo no está vacunado. Y vive desprotegido frente a enfermedades como la difteria, la tosferina y el tétano, por lo que están en riesgo de contraerlas y son potencialmente mortales” y que “cerca de 12,9 millones de niños del mundo no fueron vacunados contra ninguna enfermedad en 2016”.
Continuamos hablando de las niñas que sufren la lacra de los matrimonios forzados o que sufren la mutilación/ablación antes de la edad de 5 años. De los niños y adolescentes trabajadores. De las migraciones que facilitan el tráfico de menores. Migraciones que aumentan cada vez que los países comprometidos en la lucha contra la pobreza y la corrupción se olvidan de los pactos. Cada vez más niños engrosan la lista de las filas en las caravanas que buscan un lugar donde labrar un futuro propio, a ambos lados del charco. ¡Qué sentirán esos corazoncitos de los niños al despedirse de su entorno!, aunque sea miserable, pero es el que conocen; malo, pero vale más que la incertidumbre. Sin embargo, ellos no pueden decidir porque no votan.
Pero, sobre todo, no hay voluntad política por parte de los gobiernos para acabar con estas lacras. Como he señalado anteriormente, los niños no votan, por lo tanto, no entran en los planes y proyectos electorales. Pregunto: ¿y los demás? ¿Debemos pronunciarnos, aun sabiendo que no tenemos peso suficiente para generar grandes cambios? Sé que los cristianos defendemos la vida, pero desearía que también se luche por una vida más digna para todos. Y nos manifestemos, por ejemplo, contra la explotación infantil. El Artículo 34 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño establece que “los estados deben proteger a los niños de todas las formas de explotación sexual y violencia sexual”, esto nos debe animar a que nos pronunciemos para que el gobierno no ceje en la lucha contra los delincuentes que se nutren del tráfico y trata de personas.
Y en casa también falta todavía, no tanto, pero falta. Según el informe sobre el Estado Mundial de la Infancia correspondiente a 2015, y difundido por Unicef, "la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social infantil es del 34,4% para los niños en España y escala hasta el 60,3% cuando esos niños son hijos de migrantes afincados en el país”.
Ciertamente, al repasar nuestro Manual de Instrucciones, y leer versos y más versos sobre el amor, la justicia y la misericordia de Dios, nos sentimos interpelados y en falta al ver que, a pesar de los muchos esfuerzos que hemos llevado a cabo los cristianos queriendo acercarnos a lo que Dios nos pide, sentimos que queda mucho camino por recorrer, para que esa justicia de Dios (en los dos aspectos) se haga efectiva en el mundo que habitamos, del que no podemos desentendernos, ¿verdad?
Como dijeron nuestros hermanos de Desafío Miqueas, un movimiento global impulsado desde la iglesia cristiana evangélica para movilizar a los cristianos a luchar contra la pobreza e influir en los gobiernos para que tomaran medidas para hacer realidad el compromiso de reducir la pobreza a la mitad en el año 2015, y así hacer efectivos aquellos 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que eran metas cuantificadas y cronológicas que los gobiernos se comprometieron a materializar para combatir la pobreza extrema, y sobre los que mucho hemos comentado:
"La breve historia de Micah Challenge/Desafío Miqueas sugiere que hay mucho que celebrar. Al menos, la extrema pobreza se ha reducido a la mitad en los últimos 25 años, se ha rescatado a millones de personas de la pobreza, la mortalidad infantil y la educación primaria han mejorado considerablemente. Sin embargo, al ver este tipo de justicia, misericordia y amor que la Biblia describe, nos queda mucho por andar. [...] Somos dolorosamente conscientes de que la iglesia – con toda su obra sorprendente- todavía tiene un largo camino que recorrer para formar el mundo que Dios quiere, un mundo en el que Jesucristo sea elevado a la vista de todos y donde la justicia se sienta como en casa en la política y en nuestros sistemas económicos".
Similar apreciación se ofreció desde la ONU, a pesar que con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuya vigencia terminó en 2015, se habían alcanzado algunos logros importantes:
"Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para acelerar estos avances. Se necesitan acciones más audaces y específicas donde todavía existen brechas y disparidades significativas".
Esperamos que los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se cumplan.
Como podemos observar, a pesar de ser una minoría, en nuestro ámbito cristiano no faltan organizaciones que han tomado conciencia en cuanto a estas problemáticas, ya que nuestro Dios mismo se ha preocupado por dejarnos claras recomendaciones al respecto, y de Él no podemos dudar. Sé que es muy difícil aportar nuestro granito de arena porque los recursos que tenemos son pocos, pero siempre habrá algo: el que sabe escribir que escriba, el que sabe hablar que hable, pinte, ore, anime, sensibilice, divulgue (lo bueno), recaude, informe, organice eventos solidarios, apadrine, etc.
He aquí vuelvo a citar las recomendaciones contenidas en otro documento llamado Compromiso de Ciudad del Cabo, que es el resultado de un tercer congreso evangelístico mundial que tuvo lugar en Sudáfrica en octubre del 2010, y que fue gestado en el año 1974 donde se declaró que también la responsabilidad social es parte de la misión de la iglesia. En dicho documento hay una sección que aborda el tema de la infancia. Dice:
"Todos los niños están en peligro. Hay aproximadamente dos billones de niños en nuestro mundo y la mitad de ellos está en peligro de pobreza. Millones de ellos están en peligro de prosperidad. Los niños que viven en las naciones ricas y seguras lo tienen todo para vivir, pero no tienen nada por lo que vivir. Los niños y los jóvenes son la iglesia de hoy, no únicamente de mañana. Los jóvenes tienen gran potencial como agentes activos en la misión de Dios. Representan una enorme fuente de recursos infrautilizados, sensibles a la voz de Dios y con voluntad para responderle. Nos alegramos de los excelentes ministros que sirven entre los niños, y deseamos que este trabajo se multiplique, puesto que la necesidad es tan grande. Como vemos en la Biblia, Dios usa a los jóvenes y a los niños -sus puntos de vista, sus palabras, sus iniciativas- para cambiar corazones. Ellos representan la 'nueva energía' para transformar el mundo. Debemos escucharlos y no sofocar su espiritualidad infantil con nuestros enfoques racionalistas de adultos.
Nos comprometemos a:
A. Tomar en serio a los niños mediante una nueva investigación bíblica y teológica que refleje el amor y el propósito de Dios para ellos y a través de ellos, redescubriendo el profundo significado para la teología y la misión la provocativa acción de Jesús colocando a 'un niño en el medio'.
B. Procurar formar a personas y proporcionar recursos para averiguar las necesidades de los niños de todo el mundo, siempre que sea posible trabajando con sus familias y sus comunidades, en la convicción de que el ministerio holístico dirigido a cada próxima generación de niños y jóvenes es un componente vital de la misión mundial.
C. Exponer, resistir y adoptar medidas contra toda clase de abusos a los niños, incluyendo la violencia, la explotación, la esclavitud, el tráfico, la prostitución, la discriminación étnica y de género, los objetivos publicitarios y el descuido voluntario".
Entonces, pienso que debemos reconocer que tenemos un problema, y no es la falta de legislación, papeles, documentos, libros, etc., sino tener la "provocativa acción de Jesús" poniendo como ejemplo a los niños, dándoles un lugar, una misión en su misión, una dignidad. Realmente queda mucho por hacer, pero con fe miramos el futuro, ya que Dios no se olvida de los menesterosos. Pero esa fe tiene que entrar en acción. Y esta es una tarea en la que todos debemos inmiscuirnos. Debemos velar para que ningún niño sea discriminado por su color, raza, discapacidad, sexo, religión, ideología de sus padres, procedencia…
Doy gracias a Dios por los niños que pueden jugar, ir a la escuela, parques, iglesias… tienen amor, calefacción para las noches frías, agua caliente, tres comidas al día, ropa… Lo digo conmovida. Y doy gracias por los que con sus luces y sombras trabajan por mejorar las lamentables condiciones de los menos desfavorecidos.
Si en algún momento quieres colaborar con alguna organización solidaria, cito algunas: Alianza Solidaria, Misión Urbana, CercÁfrica, Operación Niño de la Navidad, World Vision, Save the Children, Emsimision, Compassion, Cáritas, Residencia Infantil Emmanuel, etc. O algunas iniciativas solidarias y esporádicas como mercadillos, campañas navideñas… Si tienes alguna duda, pide información, pero ve directamente a la fuente, donde la obtendrás con mayor garantía.
“Defended la causa del huérfano y del desvalido; al pobre y al oprimido hacedles justicia. Salvad al menesteroso y al necesitado; libradlos de la mano de los impíos” (Salmos 82.3-4)
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