Cada verso de amor de Gloria que hemos rumiado nos deja el sabor de la Paz.
Publico un texto que escribí para la revista “El Cobaya”, editada por el Ayuntamiento de Ávila y dirigida por el poeta José María Muñoz Quirós, en una edición especial dedicada a Gloria Fuertes con motivo del centenario de su nacimiento. La portada fue realizada por el pintor Miguel Elías.
Dios en la poesía de Gloria Fuertes
Fue mi hijo quien me presentó a Gloria Fuertes (Madrid, 1917-1998), poeta que le alegraba las mañanas de sus primeros años, desde que un día de agosto el poeta salmantino Raúl Vacas le regalara una cinta con los versos de Gloria; versos para niños, pero con un claro mensaje que calaría profundamente en todos. Sí, de ella, Gloria, tan transparente por su sencillez: "Yo soy así como me estáis viendo ... / con nariz pinochil, / flequillo y entrecejo/ acusado ... / Vestida de soltera,/ mi moda es no ir a la moda,/ mi guerra es no ir a la guerra./ Soy más pacifista que artista/ más humanista que feminista,/ más alta que baja ... // Soy tímida y no lo parece,/ soy poeta y sí lo parece,/ soy gorda y sí lo parece ... /soy una niña y no lo parece. // Soy así.../ Como me estáis leyendo".
Su decantamiento por los niños me sorprendió, tenía el don de 'engancharlos' a su palabra cargada de humor, de sencillez, pero al mismo tiempo con esa posibilidad de tener encantamiento para llegar al corazón, y transmitir un mensaje; no uno cualquiera sino ese que ella había recibido mucho antes del inicio de los tiempos. Me atrevería a afirmar que su intención era la de emular a Jesús, el que dijo: "Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis...". Aquel que lo trastocaba todo, poniéndolo al revés, deshaciendo los moldes humanos. Pero siempre con un sentido de haber acertado, de alcanzar lo justo y bueno, como es su poema Al revés pero derecho: "Unas veces disfrazando / mi cordura de locura / otras veces al revés. / Unas veces mi cordero de lobezno / otras veces al revés. / Fui amada y yo pasiva / otras veces al revés... ". Por eso la carga de humor, de amor, y otra vez de humor en sus versos, y luego viene la fe que la ayuda a mover montañas. Quizá todo ese bagaje hace que su poesía sea retadora, comprometida.
Y mientras escribo sobre lo que siento a Dios en la poesía de Gloria Fuertes, me imagino que inicialmente saldrán voces incrédulas, extrañadas de que hubiera un ser así en medio de una poesía que algunos consideraban estrafalaria, como escrita toda a lo loco, donde solo resaltaba el humor y la ingenuidad. Pero la clave la encontré yo misma en su Diccionario estrafalario (que habíamos comprado para mi hijo, después que con canciones le enseñara a sentir pasión desmedida por las tablas de multiplicar), donde pude desvelar que escribe "con 'boli', imaginación y poesía, y jugando"; "describiendo palabras, lo que le sugieren que indican". Allí nos dice que "La imaginación y el humor son parte de la cultura". Insiste en que el título estrafalario es porque "como su nombre lo indica, es un libro desaliñado, despeinado, espontáneo, diferente, amesi, ameno y aburrido tampoco. Parece que está escrito a lo loco, pero lo he escrito a lo cuerdo. No sé qué dirán de este diccionario mis amigos los profesores y los catedráticos, pero si a vosotros, chicas y chicos, os parece 'guay' es bastante para ponerme contenta. Besos". Y así, se pone a escribir con una autoridad que no la tiene cualquiera. Con lo cual confirmamos que su poesía no era para los sabios y entendidos, sino para aquellos que estuvieran abiertos a sentir el asombro delante de los versos que eran como un relámpago en medio del caos en que se ha tornado el universo.
Es más, sus poemas no tienen el ritmo de un maniquí, sino el de la musicalidad de todos los continentes que visitaba sin salir de Madrid. No era para los que solo piden poemas que crujen cuando los masticas y que no te dejan ningún sabor a emoción, a comunión, a desahogo.
Como lo dijo ella, "Mi pintura literaria no es abstracta. / Soy figurativa/ (aunque no me figuro nada)./ Solo lo que veo o siento, siento./ // Lo que me sucede/ es que veo el paisaje antes de mirarlo,/ siento el suceso antes de experimentarlo./ Y sobre todo/ sé lo que da de sí un no". Y escribía porque "La poesía es una manera de vida,/ una moneda de suerte,/ una formación del beso,/ una deformación de lo vulgar./ ¡Y a embellecer lo que veo!".
Y es que a ella le han dado una primicia, la de saber que el reino de Dios se ha acercado, lo puede ver en cada ser, en cada objeto que forma parte de la creación. Cada detalle cuenta la gloria del Creador. Él habita en todo; se preocupa hasta por lo más insignificante. Hasta de los poetas porque Él mismo es "el poeta que canta a los poetas desde su libro titulado 'Naturaleza". Pareciera que ella parafrasea el libro de Romanos, que dice que no hay excusa para no entender estas verdades: "Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos..." (Ro. 1.20-21). Por lo tanto, no se debe preguntar sobre lo evidente. He aquí su disertación sobre el tema:
UN HOMBRE PREGUNTA...
¿Dónde está Dios?... Se ve, o no se ve.
Si te tienen que decir dónde está Dios, Dios se marcha.
De nada vale que te diga, que vive en tu garganta.
Que Dios está en las flores y en los granos,
en los pájaros y en las llagas,
en lo feo, en lo triste, en el aire y en el agua;
Dios está en el mar y, a veces, en el templo;
Dios está en el dolor que queda y en el viejo que pasa,
en la madre que pare y en la garrapata,
en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca.
Dios está en la mina y en la plaza.
Es verdad que Dios está en todas partes,
pero hay que verle, sin preguntar
que dónde está,
como si fuera mineral o planta.
Quédate en silencio,
mírate la cara.
El misterio de que veas y sientas, ¿no basta?
Pasa un niño cantando,
tú le amas:
ahí está Dios.
Le tienes en la lengua cuando cantas,
en la voz cuando blasfemas,
y cuando preguntas que dónde está,
esa curiosidad es Dios, que camina por tu sangre amarga.
En los ojos le tienes cuando ríes,
en las venas cuando amas.
Ahí está Dios, en ti;
pero tienes que verle tú.
De nada vale quién te le señale,
quien te diga que está en la ermita,
de nada.
Has de sentirle tú,
trepando, arañando, limpiando,
las paredes de tu casa.
De nada vale que te diga
que está en las manos de todo el que trabaja;
que se va de las manos del guerrero,
aunque éste comulgue o practique cualquier religión,
dogma o rama.
Huye de las manos del que reza, y no ama;
del que va a misa, y no enciende a los pobres
una vela de esperanza.
Suele estar en el suburbio a altas horas de la madrugada,
en el Hospital, y en la casa enrejada.
Dios está en eso tan sin nombre que te sucede
cuando algo te encanta.
Pero, de nada vale que te diga
que Dios está en cada ser que pasa.
Si te angustia ese hombre que se compra alpargatas,
si te inquieta la vida del que sube y no baja,
si te olvidas de ti y de aquéllos, y te empeñas en nada,
si sin porqué una angustia se te enquista en la entraña,
si amaneces un día silbando a la mañana
y sonríes a todos y a todos das las gracias,
Dios está en ti, debajo mismo de tu corbata.
(de Antología, incluida en Obras completas, editorial Cátedra, 1984)
Hace tan fácil ver a Dios incluso a los que no lo ven o nunca podrán verlo. Insiste en revelar que Dios no se impone a fuerza de costumbre, a fuerza de monedas o discursos ambiguos. Dios es un tú a tú con el hombre, una comunión individual para luego ser comunitaria.
Y una y otra vez repite que Dios está aquí y ahora a pesar de que también está en el futuro. Y lo mezcla con la realidad a la que no puede renunciar porque Dios también es la realidad que la circunda, y ante la que no puede permanecer indiferente; una realidad a la que vive radiografiando; de ahí que se considere a sí misma vocero de los que tienen sed de justicia. ORACIÓN: Que estás en la tierra, Padre nuestro, / Que te siento en la púa del pino, /En el torso azul del obrero, / En la niña que borda curvada / La espalda, mezclando el hilo en el dedo. / Padre nuestro que estás en la tierra, / En el surco, / En el huerto, / En la mina, / En el puerto, / ... / Padre nuestro que estás en la tierra, / Donde tienes tu gloria y tu infierno / ... / Padre nuestro que estás en la tierra, / En la cigarra, en el beso, / En la espiga, en el pecho / De todos los que son buenos. / Padre que habitas en cualquier sitio, / Dios que penetras en cualquier hueco, / Tú que quitas la angustia, que estás en la tierra, / Padre nuestro que sí que te vemos / Los que luego hemos de ver, / Donde sea, o ahí en el cielo". (De Carmen Conde: Poesía Femenina Española)
Vamos desgranando los poemas y verso a verso se desvela el misterio. Se nos revela que su palabra era y es para aquellos que son De la vida cotidiana: "De la vida cotidiana / de fuera a dentro / penetran por mi piel / cada momento, / penas alegrías sucesos / y salen a la vez / de dentro a fuera / convertidos en versos". Tenía la capacidad innata de transformar la realidad en versos que podían alimentar y sanar a los pobres de espíritu o de pan. Pero eso solo lo podemos descubrir si entramos con seriedad por los recovecos de la poética de Gloria Fuertes, donde, como ya hemos afirmado inicialmente, te encuentras con un hilo conductor que une toda su temática y ése es el Soberano, el creador de su Verbo que se hizo carne a través de sus versos. Ella admira a ese Dios que todo lo puede porque "Dios sabe idiomas. /Lo admiro. /Dios lee /y lee en los pergaminos de nuestra piel, /lee en los surcos de nuestros campos. / Dios es telépata y lee /en los laberintos de nuestro cerebro /en las líneas de nuestras manos, /en las líneas de nuestros caminos. /Él sabe dónde vamos /y de dónde venimos. /Dios, en cuatro palabras /es el único que /'se las sabe todas".
Contundente es su afirmación sobre Él para deshacer cualquier complot que desbarate su existencia: "Dios no es una paloma. / Dios no es un señor con barba. / Dios es una energía / es una benéfica corriente eléctrica. / Dios es un amor inmensurable... // Y me interrumpió / el frío intelectual de moda. // -Gloria, Dios es un supuesto. / -Mira, no sé si será un supuesto, / lo que sí sé es que está en su puesto". En pocos versos resume que Dios trasciende imágenes y rituales de todas las épocas. Que Dios es un amor que salta las vallas de nuestro entendimiento, que no se compra; solo es un regalo dado por pura gracia. La poeta entiende que Dios no es moda, nunca se pasa; permanece para siempre, sobre todos. Ella sabe que es el único que no abandona su puesto, el que no varía con el paso de las estaciones, de las lluvias torrenciales, de los gobiernos y reinados, de las bellezas compradas a golpe de talonario; es el misterio que solo entienden los que tienen oídos para oír. Pero no es a ella a quien le compete quién va a oír y quién no; por eso no se preocupa pues sabe quién tiene la última palabra en todo.
Sabe que no ha visto a Dios pero sí tiene el Verbo, y el Verbo habitaba en ella después de pasearse por el mundo y degustar de cada instante para retenerlo en la memoria, y no olvidarse nunca más, y así planificar un segundo encuentro apoteósico. Lo había sentido porque había visto al Hijo: "Poderoso quien seas: / Por tu Hijo Jesús Hermano nuestro / hágase lo que Tú quieras. // ¡Ojalá lo que Tú quieras / sea lo que yo quiero! / Amén". (Poema Oración). Y está dispuesta a no hacer su voluntad sino la del otro. De oír lo que otros no quieren oír, el escalofrío de las cadenas que sonaban en el silencio de la noche, "aunque sin un rasguño de metralla / la guerra civil española/ me dejó en carne viva. // Amanecí en la sección de quemados".
Lo supo el día que aspiró una nueva vida y se despojó de todos los lastres que la hacían languidecer. Y oyó el murmullo del viento que venía para habitar con ella como si fueran uno solo. Cuando después de morir al tercer día renació y quiso hablarles a las multitudes de que ahora ya no era ciega, podía ver. Vio "que el mundo es un barrio"; que "además de hermanos / todos somos vecinos, /a nadie debe llamársele extranjero ...”. Y que "se ha inventado/ la radio/la televisión/los periódicos/los aviones ... Pero "queda por inventar el amor". Es ahí donde supo por qué escribe el poeta; de dónde viene y a dónde va; quién lo mantiene; y hasta cuándo. Supo cuál era su misión en este globo terráqueo. No se cree un Mesías, pero lo emula.
No se siente salvadora del mundo, pero sí llegó a la conclusión, a mi entender, que su poesía podía ir más allá de ella misma, dejar de ser un proyecto suyo para servir a la humanidad. Podía ser un medio de respuesta a las preguntas que se plantea la cultura. Por ello, necesitaba el silencio, con ella, con Dios, su proveedor de palabras; estar a solas con él para entrar en éxtasis teresiano y salir de allí llena del espíritu, que es el que hace aflorar los frutos necesarios para entrar en diálogo con esos seres que esperan ansiosos y expectantes. Lo dicen estos versos: "Para escribir me escondo, como una mujer primitiva se escondía/ para parir. / Como un animal herido se esconde/ para lamerse a gusto la sangre, / así nadie sabe de mí / cuando me pierdo para escribiros esto". O estos otros: "También se puede encontrar la libertad/ en solitario, / en-cerrado/ en-tre cuatro papeles, / es decir ¡libre!...". Necesitaba meditar, repensar, como un místico, pero de esos que todavía no se han convertido en profesionales del misticismo. Como dice un poeta: "El poeta es un místico imperfecto porque lo que le caracteriza es la locuacidad. Un buen místico está encantado con el silencio, no tiene motivos para escribir. Los poetas son absolutamente imperfectos, necesitan publicar su obra". Hacer el bien con su escritura.
Sobre este hacer el bien con su obra, la Fuertes nos lo explica muy bien en su Poética: "Poesía debe ser/ comunicación/ penetración/ emoción/ hacer pensar/ pellizcar/ y crecer en la espontaneidad".
Esa comunión con ellos, el Padre y el Hijo, aflora en su piel; la hace exudar amor, porque Dios es Amor. Lo expresa claramente en un poema: "Dios es humor / y sobre todo Dios (y nunca mejor dicho) / es Amor. // Dios nos llena la despensa / Dios nos sonríe sin esperar recompensa. / Quiere que hagamos el bien. // Si en vez de un tiro en la sien / damos un beso en la sien / Dios nos guiña un ojo, / lo mismo a un azul que a un rojo. // Dios ama todos los colores: / Blanco, negro, amarillo... / porque Dios fue monaguillo". Y escudriñando más y más se va apropiando de ese ágape, perfeccionándolo para otorgarlo con más pureza. Pero en verso sonriente te dice que ése no es un amor cualquiera, tal como lo diría Pablo, el de Tarso, allá en Corinto, y a través de una carta en papel. Dice Gloria: "El amor todo lo soporta. / El amor siempre va con el perdón a cuestas, / con el corazón en la mano, / con la verdad en la boca, / con el beso en los ojos, / con la ternura en el llanto. / El amor tiene vocación de santo, / pero no pasa de mártir".
Ya lo dice en una entrevista que le hizo la periodista Laura Gómez Recas en 1984: "El amor está en todo. Yo creo que en todos mis cientos o miles de poemas está, latiendo, el amor".
Y vuelve a recalcarnos que "La realidad es mi trampolín / la realidad es lo que me eleva ... la realidad nunca miente, /la realidad es la fuente, / de mi inspiración". Para que no haya malas interpretaciones y digamos que lo suyo son las metáforas; no, lo suyo es la cotidianidad, el día a día de los mendigos de Madrid, o los niños descalzos que pretendemos esconder entre las cajas de cartón de los comercios abarrotados; es el amor entre dos, el mar que le gusta y le asusta, los que ligan para pagar las trampas; los de las chabolas, los que no tienen calor en invierno... Esa realidad es su combustible para coger la pluma y escribir. "Y ¡Que ellos inventen! / Yo cuento el cuento". Y cuenta: La gente dice:/ 'Pobres tiene que haber siempre'/ y se quedan tan anchos/ tan estrechos de miras,/ tan vacíos de espíritu,/ tan llenos de comodidad.// Yo aseguro/ con emoción/ que en un próximo futuro/ solo habrá pobres de vocación".
Gloria Fuertes no exportaba balas, sino amor. Amor en forma de verso que se disemina por todas partes del planeta donde vivo yo, o tú. O un globo que es la luna donde ahora vive Gloria Fuertes, y hasta allá dirigen su mirada los niños para seguir imaginándose sus versos en un globo, dos globos, tres globos...
Es el amor el que le hace percibir la realidad social, ser vocero de los que no tienen voz en el panorama actual. Le atañe todo lo que sucede en las distintas esferas de la sociedad, sea en lo económico, lo político, lo social, lo espiritual. Al margen de los lamentos... aunque estos planes no sean rentables. Por eso dice: "Sé que con poesía no se come / no se come no, pero se ama, / no es necesario no, irse a la cama, / aquí no pintan oros pintan manos...". El relámpago le ha permitido leer en su fulgor que el poeta no admite falsedades, sino que las verdades son su baza. Porque ella vio al relámpago como lo hizo Gonzalo Rojas, de niño, en su Lebu natal; recibió en lo centelleante del fenómeno la iluminación del Todo y, desde ahí, del instante, y se le dio para siempre la revelación de la palabra... Quizá Gloria cayó de rodillas un día cuando la sorprendió otro relámpago en Madrid. Y a partir de ahí no se instaló en negocio alguno en cuanto a ortodoxia, más bien ha sido testigo activo de su tiempo.
El amor por el prójimo va más allá y se hace extensivo a la tierra que gime con gemidos indecibles. Reconoce que el hombre tiene una interdependencia con la naturaleza; ha tomado conciencia de que éste tiene el deber de administrarla con sabiduría, pues como ella dice en su poema Medio ambiente: "La naturaleza nos alegra o nos entristece, / mientras ella ni siente ni padece. / Bueno, /ahora sí parece que padece. / Ved las playas y los ríos / -muertos peces. / Ved los árboles sin brillo ni simiente. / Ese aire que los ojos enrojece, / que al pulmón ennegrece / y al pálido niño de la ciudad / envejece ... Quién ha sido el salvaje / que puso el árbol gris / y sucio el aire? ...". (Fragmento). No obstante, en su poema Ecología esencial le da por priorizar al hombre, hecho a imagen y semejanza del mismísimo Dios: "La tierra no es un regalo de nuestros padres,/ es un préstamo de nuestros hijos./ Curar la tierra sí -está enferma-/ pero antes, curar la pobreza/ curar al hombre.// Ecología sí/ pero antes el niño que el árbol,/ el niño antes que el río,/ el hombre antes que el mar./ Cometemos falta,/ si muere un árbol sin agua./ Cometemos crimen,/ si muere un niño sin pan ... ". Y continúa interpelando a una sociedad que parece que duerme...
Gloria no se dejó vencer por las burlas de aquellos que, sin leerla, como algunos hicieran con la Mistral, la llamaron cómica, o la censuraron por volverse como un niño, sin saber que ella era la ganadora, porque hizo "lo que hace un poeta: perder en vez de buscar el aplauso".
No obstante, la poeta sabe que el desierto no es fácil, hay sombras. Por eso "Ella pide una oportunidad. Como una maletilla, ella. / (Ella es la Paz). / Va destrozada, / mal vestida, / delgada, / acerico de balas, / rasguño de metrallas. / Iba hecha polvo entre el polvo / de las sucias trincheras, / cojeando / con su melena blanca desplegada /se tiró al ruedo de la guerra, / -la Paz-. / Pedía una oportunidad. // Unos hombres con uniforme / la cazaron y a empujones / la esposaron en la barrera. / (Todavía la tienen detenida). / La Paz, / como una maletilla / sólo pedía una oportunidad".
Cada verso de amor de Gloria que hemos rumiado nos deja el sabor de la Paz, esa que tanto pregonó su Hermano mayor Jesús. Y ella lo tiene escrito en su corazón de carne. Y entre esos a los que Él llamó bienaventurados, a los que desprecian las riquezas y a su hija la soberbia, a los que son despojados de sus bienes... pues saben que su patria está en los cielos. "Mi partido es la paz / Mi partido es la Paz. / Yo soy su líder. /No pido votos, /pido botas para los descalzos /-que todavía hay muchos-". Pareciera que Gloria Fuertes estuviera intuyendo nuevos conflictos y quisiera prevenirlos pidiendo paz a voz en cuello, desesperada para que no se den nuevos éxodos ni llantos. Porque el poeta puede escuchar el gemido del hombre...
¿Por qué tantas arengas por la paz? Porque Gloria sabía de guerras, y mucho. Sabía que "las bombas no tienen ojos /y caen en la guardería". Que "En Madrid llovía metralla / llovían muertos". Que "Por tierras de Teruel /se quedaron helados. /El Ebro sabe mucho /de muchachos ahogados". Que "Todas las banderas huelen a proyectiles, /a heridas. /Todas las banderas huelen a sangre /de hombre joven...". Que "Una atómica /por reacción de odio en cadena /surgió en 1942 /y aún continúa...". Pero, paradojas del amor, a los jóvenes les lanza un mensaje: "Y no odiar al amigo /y menos al enemigo".
La poeta intuye que es profeta en medio del pueblo. Tiene el deber de exhortar y denunciar y anunciar restauraciones. Porque el poeta tiene la palabra, la mejor arma para cambiar los tiempos, y traer luz donde solo hay oscuridad. Hace reverdecer el tronco seco, crecer el ciprés en el lugar del espino. Por lo tanto, no puede ser esclavo; ya lo dice Gloria: "Mi espíritu revolucionario rebelde / no puede pertenecer a ningún 'partido', / pertenece a un entero / a la entera humanidad presente y futura". Le importan los mayores, los menores, de Madrid o de Colombia. O los del Cuarto Mundo. Porque no era una poeta localista sino universal.
Y no puede quedarse callada de versos, cuando tiene tatuada en la frente una Observación Universal: "La sordera de los santos me desboca, / el misterio de los malos me alucina, / la parsimonia indiferente de los médicos/ me llena de cólera salubre...". Y sigue escribiendo: "No quedaros con los brazos cruzados, / siempre podemos hacer algo. / Con los brazos cruzados / ya quietos en la caja / no podremos hacer nada".
Y es ese hilo conductor que descubrimos al inicio de estas impresiones, el que sigue guiando a la poeta para que no se desvíe ni a izquierda ni a derecha, sino que prosiga a la meta que perdura. Y continúe tejiendo palabras para ella, pero con la intención de llegar al otro, al que está próximo, prójimo. Y así, tejiendo y destejiendo mitiga la espera como una Penélope reforzada por una fe insobornable que mulle su lecho mientras llega El día en que se implante la paz:
El día que se implante la Paz,
sobre la Tierra
caerá una nevada tenaz
y duradera.
Todo será blanco
de miradas en fiesta,
los copos serán grandes
como sábanas cameras.
En aquella nevada,
Dios soltará sus banderas
y Cristo,
será feliz por vez primera.
Su poética no solo quiere mostrar las realidades del presente, sino que indica que tenemos esperanza de llegar un día a buen puerto, y esto para consuelo de los que se dignan a leer sus versos, pues seguro que ella ya había oído palabras milenarias que decían que esa esperanza es segura y firme ancla del alma. De ahí esa seguridad de un nuevo regreso de ese Cristo que volverá feliz para acabar con la espera que a veces se hace larga con el paso de los días.
La poeta no se cansa de hacer el bien pues sabía que a su tiempo cosecharía; sabía que su trabajo no sería en vano. Intentaba que su obra creciera y creciera sin desmayar, dando las primicias de todo lo que iba percibiendo mientras usufructuaba su parte a su paso por este mundo, donde iba como peregrina que ansía llegar a la meta del descanso. Cuando "caerá una nevada tenaz y duradera", dice. Toda blanca, sin mancha, garantizada su pureza y su verdad. Ya no habrá llanto ni crujir de dientes. Sólo un coro de distintos colores que a una entonarán la canción de la unidad. Y volarán las palomas en son de paz. Y todos serán miembros del mismo Cuerpo, que es el lugar donde se produce la reconciliación y por ende la paz... para la nueva humanidad.
Como dijo otro poeta, que fue mártir allá en la Alemania, en 1937: "... El seguidor de Jesús está llamado a la paz... Con esto renuncia a la fuerza y a la rebelión ... Su Reino es un reino de paz ... Los discípulos de Cristo mantienen la paz, prefiriendo sufrir a ocasionar dolor a otro, conservan la comunidad cuando otro la rompe, renuncian a imponerse y soportan en silencio el odio y la injusticia...".
Pero sabe que si calla el mal continuará, y no debe dejar de recitar su "Receta de cocina para los días de hambre: Se lavan bien los pies, las mondas de patatas, / se añade media cebolla / se pone a cocer en la olla / y se sirve con una rodaja de limón. / Se cena con miedo a que caiga un obús / y así tres años".
Y así segura lo dijo de una vez por siempre: "Aunque no nos movamos / nos vamos acercando / vertiginosamente al Desconocido / o bien el Desconocido / se acerca constantemente a nuestro aliento".
Esta poeta universal tendrá su nombre escrito en las estrellas a pesar de que alguno por equivocación, que no por ignorancia, quisiera encasillarla en el rubro dedicado a poetas para el entretenimiento, y así minimizarla. No, Gloria era como un grano de mostaza que se extendió a su paso por el cosmos, el mundo. Formando parte de ese Reino que se había acercado, donde los importantes son los niños, modelo de lo que hay que ser para poder entrar en él.
Porque tiene a alguien poderoso detrás, o delante, a Dios. Y lo dijo con un portazo en la entrevista arriba citada: "Dios no es una esperanza, es una realidad para las personas que tenemos la gran suerte de tener fe. Yo lo siento. A lo mejor no lo comprendo del todo, pero lo siento y eso ya es mucho".
Sirvan estas pinceladas sobre la espiritualidad en la poesía de Gloria Fuertes para que otros se adentren con mayor profundidad en su obra.
Nota: Salvo los poemas Un hombre pregunta... y Oración, todos los textos han sido tomados del libro Mujer de verso en pecho (Cátedra, 1996. Con prólogo de Francisco Nieva).
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