Hermenéutica histórico-crítica y ‘Sola scriptura’

La otra gran tesis de la Reforma es la  sola Scriptura ¿Por qué “sola Escritura”? Porque Dios se revela a sí mismo solo por la palabra de la Escritura, la Biblia. Bien entendida en su contexto, esta afirmación excluye para el cristiano, y para el hombre en general, cualquier otra fuente de revelación.

Sin embargo, en todo tiempo y lugar ha habido personas que han sostenido que Dios se revela de muchas maneras y por muchos medios, por ejemplo, en el interior de la persona. Lutero combatió firmemente a los iluminados de su tiempo. Estas personas sostenían que Dios no provocaba la fe por medio de su palabra, como dice la Biblia (Juan 20:31; Santiago 1:18), sino que lo hacía por revelación directa en el interior de la persona. De manera que, cuando el hombre conseguía, de alguna manera, ponerse en contacto con la divinidad, se producía lo que ellos llamaban “fe”. Y existía, además, una idea bastante generalizada dentro de la enseñanza católica, que sostenía que la fe operaba primordialmente gracias a la línea de contacto ininterrumpido de la tradición apostólica, que representaba únicamente Roma. Lutero y los demás reformadores protestaron enérgicamente contra esta idea. Y con razón. Es en medio de estas y otras interpretaciones que suena el toque de trompeta reformadora: ¡Solo la Escritura!

¡Solo la Escritura! Esto no significa otra cosa que en cuestiones de fe, salvación y vida cristiana, solo la Biblia, como revelación divina, constituye la norma suprema, la última instancia para el cristiano y la Iglesia.

La Biblia está inspirada en todas sus partes. Sobre ella no ejerce autoridad ninguna instancia eclesial, papal ni magisterial. La Biblia se explica a sí misma. La palabra escrita, la Biblia, está inseparablemente unida a la palabra encarnada Jesucristo. Esto significa también que quien ataca a la Biblia, ataca a Jesús mismo. Por eso, para los reformadores la sola Scriptura era una base inamovible.

El principio de sola Scriptura está directamente ligado al de solus Christus y sujeto a él. ¿Cómo podemos entender la Escritura de manera correcta? También en esto Martín Lutero y la Reforma nos prestaron un servicio inestimable. Nosotros entendemos a Dios de manera correcta y única en su palabra y por su palabra. La Reforma nos advierte: ¡Solo la Escritura! ¡No busquéis a Dios, su revelación,  en ninguna otra parte! ¡Solo la Escritura! Pero ¿cómo podemos entender la Escritura de manera correcta?

En la primera tesis de la “Declaración teológica de Barmen” se dice: “Jesucristo, tal como se nos da testimonio de él en las santas Escrituras, es la única palabra de Dios que nosotros tenemos que oír, en la que nosotros tenemos que confiar y obedecer en la vida y en la muerte.”  ¡Solo vale Jesucristo crucificado y resucitado! ¡Nada más! Por eso: Solus Christus.

¿Pero cómo se traduce esto en la práctica? La respuesta es: ¡Por la sola Scriptura! Y la Escritura la entendemos solo por Cristo. El Antiguo Testamento habla del mesías venidero, mientras que el Nuevo Testamento nos dice quién es el mesías. Aquí están la sola Escritura y el solo Cristo. Así que, solo podemos entender las Escrituras si Dios mismo nos abre los ojos para entenderlas. Los ojos solo nos son abiertos por ese a quien el Nuevo Testamento presenta como el Cristo. Y entendemos el Antiguo Testamento cuando venimos desde el Nuevo, es decir, cuando venimos de ese del que se nos da testimonio de ser el mesías de Dios, el Cristo.

Lo que diferencia al comentarista bíblico cristiano de los demás comentaristas de la Biblia es el hecho de que nosotros interpretamos y entendemos la Biblia desde su centro, desde Jesucristo, la Palabra de Dios encarnada. En esto consiste, propiamente, la exposición bíblica evangélica. ¡Solo la Escritura! ¡Solo Cristo!

Para los reformadores y para las iglesias nacidas de la Reforma, la Iglesia es una creación de la Palabra (Santiago y 1Pedro), como decía Lutero creatura evangelii, una creación del evangelio, una creación de la Palabra de Dios. La Iglesia es, como escribe Lutero, nata ex verbo. Y la Iglesia que nace de la Palabra se alimenta y vive continuamente de la Palabra. En este sentido la Iglesia es creatura verbi y no su creator.

Sola Scriptura está hoy amenazada por fuerzas que operan desde dentro del mismo protestantismo y que se han extendido también a otras confesiones. La crítica bíblica cuestiona la Biblia como revelación divina, cuestiona su credibilidad histórica y las verdades absolutas que se formulan en ella.

Cuestionadas están toda la información histórica, objetiva y geográfica que ofrece la Biblia acerca de la creación del mundo, el diluvio, Moisés y la esclavitud en Egipto, la concepción virginal de Jesús y su lugar de nacimiento, los milagros realizados por él e incluso su resurrección corporal. Cuestionado está también el sentido sacrificial y propiciatorio de la muerte de Jesucristo en la cruz a nuestro favor.

Sostiene la crítica bíblica que “la Biblia no es palabra de Dios, sino una colección de ideas humanas sobre Dios”. Que el Cristo que nos presenta el evangelio no es una obra de Dios, sino una imagen con la que los hombres han hecho visible su fe. Que el hombre no ha salido de la mano de Dios y que no quiere ser más imagen de Dios, sino que quiere desarrollar su propia imagen. Esto lo demuestra de manera ejemplar la ideología de género.

Con la renuncia al principio de sola Scriptura se le transmite al mundo una falsa imagen de Dios y del hombre. Esta renuncia ha colocado en las manos del ateísmo que combate a la Biblia y a Dios muchos argumentos nacidos de la crítica bíblica protestante. Renunciar a la sola Scriptura es renunciar al espíritu de la Reforma. Es otra forma de volver al catolicismo del medievo, cuando la autoridad de la Iglesia y de los hombres (teólogos) se colocaba  por encima de la Biblia.

La crítica bíblica descansa únicamente sobre la razón humana, sobre la capacidad crítica del hombre, que solo acepta como creíble lo racionalmente explicable y comprensible.

A los cristianos que se inclinan cada vez más por la práctica del método histórico bíblico, cabe decirles lo mismo que San Pablo a los gálatas: “¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne (por la razón)? (Gálatas 3:3).