13 características del pueblo evangélico.
Dr. Martyn Lloyd-Jones (MLJ) fue el expositor bíblico más destacado del Reino Unido en el siglo XX.
Hoy queremos centrarnos en su segunda ponencia compartida en la conferencia del International Fellowship of Evangelical Students en 1971, en la cual redactó una lista de trece características de los evangélicos.
1.- El evangélico está centrado en la Biblia
Los evangélicos aceptan la suprema autoridad de la Escritura en cuanto a fe y conducta. Como John Wesley, son creyentes de “un solo libro”. Según MLJ, “El evangélico es un hombre de un solo libro. Comienza con la Biblia; se somete a ella porque es su autoridad.
No arranca desde una autoridad extra-bíblica. Se limita, y se sujeta, a la enseñanza de la Biblia”.
2.- El evangélico da prioridad a los principios evangélicos
Un evangélico no pone los intereses de su denominación (sea la iglesia bautista, la presbiteriana o la episcopal) antes que los grandes principios de la fe evangélica. Para el evangélico, lo más importante es el evangelio.
Allí reside su primera y suprema lealtad. Cuando su denominación se aparta del evangelio; el evangélico se ve obligado a levantar la voz desde adentro.
3.- El evangélico vela
En obediencia a los claros mandatos de las Escrituras, el evangélico vigila (Mateo 26:41; Hechos 20:28-29; 1 Corintios 16:13-14; Efesios 6:12; 1 Timoteo 6:3-4; 1 Juan 2:20, etc.).
No acepta todo lo que le enseñan. “Cuando un hombre deja de velar, deja de ser evangélico. La persona que dice: ‘No pasa nada. No hay que preocuparse. Todos somos cristianos y lo estamos pasando muy bien juntos’. Esta persona –al no velar- ya se ha apartado de la cosmovisión bíblica”.
4.- El evangélico no confía en la razón humana
Desde los días de Tertuliano en adelante, los evangélicos se sienten incómodos con los sistemas filosóficos erigidos en base a la sabiduría humana. Fue la exaltación de la razón caída la que produjo la gran disputa entre Lutero y la naturaleza aristotélica del Catolicismo medieval.
También llevó a los puritanos a separarse de la iglesia oficial de Inglaterra (Anglicanism). El evangélico depende de la revelación de Dios; no de los caprichos de “aquella vieja bruja, la señora razón” (Lutero).
MLJ echó la culpa a los apologistas de la iglesia primitiva por haber casado el evangelio cristiano con la filosofía griega, produciendo así una mezcla híbrida que caracterizaría la teología de la iglesia institucionalizada de la Edad Media.
Advirtió a los estudiantes acerca del peligro de deificar la erudición, animándoles a emplear la razón como un siervo, no como un amo.
“Cuando los hombres empiezan a arrodillarse ante la erudición, sometiéndose a ella, creyendo que es la autoridad suprema, sugiero que se han apartado del camino y que han dejado de ser evangélicos”.
Añadió que la iglesia evangélica había sufrido a lo largo de los últimos dos siglos por la desviación de muchos seminarios teológicos. Los evangélicos, pues, tienen que andar cuidadosamente, siempre velando, y dudar de los que les hacen dudar de la Palabra de Dios en el nombre de la razón o la erudición.
5.- El evangélico tiene una perspectiva ‘baja’ de los sacramentos
Aunque MLJ no desarrolle la idea de los sacramentos (bautismo y la cena del Señor) en su segunda ponencia, sí aparece en su tercera conferencia en la cual destaca que los evangélicos rechazan cualquier tipo de sacerdotalismo asociado con las ordenanzas.
“No hay ninguna eficacia intrínseca en el acto sacramental en sí. El sacramento no sirve de nada si no está acompañado de fe por parte del recipiente. No creemos en la eficacia independiente de los sacramentos”.
El predicador galés, pues, rechazó cualquier idea de regeneración bautismal o elemento vicario presente en la eucaristía como contrarios al espíritu evangélico.
6.- El evangélico lee la historia y la tradición de manera crítica
Donde los católicos hacen hincapié en el principio de la continuidad histórica, los evangélicos –al no confiar tanto en las instituciones religiosas- están más interesados en la discontinuidad.
No se glorían en el institucionalismo y su deseo es que sus denominaciones estén alineadas con la Palabra de Dios. Por esta razón, los evangélicos se acercan al tema de la historia y la tradición de manera crítica, fundamentándose en el principio de Sola Scriptura.
7.- El evangélico actúa sobre sus creencias
Lutero, Calvino y Knox eran hombres que actuaban sobre sus creencias. Por lo tanto, fueron evangélicos. El evangélico no está feliz dedicándose a una teología académica, cerebral, divorciada de la vida real. Además de tener profundas convicciones bíblicas, la familia evangélica siente la necesidad de actuar porque tienen al Espíritu Santo.
El evangélico está dispuesto a cambiar sus creencias y conducta cuando la Palabra así lo exige.
8.- El evangélico lo simplifica todo
A diferencia del paradigma aristotélico del Catolicismo y las filosofías antropocéntricas de la teología liberal, el evangélico quiere hablar en términos claros y sencillos para que todos puedan entender la Palabra de Dios.
Los evangélicos no solamente aspiran a la sencillez en cuanto a su doctrina y forma de predicar, sino también en el gobierno eclesial, su liturgia, la vestimenta de los ministros y hasta en la arquitectura de la iglesia. El espíritu evangélico rechaza lo complicado, lo complejo y lo espinoso, gozándose en la simplicidad de la fe.
9.- El evangélico se preocupa por la iglesia
Los evangélicos están apasionados por la pureza de la iglesia. De allí la salida de Lutero de la iglesia de Roma y la de los puritanos de la iglesia anglicana. El evangélico, “se preocupa por la pureza de la iglesia.
No cree en la iglesia estatal. Necesita tener una perspectiva correcta acerca de la verdadera naturaleza de la iglesia cristiana”.
La historia de la iglesia da testimonio a la fricción constante entre la iglesia institucionalizada por un lado y la comunidad sencilla de creyentes por el otro. Los evangélicos anhelan congregarse en una iglesia bíblica bajo la dirección del Espíritu Santo.
10.- El evangélico resalta el nuevo nacimiento
En vez de quedarse satisfecho con una “ortodoxia muerta”, el evangélico combina su teología con un celo pietista. Se da cuenta de que la vida cristiana empieza con el poder del Espíritu en la regeneración (nuevo nacimiento), y que produce una vida llena de fe.
Lutero, Calvino, Arndt, Spener, Francke, William Perkins y Jonathan Edwards estaban todos inmersos en la presencia del Espíritu. Habían experimentado el nuevo nacimiento y querían que la llama siguiese ardiendo.
Por lo consiguiente, el culto de oración es la marca del pueblo evangélico. Sin la reunión de oración, la fe evangélica perece. Además, los evangélicos creen en la necesidad de santidad personal, entregando sus cuerpos y almas a la causa del Señor.
11.- El evangélico se deleita en el estudio del avivamiento
Las iglesias institucionalizadas, como regla general, no muestran gran interés en el tema del avivamiento. No obstante, los evangélicos se gozan en aprender acerca del derramamiento del Espíritu a lo largo de la historia. El tema del avivamiento entusiasma a los creyentes.
El evangélico genuino, “siempre desea un derramamiento del Espíritu. Y los grandes despertares se han dado gracias a la efusión del Espíritu Santo. El evangélico, por naturaleza, está grandemente interesado en el avivamiento”.
12.- El evangélico da prioridad a la predicación
La predicación de la Palabra da vida al evangélico. No se cansa de oír la Palabra predicada. Al evangélico le encanta oír la Palabra expuesta y aplicada. “Para el evangélico, nada se compara a la predicación”.
A lo largo de los siglos, la fe evangélica se ha alegrado en la proclamación autoritativa de la Escritura. No hay ningún otro sector de la iglesia cristiana que haya sido más singularmente bendecido con el ministerio de predicadores poderosos que el ala evangélica.
13.- El evangélico cree en el evangelismo
Los evangélicos creen que tienen la necesidad de alcanzar a otros para Cristo. Puesto que el evangélico ha experimentado el poder salvador de Dios en su propio corazón, su oración es que muchos lleguen a compartir la misma plenitud.
Consiguientemente, el evangélico hace algo más que asistir a una iglesia una vez a la semana, es un ganador de almas.
El evangélico verdadero “cree en el infierno, el castigo eterno, y se preocupa por los hombres que están muriendo en oscuridad espiritual. Tiene una carga por las personas y no está satisfecho hasta que haya hecho todo lo posible por llevar a la gente al conocimiento de la verdad de Jesucristo”.
Conclusión
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