El aumento de casos de violación seguida de muerte multiplica los pedidos de ejecución del homicida. Frente a opiniones divididas, John MacArthur comenta lo que afirman las Escrituras.
En una época de enormes problemas sociales, políticos e institucionales que aquejan al mundo entero - en España también se sufren y han recrudecido en la última década- la sociedad civil confía poco y nada en sus representantes políticos; aún menos si estos, una vez instalados en el poder, se ocupan de intereses personales y de permanecer en el gobierno el mayor tiempo posible. Por esa causa, faltando poco para el denominado 21-D (01) más de uno ironiza sobre las razones que tuvo el gobierno central para obligar a millones de ciudadanos suspender las típicas celebraciones de fin de año para ir a votar 72 horas antes de la Nochebuena.
Con esta introducción al último artículo sobre el deber del cristiano de prestar obediencia al gobierno civil, concluimos la miniserie (02) que resume las prédicas de John MacArthur a la iglesia Grace Community en California. Aquí, los dos últimos de sus siete ‘principios’ (03).
Principio 6. Dios ordena que el gobernante aplique el castigo más severo: la muerte.
“El apóstol Pablo advierte respecto de la autoridad civil ‘pero si haces lo malo, teme.’ ¿Por qué? ‘…porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo’” (04) - recuerda el predicador.
Hemos escuchado sermones que asocian este versículo solo al contexto histórico; diciendo que allí Pablo alude a las disciplinadas legiones que llevaban la espada en nombre del César. Sin embargo, MacArthur va mucho más allá en su interpretación, y nos dice: “Es un versículo muy fuerte. Dios le ha dado al gobierno el derecho de llevar la espada; y no la lleva en vano”, según explica; sino para infundir temor, no el de ser multados o aún castigados, sino de que aplique sobre nosotros “el derecho dado por Dios de implementar ese castigo final, irremediable, irreversible: el castigo de la muerte.” Pues “el gobierno civil no es sólo un símbolo de poder (o) una débil amenaza. Dios ha ordenado que el gobierno civil lleve la espada. Y la espada significa ni más ni menos que la muerte (…) es siempre símbolo de la muerte.” Para él este texto no deja dudas de la enseñanza de las Escrituras sobre la pena de muerte.
Cita la institución de este principio ya en el primer libro de la Biblia. “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” (05) “Por estar hecho a imagen de Dios el hombre es tan sagrado, que quitarle la vida sin compasión, sin parcialidad, de manera pronta, es tarea únicamente del gobierno.”
En Getsemaní Pedro sacó una espada e hirió al primero que tenía enfrente. Y Jesús le dijo: “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.” (06) MacArthur hace esta paráfrasis: “si quitas una vida Pedro, morirás. Porque esa es la ley. Entonces, si tratas de pelear (…) si tomas una espada, vas a morir por la espada. Esa es una institución divina (…) vas a morir. Y de manera justificada.” Aquí ve el predicador la aplicación de la pena capital como un hecho que responde a una orden dada por Dios.
Apelando a César el mismo Pablo afirma el derecho del gobierno de quitarle su propia vida, si él hubiese violado la ley: “Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir.” (07) Nos pregunta MacArthur: “¿Por qué dice eso? Porque él sabe que ése es el estándar de Dios. Ése es un principio ordenado por Dios. El Antiguo Testamento prescribe la pena de muerte por: homicidio, pegarle a tu padre, blasfemia, brujería, ocultismo, falsa profecía, violación, homosexualismo, secuestro, inmoralidad, idolatría y una violación blasfema de la santidad del día de reposo. Dios ha ordenado que el gobierno tenga el derecho de quitar la vida: ‘es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.’ (08)
El razonamiento precedente es que los malhechores teman la espada, porque quien la lleva es un ministro de la venganza divina. La pena capital sobre un criminal está ordenada por Dios para que su venganza se cumpla. Nadie que violase la Ley debiera quedar impune - reitera - “Dios ha ordenado que el gobierno lleve la espada. Y la venganza le pertenece a Dios; y con frecuencia viene a través del gobierno”.
‘No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.’ (09) MacArthur comenta este texto advirtiendo que “nosotros, como cristianos, debemos agradecerle a Dios por el gobierno; que sea él solo quien tenga el derecho de usar la espada (...); y que aquél que quite una vida pierda de inmediato la suya. Eso protege la santidad de la vida.
Caín mató a Abel. Este es el primer homicidio. Y el texto dice: ‘…Y Jehová dijo a Caín: ‘¿Dónde está Abel tu hermano?’ (10) Caín no sólo era un asesino - por cierto - sino que también era un mentiroso. Caín estaba reflejando al que sin duda lo había inspirado a hacer eso, a Satanás, que es el padre de mentiras y asesino desde el principio.
‘Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? Y Él le dijo: ‘¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a Mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.’ (11) Cuando Caín mató a Abel, la sangre de Abel clamó a Dios. Era una sangre que no estaba satisfecha. Era una vida quitada sin una vida dada. No había retribución. Y la sangre clamaba a Dios.”
Este principio es destacado por el autor en otros pasajes del AT: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada.” (12) Y aclara: “Que un homicida deba perder su vida: eso y sólo eso satisfará a Dios.”
Cita el caso de los hermanos que vendieron a José: “Entonces Rubén les respondió, diciendo: ‘¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven, y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre.’” (13) Ahora ellos están más que preocupados pues se sienten culpables.
Cita también: “Todo hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a su madre maldijo; su sangre será sobre él.” (14) El que ha maldecido a su padre o madre: “su sangre será sobre él”. Nuevamente, la sangre abona la idea de culpabilidad.
Luego recuerda al espía Josué explicando a Rahab lo que ocurriría si alguien matase a otro en su casa de Jericó: “Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare.” (15)
Refiere el homicidio de Is-boset, hijo de Saúl, que confirma otra vez este principio: “¿Cuánto más a los malos hombres que mataron a un hombre justo en su casa, y sobre su cama? Ahora, pues, ¿no he de demandar yo su sangre de vuestras manos, y quitaros de la tierra?” (16)
La primera parte del AT incluye la orden del rey Salomón para que Joab sea ejecutado por haber derramado sangre inocente: “Y el rey le dijo: ‘Haz como él ha dicho; mátale y entiérrale, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.’ (17)
La segunda parte del AT muestra al profeta Ezequiel transmitiendo el mensaje de Dios a Israel: “Por cuanto convirtieron la gloria de su ornamento en soberbia, e hicieron de ello las imágenes de sus abominables ídolos, por eso se lo convertí en cosa repugnante.” (18)
Dice el autor: “Está hablando del templo, el cual ellos han profanado. Cuando los babilónicos fueron y tomaron Jerusalén, profanaron el templo de manera terrible. “En mano de extraños la entregué para ser saqueada, y será presa de los impíos de la tierra, y la profanarán. Y apartaré de ellos mi rostro, y será violado mi lugar secreto; pues entrarán en él invasores y lo profanarán. Haz una cadena, porque la tierra está llena de delitos de sangre, y la ciudad está llena de violencia.” (19) Una de las razones por la que Dios trajo el juicio sobre la nación de Israel y la cautividad babilónica fue debido a que la nación estaba llena de crímenes sangrientos. En otras palabras, asesinatos por los cuales no hubo retribución. Y la sangre estaba clamando a Dios. La ciudad estaba llena de violencia. Muéstrenme un lugar donde los asesinos no sea condenados y ejecutados por sus crímenes mortales y les mostraré un lugar plagado de violencia.
Y eso es exactamente lo que vio Ezequiel: “Traeré, por tanto, los más perversos de las naciones, los cuales poseerán las casas de ellos; y haré cesar la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados. Destrucción viene; y buscarán la paz, y no la habrá. Quebrantamiento vendrá sobre quebrantamiento, y habrá rumor sobre rumor; y buscarán respuesta del profeta, mas la ley se alejará del sacerdote, y de los ancianos el consejo. El rey se enlutará, y el príncipe se vestirá de tristeza, y las manos del pueblo de la tierra temblarán; según su camino haré con ellos, y con los juicios de ellos los juzgaré; y sabrán que yo soy Jehová.” (20) En otras palabras dice: “Voy a venir a traer un juicio terrible porque la tierra está llena de violencia y crímenes sangrientos, y el juicio no fue ejecutado contra los malhechores.
Seguimos con Ezequiel: “Mas si engendrare hijo ladrón, derramador de sangre, o que haga alguna cosa de estas, y que no haga las otras, sino que comiere sobre los montes, o violare la mujer de su prójimo, al pobre y menesteroso oprimiere, cometiere robos, no devolviere la prenda, o alzare sus ojos a los ídolos e hiciere abominación, prestare a interés y tomare usura; ¿vivirá éste? No vivirá. Todas estas abominaciones hizo; de cierto morirá, su sangre será sobre él.” (21) Ahí está la idea del ser culpable por la sangre derramada. Se demanda que ese tipo de crímenes sea pagado con sangre.
¿Por qué hace Dios esto? ¿Tanto odia Dios a la gente? No. Sabe Dios que cuando eso se hace apropiadamente se convierte en un terror para los malhechores; los refrena de cometer maldad. Los hombres necesitan frenos porque son básicamente viles e impíos.
Hasta aquí, Dios demanda la pena de muerte. Alguno preguntará: “¿Es para que Dios pueda matar a la gente?” No. Es para que la gente no tenga que morir. Esto es para que no haya víctimas y que no haya criminales. Si la ley de la Tierra se hiciese de acuerdo con la ley de Dios, refrenaría al criminal. Y por lo tanto, no habría víctimas ni victimarios. Ése es el punto. Pero cuando hay derramamiento de sangre y cuando esa sangre no es pagada, la nación se vuelve culpable; entonces Dios entra a juzgar.
Hay más: “Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó.” (22) El hecho es que la tierra nunca será limpiada de la sangre que es derramada sobre ella hasta que la sangre del que la derramó sea derramada.”
Aplicando la Biblia John MacArthur hace una severa autocrítica en nombre de los EE.UU. “Esta nación está bajo el juicio de Dios por no limpiar la sangre que ha sido derramada. El suelo de los Estados Unidos de Norteamérica clama a Dios por retribución en contra de los asesinos, ladrones, aquellos que son dignos de muerte. Nuestra tierra es culpable de la sangre. El aborto es asesinato, es homicidio. Somos culpables a un punto absolutamente inconcebible en el tema de masacrar a niños que no han nacido.”
No omite una crítica a los movimientos de voluntaristas seculares: “El Nuevo Testamento no promueve el pacifismo. Al gobierno se le ha dado el derecho de usar una espada. Es verdad que cuando las rameras se convertían, Jesús dijo ‘id y no pequéis más’ (23). Pero cuando los soldados se convirtieron Él no dijo ‘vete y ya no seas soldado’. El gobierno tiene el derecho de llevar la espada. Y si no la usa, la tierra clama por la sangre que ha sido derramada. Nos hemos vuelto una tierra llena de crímenes sangrientos, una tierra llena de violencia.”
Principio 7. Debemos someternos al gobierno por causa de la conciencia. “Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.” (24) Para MacArthur esta debiera ser la motivación más elevada.
Hay un factor de temor, otro de juicio, otro de venganza; hay un castigo que no contenga compasión, sea imparcial, y sin retraso. Debemos obedecer por temor. Pero, por otro lado, nos sometemos no sólo por causa de la ira divina, sino por causa de la conciencia.”
Para el autor este es el motivo “más puro”. Dice: “sabemos que está bien porque tenemos una consideración consciente por amor de la ley; un compromiso consciente de obedecer a Dios.”
Es lo que enseña el apóstol Pedro: “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior.” (25) El predicador profundiza aún más: “No es sólo para evitar las consecuencias, sino por causa del Señor.” Y nos hace reflexionar si no obedecemos la ley solo porque tememos lo que pueda sucedernos si no obedecemos. Afirma que no solo debemos pensar en no quebrantar la ley por sus consecuencias, sino por “causa de honrar al Señor. Ése es el motivo más elevado. Necesitamos a ambos, pero es de esperar que lleguemos a comprometernos con el más elevado.”
Concluye recordándonos: “La conciencia es esa voz interior (…) ese pequeño lugar dentro de nosotros donde Dios nos habla de lo que está bien y lo que está mal. Es el sentido consciente de lo que honra a Dios, el que nos lleva a encontrar nuestra motivación más fuerte. No hay lugar para la rebelión por parte del cristiano, no hay lugar para quebrantar la ley, no hay lugar para resistirnos, para rebelarnos. Debemos hacer lo que está bien; someternos.” Oremos junto con John MacArthur:
“Oh Padre, oramos porque la iglesia sea tu iglesia, una nación de sacerdotes, no de políticos; de ciudadanos celestiales, pero al mismo tiempo modelos terrenales de ciudadanía. Que vivamos de tal manera en paz y quietud, en integridad; buscando hacer la paz, practicando el amor y la gracia de Cristo; aceptando lo que traigas a nuestras vidas, sometiéndonos con disposición y gozo; y considerando el sufrir por Cristo una experiencia digna y bendita. Que al hacer esto acallemos a los críticos y atraigamos a los hombres al único que puede dar una paz así. Y al hacerlo, cambiar a nuestra sociedad. Que estemos comprometidos con amar, vivir y predicar el Evangelio salvador. Que todos seamos lo que debemos ser, como Tus hijos, por causa de Cristo. Amén.”
En los próximos artículos analizaremos los símbolos paganos introducidos por el consumismo materialista en la celebración de la Navidad y Reyes. Entre tanto, quiera el Señor enseñarnos a celebrar a Cristo Jesús cada día de nuestra vida que Él nos regala en esta tierra.
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Notas
Ilustración: https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/temas/pena-de-muerte/
01. En el Reino de España, la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio régimen electoral general (LOREG) establece que las elecciones deberán celebrarse "el día quincuagésimo cuarto posterior a la convocatoria", es decir, 54 días naturales después de que la convocatoria de comicios anticipados se publique en el Boletín Oficial de Cataluña. El sábado 28 de octubre fue publicada; los 54 días naturales posteriores determinan que el 21 de diciembre de 2017 serán las elecciones. Según el BOE, la campaña electoral comenzará a las cero horas del día 5 de diciembre y acabará a las veinticuatro horas del día 19 de diciembre. El boletín recuerda además que las circunscripciones electorales de Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona elegirán, respectivamente, a 85, 17, 15 y 18 Diputados.
02. Primero de 3 artículos (19/11/2017): http://protestantedigital.com/magacin/43441/Gobernar_es_servir
03. Puede leerse la prédica completa en: http://www.gracia.org/Productos.aspx?product=45-100
04. Romanos 13:4.
05. Génesis 9:6.
06. Mateo 26:52.
07. Hechos 25:11.
08. Ibíd. 04.
09. Romanos 12:19 es una cita de Deuteronomio 32:35; también ver Hebreos 10:30.
10. Génesis 4:9.
11. Ibíd 4: 10,11.
12. Ibíd. 9:6.
13. Ibíd. 42:22.
14. Levítico 20:9,13,17.
15. Josué 2:19.
16. 2ª Samuel 4:11.
17. 1ª Reyes 2:31 - 33.
18. Ezequiel 7:20.
19. Ibíd. 7:21 - 23.
20. Ibíd. 7: 24 - 27.
21. Ibíd 18:10.
22. Números 35:33
23. Juan 8:11.
24. Romanos 13:5.
25. 1ª Pedro 2:13.
Importante: la adaptación del original, las notas y énfasis son exclusiva responsabilidad del autor de este artículo.
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