Dos encuentros de escritores y comunicadores.
Acabamos de estar inmersos en dos grandes encuentros de escritores. Uno de ellos, celebrado en el Colegio Mayor Fonseca de la Universidad de Santiago de Compostela (Galicia), que tan generosamente acogió a los escritores y comunicadores, miembros de ADECE, organización cristiana que cada año organiza un evento con la finalidad de facilitar el encuentro entre sus miembros, y también para pergeñar proyectos que puedan afianzarlos en materias literarias y de la comunicación que les permita servir de testimonio en la sociedad en la que cada uno está inserto.
Deseo manifestar en este Blog Muy Personal mis impresiones como asistente a estos eventos. Desde hace algunos años he podido ser testigo de la entrega del Premio Personalidad del año que esta vez recayó en el Psiquiatra y escritor Pablo Martínez, quien en su discurso de recepción del mismo recalcó a los miembros de esta Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos que su quehacer humano debe ser moldeado por la palabra de Dios. Y recordó toda la fuerza que tiene esa Palabra. Algo que él mismo trata de ejercitar a modo de ejemplo de los que le vamos siguiendo. Porque está claro que en este Máster que muchos vamos realizando en nuestro peregrinaje hacia la eternidad se nos hace necesario contar con una excelente nube de testigos, de esos que tienen misericordia y pasión por enseñar a los que a duras penas vienen corriendo entre vallas y demás obstáculos, para no perder la visión de esa estela dejada por Jesús, que a veces parece que tiende a difuminarse entre la capa de ozono que envuelve el mundo.
De lo que oí, creo haber entendido que nosotros somos los primeros que debemos tener pasión por esa Palabra que transforma para luego contagiar a los que están más allá. O sea que debemos encarnarnos en la cultura a la que pertenecemos, así como Jesús se encarnó en medio de los seres humanos. Se hizo a imagen y semejanza nuestra para dejarnos el ejemplo.
Y hablando de ejemplos, y no quiero ser irreverente, pero opinaré que, después de oír a Juan Antonio Monroy hablar de que El Quijote está plagado de citas de la Biblia, porque Cervantes así quiso para difundirla, tengo en este escritor del siglo XVI un ejemplo de cómo no avergonzarme de aderezar toda mi escritura con la Palabra que vivifica; de hacerla parte de mi diario vivir. Ha sido una grata sorpresa que una editorial como CLIE reedite este interesante libro "La Biblia en el Quijote" que invito a leer a los que todavía no hayan tenido esta experiencia. Vale la pena.
Cada uno de los asistentes al encuentro tendrá una opinión propia acerca de lo recibido en este relevante evento, pero particularmente todo me insta a pensar cuál es mi papel en este cometido de difundir una Palabra que realmente tenga efectos transformadores en una sociedad que gime y emite gritos y llamadas de auxilio. Lo digo desde la humildad de una persona que apenas escribe sencillas líneas.
Todavía tengo resabios de esas pinceladas sobre el poeta y periodista Manuel Curros Enríquez, que nos regalaron los escritores Helena Villar Janeiro y Xabier Alcalá, acompañados por Miro Villar y Xesús Rábade. Y no me voy a detener en discusiones sobre si Curros era o no evangélico, pues ya lo sabremos al final de los tiempos, sino que destaco cómo por el motivo que sea este hombre utilizó sus líneas para hablar del Padre y del Hijo sin complejo alguno.
Cada instante me aguijonaba recordándome la valía de la Palabra que, según decimos, venimos a difundir. Ya sea por medio de relatos o de poesía que se galardona con premios y accésits, como los González-Waris. Y felicidades a los ganadores de este año: Sara Moreno Guerrero, Pau Abad, Santiago Asensio, Juan Miguel Torrero, Esteban Torres, Yanira Marimón, Gloria Edilsa Romero y Jonatán Cabaleiro. Y destaco cómo incluso estos premios vienen con su propósito bajo el brazo, que no es nada menos y nada más que animar a estos escritores nuestros a continuar perfeccionándose en ese bienhacer y a ese biendifundir la Palabra que transforma. Sea cual sea la receta, pero que vaya bien sazonada.
Pienso que estos encuentros son una oportunidad para saludarnos y animarnos; para ver cómo van creciendo los miembros más jóvenes. O ver llegar a nuevos miembros, este año fueron seis, que quieren sentirse respaldados, pues todavía las artes no tienen cabida en todo nuestro ámbito. Sirven para ir formándose como se hace cada año a través de los distintos talleres impartidos por especialistas en cada área. Este año tocó radio, periodismo y cine, de la mano de Mario Iglesias y M. Pérez Lourido, Daniel Hofkamp, y Daniel Valuja, quienes nos animaron a promocionar y a participar en ministerios que utilizan estos medios de comunicación y de imagen. Cómo utilizar la palabra sin olvidarnos de la ética, de la verdad y de la amabilidad.
Sigo queriendo ver que todo exhala ánimo para seguir y superar todas las asignaturas del Máster, que, por cierto, es el segundo que empiezo, como una segunda etapa que inicio conociendo más el terreno donde piso. Y es Dios quien nos va proporcionando el material para cada asignatura. Y el que nos proporciona esa lengua común que es su Palabra, la mejor soldadura para generar solidaridad. O eso pienso yo.
Durante los días de encuentro pudimos asistir a la presentación de las publicaciones de ensayo y poesía, dentro de la Colección Kyrie, de escritores y poetas de ADECE, como Daniel Jándula, Jaime Fernández Garrido, Beatriz Garrido, Asun Quintana, Olga Moros o Isabel Pavón. Qué bueno es palpar el esfuerzo de otros, en el que mucho tiene que ver Juan Carlos Martín Cobano, Secretario de ADECE.
Dentro de la programación, pudimos conocer lo que algunos miembros están realizando como escritores y comunicadores. El joven narrador Pau informó de las actividades y necesidades de Puertas Abiertas, un ministerio que apoya a la Iglesia Perseguida; como una voz de aquellos que no la tienen y utilizando los medios a su alcance. Y los escritores Noa Alarcón y Daniel Jándula nos expusieron acerca de Suburbios, una editorial y plataforma cultural que pronto se pondrá en marcha. Pienso que anima tener un espacio donde personas que tienen tus mismas inquietudes se interesan y te alientan a materializar ideas en beneficio propio y de los demás.
Algunos autores como Stuart Park, Pablo Martínez, Xabier Alcalá, Jaime Fernández Garrido, Daniel Jándula, entre otros, vieron sus libros expuestos en la mesa de libros de GBU, organización que entre otras cosas también se dedica a difundir literatura cristiana.
Y en medio de la palabra en prosa y en verso, los profesionales de la imagen, Héctor Rivas y Manuel Gala, retrataban cada instante para la posteridad y delicia de los que no han podido acompañarnos.
Y, cómo no, el pintor Miguel Elías, como ya nos tiene acostumbrados, ha ofrecido generosamente tres pinturas suyas, alusivas al año Cervantino. Un premio más para los galardonados. Como una participante de estos encuentros, agradezco muy mucho este detalle, como si lo hubiese recibido yo.
Pero toda esta atmósfera interior al final tiene que trascender hacia fuera de nuestras fronteras para estar al servicio de la sociedad. Y de ello nos habló el político Manuel Suárez, preparándonos para aprender el idioma de la cultura donde queremos informar acerca de las Buenas Noticias. Nos dejó muchos rubros para reflexionar.
El otro encuentro al que me referí inicialmente tuvo lugar en Orense, ciudad a la que llegamos con la gripe anual, pero contentados. Así que de Santiago de Compostela pasamos mi esposo y yo a esta otra ciudad gallega, para experimentar vivencias en otro evento de escritores y periodistas, esta vez organizado por el PEN Club internacional. Asombrada vi a personas de muchas naciones y lenguas que se entendían y querían alcanzar objetivos comunes. ¿Desde Babel?, me pregunté. Pues sí. Aun con sus fallos es posible el entendimiento. Algo más para reforzar mi Máster.
Otra cosa que quiero anotar de este encuentro es que en una de las reuniones de los miembros del PEN, yo no lo soy pero me han dado la oportunidad de observar y escuchar, fue su preocupación por la problemática de los desplazados, de los refugiados y de la falta de libertad de expresión que hay en el mundo que habitamos. Y de su trabajo para ayudar a los que pierden su facultad de poder escribir libremente, como escritores, periodistas... aquellos que pierden su lengua materna por las persecuciones. Fue conmovedor oír historias acerca de cómo los escritores de algunos países europeos como Dinamarca acogen y promueven a los de su gremio, que llegan como exiliados y perseguidos. Cómo hay editoriales que publican sus vivencias y les permiten continuar su tarea de escribir.
Fue una experiencia impactante conocer que había personas que podían exponer los problemas en materia de falta de libertad de expresión en países como el Tíbet o Turquía, por ejemplo. Lo importante que es tener una plataforma de gente de tu gremio que te apoya y a la que le importa lo que está sucediendo más allá de sus fronteras. Es algo que me lleva a la reflexión. ¿Cómo puedo poner mi granito de arena, desde mi posición? Ya conozco las historias de los cristianos perseguidos. Hoy mismo me entero de las últimas noticias sobre Turquía. Desde donde estamos podemos gritar bien fuerte, como dice en Proverbios.
Doy gracias a Dios por estos diez días por tierras gallegas y, sobre todo, por las lecciones que refuerzan mi Máster del camino.
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