De perros

“Si un perro no viene a ti después de mirarte a la cara, es mejor que vayas a casa y examines tu conciencia”. Este pensamiento viene de Woodrow WILSON, el que fue el vigésimo octavo Presidente de los Estados Unidos, asumiendo el cargo desde 1913 a 1921 y premio Nobel de la Paz en 1919, como impulsor de la Sociedad de Naciones. Curiosidad que he recogido de mis muchos recortes de prensa de los que almaceno, algunos ya amarillentos en el papel y que me ha hecho pensar, en el presente “Desde el Corazón”. En los muchos recortes de archivo que poseo, descubro que desde los más antiguos a los más actuales, comparten más de lo mismo. Todos los medios de comunicación se esfuerzan los infelices, en suministrarnos noticias que compitan, por su estridencia, con las políticas y las económicas; y no digamos en los recientes meses, en diálogos, pactos, propuestas y despropósitos. 

Y entre tanto más de lo mismo, encuentro una de esas historias, para llenar rincones, que de pronto me hacen felicitarme por haberla guardado. “La increíble odisea” de un perro pastor que recorrió 1.500 Kilómetros, como si hubiera sido guiado por un TOMTHOM por la ruta más corta, desde la ciudad de Mons, próxima a Bruselas, hasta Gijón, en el Principado de Asturias”. Ese viaje, a pie por descontado, tuvo por fin reencontrar a sus amos, perdidos -si un abandono puede llamarse pérdida- más de dos años antes. En este caso, me puse del lado del perro, no por ser perro, sino por ser el instintivamente enamorado, el perjudicado que sigue queriendo, el que aún piensa que será bien recibido. El abandonado que con su presencia provocará la memoria. El hombre, ante sus desacatos esgrime siempre justificación para su proceder. Cuando el perro nos sorprende por su heroica amistad, el dueño recuerda emocionado la fidelidad, el afecto, la listeza, la constancia, pero lo cierto es que el dueño lo abandonó. Porque se vino con lo puesto, tuvo que salir rápidamente, porque tenía que volver a casa de los padres, porque era un problema en las fronteras; sí, o por motivos laborales. Lo cierto es que se fue, lo olvidó, se deshizo. Mientras que el perro, con lo puesto también, no por motivos laborales, a través de las fronteras, sin que le asaltara el temor a ser rechazado, ni la sombra del gesto con que fuera dejado en una residencia canina, se presentó de repente (¿de repente?) a la puerta del amo.

Salvando la infinita distancia, parecía que el fiel perro contenía el alma de san Juan DE LA CRUZ: “Buscando mis amores/iré por esos montes y riberas;/ ni cogeré las flores/ ni temeré las fieras,/ y pasaré los fuertes y fronteras”, lo que en la historia no me queda claro es si el amo merece tal locura de amor. Probablemente para mí, “Desde el Corazón” no; el merecimiento está en los ojos de quien ama. Pero eso es otra cuestión.

Conozco varias extraordinarias cristianas que conviven con sus perritos, buenas colaboradoras de la Radio alguna y, cuentan: “mi perrita no es nuestra vida, pero la hace hermosa”; “mi perrito es pequeño, pero es amigo, compañero, de hecho no lo tengo a él, él me tiene a mí”; "hasta el más pequeño poodle o chihuahua es todavía un ladroncillo del corazón”; y se dice que el mismo Gandhi, escribió: “la grandeza de una nación y su progreso moral puede ser juzgado por la forma que trata a su animales”.

Y por lo visto, oído y leído acerca de los perros, pienso que generalmente no son peligrosos para los niños, bien que les gusta divertirse y disfrutar de pequeñas cosas; no discriminan y educados no conocen el rencor; son incondicionales y tolerantes al tiempo que disfrutan de la ociosidad. Quienes conviven con ellos, declaran que son amigables, pueden ser desordenados, pero aprecian incondicionalmente; disfrutan de la compañía y como la historia relatada, mantienen su lealtad. Quizás algunos lectores, recuerden viejos programas de Radio, que junto a la guionista Lourdes COLOMÉS, emitíamos bajo el tema: “Aprendiendo de los animales” y cuya melodía de entrada, era la canción de Roberto CARLOS: “quisiera ser civilizado como los animales”.

Alguien puede estar pensando: ¿estás sugiriendo Roberto, que los animales tienen alma?, por cierto que no tienen alma humana. Los animales no fueron creados a la imagen de Dios y no son iguales a los humanos en ningún sentido. Las almas humanas y las almas de los animales son diferentes. Las almas humanas, como seres espirituales continúan existiendo después de la muerte, pero eso puede no ser cierto para los animales. Sin embargo, para hacer justicia a la Revelación Divina, debemos reconocer que las personas y los animales comparten algo único: somos seres vivientes. Debido a que Dios tiene un plan futuro para ambos, la Humanidad y la Tierra, la sugerencia tiene bastante fuerza de que Él tiene también un plan futuro para los animales en la Nueva Tierra. “Desde el Corazón” pienso: las tres cabezas de las tres Tierras: Adán, Noé y Jesús, estuvieron relacionados con animales: Adán fue creado y Dios lo rodeó de animales. Noé fue rodeado y protector de animales. Desde el nacimiento de Jesús y a través de su ministerio usó de animales. Cuando Dios establezca su Reino y renueve la Tierra, con hombres y mujeres renovados ¿no es plausible pensar que también habrán animales renovados?